Capitulo 5

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El bosque esa mañana estaba hermoso, el día anterior había caído una pequeña lluvia por la tarde y ese día todo brillaba por la humedad y las gotas de rocío que estaban sobre las hojas de las plantas.

Ya habían pasado un par de días desde la primera vez que cocinó para los demás, había hecho más cosas, y estaba enseñando a los otros curiosos como hacer la comida.

Marizza quería hacer un huerto con las semillas de las verduras que se encontraba, pero necesitaba arreglar un espacio para eso, sin embargo, ese día no se podría, pues desde temprano el alfa la había tomado del brazo y la había internado al bosque, llevaban rato caminando y la castaña no sabía hacia donde, tampoco era como si le pudiera preguntar, estaba segura de que no la iba a entender nada.

Así que solo se dejaba llevar, habían llegado al río e iban corriente arriba después de un par de horas habían llegado ha lo que era una gran cascada, era más de medio día y la castaña estaba cansada de tanto andar.

Marizza: ¿Me has traído a este lugar para ver la cascada?.- Preguntó y miró al rubio quien sólo le sonrió levemente, quería poder hablarle y que le entendiera.- Estos es muy... ¡Ah!.- Chilló cuando fue empujada al agua, no hacía falta averiguar quién había sido.- ¡No hagas eso de repente!

La castaña agitó sus brazos molesta, toda su ropa se había mojado, el rubio solo se reía de ella, era malo, Marizza no pudo evitar hacer un puchero por eso.

La Omega vio como el rubio se sacaba los collares y las botas de piel antes de tirarse al agua también, cuando salió a la superficie se sacudió sacando agua por todas partes, le miró con esos ojos azules y sonrió perversamente.

Marizza: Oh, ouh.- Trató de nadar a la orilla lo más rápido posible, pero el rubio la jaló hacia el centro del lago para mojarla más.

Marizza no podía hacer nada, su fuerza de Omega no se comparaba a la fuerza bruta de un alfa, pasaron bastante tiempo en el agua, ella chapoteaba hacia el rubio y al revés.

Después cuando el estómago de la castaña sonó por hambre salieron del agua y Pablo fue a traer un par de peces, mientras que ella encendía el fuego.

Marizza estaba mojada aún en ese momento, pero el calor del fuego la mantenía caliente así que no le importaba mucho, no había muchas cosas para preparar a los peces así que solo le tocó cocinarlos sobre el fuego atravesados con una rama. 

Marizza: Toma, el primero es para ti.- Había agarrado el primer pez que ya estaba asado y se lo ofreció al rubio, quien lo tomó gustosamente y empezaron a comer.

El sol ya se estaba ocultando, y el cielo era alumbrado de colores naranja, se preguntaba a qué horas iban a volver con los demás, ¿Volverían de noche?...

La respuesta a eso le llegó a la castaña después de comer, pues el rubio la había llevado a una parte al lado de la cascada que no habían visto.

Había una carpa hecha con pieles, se miraba lo suficientemente grande como para dos personas, o quizás una más.

Marizza: ¡Oh ya veo, nos quedaremos a dormir aquí hoy!.- Chilló feliz, el rubio se había tomado la molestia de llevarla a un lindo lugar.

Quería entrar en la carpa, pero, su ropa aún estaba húmeda, y no quería mojar nada, miró al rubio y trató de hacerle entender eso.

Marizza: ¡Oye Pablo!, ¿Hay algo de ropa para mí allí dentro?, es que esto está todo mojado, mira.- Agarró la tela de su ropa y la apretó haciendo que agua cayera de ella, no mucha, solo fueron unas gotitas, pero demostraban su punto.

El rubio la miró con la cabeza hacia un lado, como si estuviera descifrando lo que estaba diciendo, pero después abrió la carpa y tomó de la orilla una larga piel, unida con otra, como una manta.

King - Alfas y OmegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora