CAPITULO 11: ESTOY ORGULLOSO DE TI

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Me llegó un mensaje de Génesis diciendo que teníamos que terminar. Su madre la enfrentó de nuevo y ella estaba en problemas. Le rogué que lo pensara, mi mente estaba absorta de tanta impresión que estaba pasando en ese momento. "Génesis, te amo" le expresaba mis sentimientos de una forma tal que no encontraba consuelo en mi corazón.

Hubo días y horas de mucho silencio, los días de la semana pasaron y yo meditaba mucho y sufría en silencio de todo lo que estaba aconteciendo.

Una ex alumna mía estaba haciendo prácticas de psicoterápias en la misma universidad donde se encontraba Génesis, me invitó a ir a una de las prácticas, eran tipo de pasantías o algo así. Fue un sábado donde asistí a esas terapias, esperé mucho, pues aún no llegaba la persona que iba a hacer la terapia. Perdí la paciencia y salí a caminar por los campos verdes de la universidad. Recordé que era domingo y Génesis iba los sábados y domingos, ¡wow! de verdad no me había percatado que Génesis estaría en aquel día, pues solo iba a verla los domingos y no había ido un día sábado.

Me importó madres la psicoterapia y fuí hacia el curso de Génesis, nunca había ido, ya que ella y yo siempre nos encontramos en el parque de la universidad. Recordé la dirección que me había dado y fuí para allá. Me asomé y la ví: ¡Qué grandioso! tristemente estaba con una cara demacrada, de lejos se veía sus ojos hinchados y tristes, denotaba que estaba llorando anteriormente, sin embargo le hice señas por la puerta transparente de su curso hasta que me vió. Me hizo señas de "hola" y se acomodó mejor en el asiento, estaba dando un examen.

Impacientemente esperé afuera de su curso, para no parecer obvio salí a dar una caminata, tiempo después nos encontramos, salimos cerca del pabellón de estudio donde se encontraba su aula de clases, quise darle un beso en la boca pero viró la cara, me dijo: "solo somos amigos"

La abracé fuerte, yo sé que estaba sufriendo por dentro, toda la presión que sentía de la familia no es fácil para una niña de 18 años, sin presionarla quería que sepa que era el amor de mi vida, no me importaba si las demás personas nos estaban observando. Nos abrazamos mucho, fuerte, solo sentía la respiración de ella sobre mi pecho, el silencio abundaba en un sentimiento íntimo, luego de un poco de esfuerzo empezamos a besarnos, claro, como amigos supongo. Caminamos tonteando los lugares mientras ella tenía que esperar algo de sus clases la cual no recuerdo pero no estábamos muy lejos de su aula, nos filtramos por los corredores de otras aulas desocupadas para darnos más besos y caricias.

El resto de sus compañeros y compañeras estaban atentos y reunidos hablando de su examen pero yo le estaba robando su atención. Nos tomamos fotos, ella tenía una blusa amarilla hermosa y su sonrisa era genuina, ¡Qué no daría por siempre verla felíz! He luchado tanto por su sonrisa y su felicidad, que verla así era disfrutar de una manera inexplicable.

Tomar su rostro suave y blanco al verla a los ojos me hipnotizaba hasta poner cada rincón mío de punta a punta. Fue tanto el amor y el cariño que nos dábamos que pareciera que nunca más nos volveríamos a ver.

Mi corazón estallaba de ternura y de amor, me sentía el hombre más feliz del mundo. Esa tarde no pudimos regresar a casa juntos pues ella esperaba a su familia que irían a recogerla a la salida de la universidad, más verla caminar alejándose de mí simbolizaba a que se llevaba una parte de mi corazón. Yo regresé a casa caminando, pensando en todo lo que estaba pasando. Quería y me sentía cada vez más cerca de hablar con sus padres de una vez pero el miedo que tenía de perderla era aún más grande, no quería que hayan represalias en contra de Génesis.

Aún recuerdo las palabras que más expresaba cada que salía ella de clases "Estoy orgulloso de tí", no estoy seguro si ella entendía la amplitud de esas palabras pero siempre estuve orgulloso de su intelecto, de quien era, de lo que alcanzaría en el futuro, de las promesas que esperábamos cumplir en el futuro, de por fín vivir una vida juntos sin prejuicios. Yo tomaba estas dificultades como pruebas que normalmente habrían si se deseaba conseguir un propósito y yo estaba dispuesto a sufrir si es posible con paciencia para llegar a estar con ella.

Mi casa, mi cuarto y mi cama era un lugar de meditación, de repente mi mundo se centraba en pensar lo que debía de hacer para poder estar bien junto con ella. Hablaba a menudo con mi madre para saber si puede ayudarme a aclarar mis dudas, más encontraba la respuesta en que siempre todo estaba en mis manos, y yo me sentía impelido a seguir con esto a como dé lugar.

Fue un día martes 3 de Septiembre del 2019, me encontraba lavando la ropa de mi familia, mi madre estaba acostada y a mí me tomó toda la mañana hacer el lavado de ropa, al concluir mi madre me dijo que debo ir a pagar 10$ de la energía eléctrica y me esperaba para almorzar juntos. Tomé un baño ligero y me vestí y salí de mi casa aproximadamente a las 12:30 de la tarde, no tenía planificado hacer algo más así que pensaba regresar pronto.

Al cruzar la 2da cuadra de mi casa noté que un taxi se pasó en frente mío interceptandome, bajó un sujeto de allí y alguien por detrás me detuvo y me llevó con mucha fuerza dentro del taxi. Al principio pensé que era un secuestro cuando me dijeron que ellos eran policías y yo estaba siendo detenido por una boleta de encarcelación.

Me decomisaron el teléfono celular y todas mis pertenencias excepto los 10$, me llevaron a la ciudad de Guayaquil, donde pude hacer una breve llamada a mi hermano mayor dando la noticia que fuí detenido.

En la noche del mismo día me trasladaron a la provincia de Sucumbios en la ciudad de Nueva Loja a la cárcel de aquel sitio, llegué al día siguiente.

Perdí contacto con mi familia y todos, incluido con Génesis. La noticia fue devastadora para toda mi familia y yo solo esperaba que no me sucediera algo peor dentro de las paredes de la cárcel. Los días pasaban y las semanas, como era de esperarse caí en una depresión profunda por todo lo que me estaba ocurriendo, a pesar de todo yo recordaba el rostro de Génesis, en las noches lloraba como un bebé desconsolado, pretendía entender todo lo que me sucedía.

Parte de mi consuelo era pensar en Génesis, yo en la prisión no tenía acceso a comunicarme con nadie, no tenía dinero para pagar los altos precios de una llamada en aquel entonces, conseguí un cuaderno y un esfero, y empecé a escribir mis pensamientos, sentimientos y lo que se me ocurriera. Apenas me comunicaba con mi madre en lapsos cortos de tiempo más no podía hacerlo con nadie más. Mi historia con Génesis era parte de mi presente, se me metió por los huesos y jamás pensé en poder enamorarme mucho más a tal punto de amarla como a mi propia vida. Una parte muy interna de mí llegó a entregarse, mi mente, el lugar que nunca le había confiado a nadie, ahora sentía que tenía un acompañante, el amor de mi vida.

El día después de ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora