Mana del sur
Son conocidos por ser pacíficos, amantes del bosque, la tierra y las plantas, son muy buenos con la medicina, el arco y la lanza, cada vez que matan de un animal para comer, agradecen a la madre tierra.
Lo que más amaba Marizza era su comida, de manera equilibrada que consistía en carne con algunas verduras, y lo comía mínimo una vez a la semana.
Se vestía con ropa ligera a causa del color que estaba haciendo ese verano, su ropa era una tela larga de algodón, cruzaba por su pecho e iba a más abajo de sus rodillas, ella era una omega más cortejada en la aldea.
Pero ha ella ningún alfa le gustaba, y eso que tenía muchas opciones para escoger, habían muchos que buscaban llamar su atención y cortejarla, pero aún así, no sentía ese revoloteo en el pecho como le había dicho su madre.
Ella salió esa mañana como de costumbre, debía buscar agua y regar las plantas, también debía de sacar la mala hierba de las verduras. Como el huerto era grande, varias omegas ayudaban con ese trabajo, Mia, Lujan y Luna eran quienes más le ayudaban en esa tarea y al medio día terminaban con todo, después se iban a comer.
Luna: ¡Tengo ganas de comer conejo hervido con papas!.- Exclamó frotando su panza, era la más glotona de ellas, Lujan solo la miró con una ceja alzada y una sonrisa.
Lujan: ¿No comiste eso ésta mañana?- Rió.
Luna: Si, pero quiero más, ¡El conejo es mi favorito!.- Volvió hablar agitando sus brazos al aire y después miró a las demás antes de empezar a correr.- ¡El que llegue de última lava todo lo que ensucie las demás!
Mia: ¡No es justo, sales corriendo sin avisar!- Dijo en reproche, las demás corrieron junto con ella hacia la cocina.
Al final del día, las omegas fueron al río para bañarse, ya estaban acostumbradas al agua que era un poco fría del lugar, y la verdad les parecía refrescante con el calor que hacía en el día.
Marizza estaba agradecida con su vida, y miraba el cielo lleno de estrellas con una sonrisa, le encantaba esa paz que llenaba su pecho siempre que miraba al cielo, era como si todos sus pensamientos se fueran y su cabeza quedara en blanco.
Lo que ella no sabía, y nunca se imaginó, era que esa hermosa paz que amaba tanto, se iría en cuestión de horas de su sistema, y solo el miedo y la tristeza la invadirán en un futuro más próximo de lo que le hubiera gustado jamás.
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Manada del norte
Pablo dio un gran mordisco a su carne, apenas cocida a las brasas, y así le gustaba, muy poco le importara ensuciarse solo se dignó a disfrutar de su deliciosa carne y la victoria, le acababa de partir un par de huesos a un estúpido alfa que le había retado a una pelea.
Obviamente fue un ganador, él nunca perdía, su madre alfa no le enseñó a perder jamás, y no por nada era el líder de su tribu, donde solo los más fuertes podían gobernar.
Debía seguir ganando si quería seguir manteniendo su puesto, eso haría, mientras él estuviera en el mando, nunca se dejaría vencer, no tan fácil.
Era mediodía, el sol estaba fastidioso a mitad del cielo, haciendo que todo se volviera caliente, el sudor mezclado con el barro y un poco de sangre seca de sus heridas menores que tenía en su cuerpo.
Tendría que ir a bañarse quiera o no, a pesar de que fueran una tribu de bárbaros, a ellos les importaba bastante la limpieza, así se ahorran infecciones por suciedad en heridas en el cuerpo.
El rubio terminó de comer y dejó el hueso limpio por allí, después alguien se encargaría de limpiar, ese no era su trabajo.
Cuando estaba a punto de irse al río, vio como alguien llegó corriendo de esa dirección, reconoció que era el beta que estaba ayudando a limpiar las heridas del Alfa que había perdido su pelea hace un rato.
Taehyung: ¡Jefe, oigan todos, hay alguien en el río!- Los demás se miraron entre ellos antes de salir corriendo al río, Pablo iba al frente.
No podía dejar que alguien desconocido se metiera en su territorio solo así porque si, no sabía si era de otra tribu que buscase problemas o algo.
Pero, no se imaginaba que, al llegar al río, en vez de ver a una persona buscando una buena paliza, encontraría alguien que tenía una herida, y se aferraba a un tronco en el agua, su vida dependiendo de ello.
Se acercó con cautela a la desconocida, la sacó sin ningún esfuerzo del agua, era alguien pequeña y algo delgada.
Pablo: ¿Quién es?, No conozco ningún tipo de tribu cerca que use ese tipo de ropa, además... ¿Huelen eso? es dulce, como un, un...
Tomás: Omega...- Susurro otro alfa.
El rubio comenzó a detallarla más, era delicada, pequeña, con rasgos finos podía decir que era adulta, su rostro estaba algo pálido sin ningún color, tenía pequeñas pecas que se resaltaban en su piel.
Parecía moribunda y débil, podía notar un par de moretones en sus brazos y no sabía si tenía más en otras partes del cuerpo.
Manuel: ¡Hay que llevarla con la vieja curandera rápido!.- Gritó sacando a los demás de sus asombros, no todos los días el agua traía a una Omega, y no todos los días miraban a una Omega.
Pues en la aldea del sur, casi no habían omegas, y para los alfas de allí, un Omega era como un tesoro, que esa Omega haya llegado a ellos en ese momento debía ser una señal de los dioses, ahora, no solo habría luchas por el poder y Pablo debía seguir ganando aún más ahora.

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King - Alfas y Omegas
Historical FictionEn una aldea de bárbaros, solo los más fuertes, los más ágiles, los más inteligentes, los que nunca perdían, tenían el derecho de ser líder, de ser el rey en la tribu. Así es como se ha mantenido viva la aldea de los alfas, tanto como los mismos hab...