𝙏𝙝𝙚 𝙘𝙤𝙡𝙙 𝙙𝙚𝙨𝙩𝙞𝙣𝙚𝙙 _ 𝘽𝙖𝙣𝙜 𝘾𝙝𝙖𝙣 𝙭 𝙇𝙚𝙚 𝙁𝙚𝙡𝙞𝙭

Cap. ③

Estoy intentándolo, pero este sentimiento no se a ido

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Él lo sabía, sabía que había caído bajo en ese preciso momento al enamorarse de ese humano ¿muy difícil de creer de un vampiro no? Pues, Hyunjin estaba en ese aprieto. No podía sacar de su mente al de mejillas manchadas con pecas, quedando muy obvio a su familia lo que le estaba pasando.
Aunque el gran Hwang Hyunjin no tenía que dar explicaciones a extras en su vida solo porque se lo preguntaran ¡no! Para nada. El tena su vida, que los demás hicieran lo que quisieran con las suyas mientras a él lo dejen en paz.

— ¿porque siempre con esa cara? ¿Acaso el niño de mamá se enamoró por primera vez en la eternidad? — Bromeo Yang Jeongin, un chico de blancos cabellos casi del mismo tono de su piel — ¿Qué? ¡¿Enserió te has enamorado?! Lo decía de broma pero eso de verdad me sorprende —  sonrió enormemente, mostrando su bien dotada y cuidada dentadura blanca.

— juro que si no te callas te romperé los malditos colmillos para que ya no estés como pulga arrastrada en el cuello de ese lindo predicador de segunda — advirtió mientras le sonreía de forma forzada y cínica — recuerda tu lugar I.N, soy el mayor de todos los niños pubertos y estúpidos de esta familia ¿entendiste? — musito sin animo alguno, caminando por los grandes pasillos de esa mansión oculta entre los bosques y de la humanidad.

— llegas a tocarle un solo pelo a Seo y yo…—

— ¿y tú? ¿Qué aras? No puedes ni protegerte a ti mismo y vas a proteger a un humano — rio nuevamente, volviendo con su caminata.

— ¡en algún momento veras lo horrible que se siente! No poder proteger lo que más amas — le recalco al rubio más alto, haciéndolo dudar un poco.

¿Por qué no fue precavido?

¿Por qué no tomo enserio las palabras de Jeongin?

Ahora se arrepentía de sus palabras, después de ver como el lobo pulgoso (como lo llamaba el) había salvado a ese lindo humano de nombre Felix de otro lobo. Se sentía inútil y de verdad lo admitía, se sentía inútil por no poder entrar al hogar del pecoso para ayudarlo sin que este le permitiera pasar con su palabra.

— me desespera tanto, maldito pulgoso ¿Qué tiene el que yo no? — murmuro volviendo a su frio “hogar” sin ánimos.

Aunque el intentara, sabía que nunca podría acercarse al rubio sin que esté lo rechacé. Se había ganado que el humano lo detestara de seguro, solo si hubiera olvidado sus instintos tan mundanos de su propia naturaleza todo sería diferente.
O eso pensaba el, aunque el molesto dolor en sus colmillos seguía al recordar que no pudo haber marcado ese lindo cuello y reclamarlo como suyo. Simplemente detestable, aunque al menos se había liberado de un gran peso al matar al culpable de las marcas en el cuerpo del pecoso.

A la mañana siguiente, los castaños y claros ojos del chico fueron molestados por los rayos del sol que entraba por su ventana, despertándolo de su ensoñación. Se levantó lentamente, sintiendo el malestar en su cuello y hombro, llevando una de sus manos a la zona y notando pequeños huequitos dolorosos en la zona de su hombro.
¿En qué momento ese horrible sujeto lo había mordido? Tan vez estuvo tan asustado que no sintió tal intromisión en su cuerpo como los colmillos de ese depredador por naturaleza, ahora se sentía más asqueroso que antes.

— Necesito un baño — se dijo a sí mismo, tal vez así sacaría esa suciedad inexistente de su cuerpo.

Tan vez había dormido mucho tiempo ya que al salir de su hogar el sol estaba alto en el cielo, seguro no se había dado cuenta del tiempo durante dormía y recuperaba esa energía que le faltaba. Tomo dos cubetas de acero y empezó a caminar hacia el rio, mientras cargaba las dos trataba de no darle tanta importancia al dolor de su hombre pero aun así le era imposible.
Tropezó torpemente, dejando caer las cubetas al suelo mientras suspiraba con frustración. Aunque sus quejas fueron cortadas al divisar la silueta de una persona al frente de él apoyado en uno de los árboles de ese bosque.