Los meses pasaron más rápido de lo que Marizza hubiera querido, pronto ya que encontró en su último mes, se cansaba más aún rápido que antes, su gran panza y la pesadez le hacían caminar como un patito por todas partes.
Jungkook iba por el mismo camino que ellos, Luna y Luján también, nunca se hubiera imaginado al Omega de cabellos rosas le gustaban alfas tan robustos como lo era Taehyung.
Pero bueno, eran los gustos de cada quien y no se podía hacer nada, Marizza seguía con sus antojos, aunque había disminuido bastante el último mes y cuando fue a dar a luz, ocurrió una tarde de una semana invernal, estaban a mitad de invierno cuando pasó.
Hubo una pequeña sorpresa, no fue un solo cachorro, fueron dos, una pequeña y un pequeño, su alfa se había desmayado cuando lo supo... los había tomado con la guardia baja.
"Genes Bustamante", fue lo primero que se le vino a la mente al ver eso, era de esperarse, su pequeña Camila quién siempre tenía el ceño fruncido era muy tierna, pero enojona.
Su pequeño Mateo era tranquilo, casi ni lloraba, pero era algo delicado si, siempre que alguien que no fuera ella lo sostenía en sus brazos lloraba desconsolado.
Aunque bueno, no era como si le gustase mucho dejar a sus pequeños cachorros con alguien más que no fuera su madre, Mía y Jungkook siempre se acercaban para verlos, a ellos les gustaba mucho tocar sus manitas pequeñas u oírlos balbucear cosas que nunca se entenderían.
Pero ella que estaba más feliz y orgulloso era su alfa, no paraba de alardear y decir que tenía a los cachorros más hermosos de todos los tiempos, y no lo podía negar, su Omega también creía que eran los cachorros más bellos del mundo.
Marizza: ¿Por qué ninguno tiene el cabello castaño?.- Murmuró haciendo un puchero, Camila era quien más se parecía a ella con su cabello rizado, pero solo eso ambos pequeños tenían los ojos azules de su padre y el cabello rubio.
Pablo: Pero así son perfectos Mari.- Contestó, aunque su omega no cambiaba su puchero y seguía mirando a los pequeños que dormían tranquilos en el nido de pieles, tenían aún más pieles alrededor para que no ocurriese nada.
Estaban dentro de un nido muy cómodo, ahí dormían los cuatro sin problemas, Pablo estaba feliz con eso, tener el calor de una familia de esa forma era lo que siempre había querido.
Pablo: No pongas esa cara, sabes bien que podemos seguir intentando hasta que nazca un pequeño de cabellos castaños.- Ronroneó el alfa mientras se acercaba a su omega por la espalda, besando su cuello con deseo.
Marizza: Pablo no, por ahora no, estoy cansada y además los pequeños están en la cama.- Le dió un pequeño manotazo al brazo del rubio que iba a su parte baja.
Pablo: Ash, los pondré en el suelo y los taparé con una piel para que no molesten.- Comentó en broma, pero recibió una mala mirada de su omega, sabía que no debía decir ese tipo de cosas, pero su boca era más rápida que su mente.- No es cierto.
Marizza: Dime una razón por la cual no debo hacer que duermas afuera.- Se cruzó de brazos y miró al rubio con una ceja alzada, nadie se metía con sus cachorros, ni siquiera su propio alfa.
El rubio sonrió con nerviosismo, aunque el invierno estaba acabando aún hacía bastante frío afuera y allí dentro tenía el calor de su omega y la chimenea que mantenía todo aún más cálido.
Pablo: ¡Eh...! ¿Por qué soy el que te da muchos besos y abrazos antes de dormir?.- Preguntó en lugar de responder concretamente, vio a su pequeña ponerse una mano en el mentón pensativa.
Marizza: Buen punto, quiero el doble de besos hoy.- Respondió mientras se volteaba hacia la cama y se acostaba al lado de sus pequeños, su alfa suspiró aliviado de no dormir en el frío de la noche afuera.
El rubio se acomodó atrás de Marizza, abrazándola por la cintura y dando besos en su cuello, pequeños mimos que hacían a su pareja ronronear suavemente.
Pablo: ¿Feliz?.- Preguntó sin dejar su cuello.- ¿Eres completamente feliz conmigo princesa?
La Omega abrió los ojos sorprendida ante esa pregunta, era seria, podía notarlo ante el tono de voz que el rubio estaba usando, ¿Qué si era feliz?
¡Claro que sí!, ¿Por qué no debería de estarlo?, Tenía lo que siempre quiso, una familia, un alfa, estaba rodeado de personas que quería, no podía pedir más.
Marizza: Aunque a veces eres un salvaje y un bruto.- Comentó mientras se volteaba hacia el rubio para mirarlo.- Lo soy Pablo, mi Alfa y mis cachorros me hacen sentir feliz.
Ella dijo con una sonrisa, recibiendo una sonrisa del rubio como respuesta, era una sonrisa ligeramente diferente a las demás, como una sonrisa de agradecimiento, suave pero a la vez brillante.
Pablo: Lo sé, soy el mejor, era obvio que ibas a estar feliz conmigo.- Escuchó a su alfa fanfarronear abrazándola con algo de fuerza, y Marizza solo rodó los ojos con una sonrisa en el rostro.
Su Pablo era su Pablo y no podía cambiarlo, y no es como si lo quisiera cambiar de verdad.
—0—
A inicios de la primavera el cachorro de Mía nació, era un pequeño de lo más hermoso, con su cabello rubio y sus ojos rojos, no pudo evitar hacer pucheros todo ese día, ¿Por qué si Mía y no ella...?
No era justo, Marizza iba a esperar a que sus pequeños cachorros dejaran de tomar leche para tener otro, bueno, si no era que su alfa se adelantaba a los hechos.
Aunque la verdad no sé iba a quejar mucho si eso llegaba a pasar, pero era mejor no decir nada para que el rubio no se pusiera en ese empeño.
Marizza: King, Pablo es mi King, él de todos de aquí.- Dijo jugando con las manitas de su pequeño cachorro, éste solo sonreía por las morisquetas que hacía su madre.- ¿Verdad que si Mateo?, si lo es...
Pablo: ¿Qué es eso de King?.- Preguntó sin entender nada, a veces creía que su omega inventaba palabras para que no supiera lo que decía en realidad y no sabía si era bueno o malo.
El rubio arrugó el entrecejo cuando sintió un tirón de su cabello, la pequeña Camila no dejaba de molestar su cabellera, era como si se lo quisiera arrancar.
Marizza: Es un se... cre... to...- Murmuró poniendo su dedo sobre sus labios, el rubio la miró con sospecha, pero no le dijo nada, estaba más concentrado en que su pequeña no le fuera a dejar calvo.- No queremos que a tu Papá se le suba más el ego, ¿Verdad?
Le susurró con cariño al pequeño en sus brazos, y éste solo miró a la castaña un poco antes de reírse, el alfa miraba a su familia con orgullo, no solo era el más fuerte de su tribu, si no que también tenía una hermosa Omega con cachorros, y el futuro de los suyos estaba más que asegurado.
Sabía que tenía que seguir luchando para mantener ese puesto y esa paz, él seguirá peleando hasta que ya no pudiera más, un Bustamante nunca aceptaba perder ante nadie.
Fin.
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King - Alfas y Omegas
Historical FictionEn una aldea de bárbaros, solo los más fuertes, los más ágiles, los más inteligentes, los que nunca perdían, tenían el derecho de ser líder, de ser el rey en la tribu. Así es como se ha mantenido viva la aldea de los alfas, tanto como los mismos hab...