Escalofríos: no tengas miedo a experimentarlos. Ellos correrán por su espina dorsal cuando lamas gentilmente sus labios.
—¿Cómo... dónde aprendiste a hacer eso? —Intenté mantener la sorpresa fuera de mi voz, pero no tenía idea de si realmente tuve éxito.
Dejó caer el envoltorio húmedo en los residuos verdes.
—Campamento. —Me miró como si debiera saber lo que significaba—. Estuve fuera la mayor parte del verano, Parker. Fui consejero en Etiwanda.
—Oh —dije y asentí con la cabeza como si me hubiera dado cuenta de que había estado ausente. ¿Tal vez eso explicaba cómo me había perdido su estirón?—. Claro.
—No había mucho que hacer después de que se apagaran las luces. Así que los consejeros nos reuníamos en nuestras cabañas en busca de diversión y juegos. ¿Sabes?
—¿Qué quieres decir, juegos de besos? —pregunté, algo sorprendida de mí misma por ponerme tan personal y horrorizada ante la perspectiva de lo que podría querer decir.
Arrugó su cara en una expresión que decía: Uh, sí.
—Siete minutos en el cielo, girar la botella, verdad o reto. Y algunos que ni siquiera estoy seguro que tengan nombres. —Estudió mi rostro—. ¿Por qué? ¿Piensas que es estúpido?
—¡No! —Me dio una mirada de "¿Cuál es tu problema?", así que tomé aliento y continué—. No —dije de nuevo, más calmada—. ¿Supongo que no sabes cómo hacer un lazo con el rabo de una cereza, cierto?
—¿Por qué?
—Solo pregunto.
Señaló mi bolsa de supermercado. —¿Tienes cerezas ahí?
Asentí.
—Establecí el record. Un lazo en cuarenta y ocho segundos.
Caray, ¿en qué clase de campamento trabajaba? ¿Era demasiado tarde para apuntarse?
Se apoyó en el mango de la escoba.
—¿Qué pasa con tu repentino interés en el campamento? ¿O debería decir en besar? ¿Tu novio está quejándose?
Ahogué una risa.
—No. Sin quejas. —De ningún chico. Todavía—. Solo... bueno, es decir, ¿quién no querría ser un poco mejor?
Sostuvo mi mirada el tiempo suficiente como para que me diera cuenta de que sus ojos eran azul oscuro, como la parte más profunda de un lago o la piedra natal de zafiro que esperaba conseguir colocar en mi anillo de último curso. Pero no podía decidir si ese color se veía bien en el rostro de una persona o no...
—¿Quieres que te enseñe cómo le hago el lazo a la cereza?
Lo consideré. Luego me di cuenta de que no sería capaz de ver nada salvo el resultado final. Así que sacudí mi cabeza, luego me encogí de hombros como si ésta hubiera sido una conversación tonta de todos modos y volví a mi fregado.
Claramente entendió que habíamos seguido adelante, porque puso a un lado su escoba y se puso en camino hacia el garaje. Momentos después, noté que regresó rodando un bote de basura. Parando en la calle, recogió una mata de hierba en un recogedor, lo arrojó en la basura y luego se volvió hacia mí.
—Así que, ¿quién es él?
—¿Huh?
—El chico nuevo. Cuando me fui para el campamento, tú y tu novio habían roto. O al menos eso estaba diciendo la gente. ¿Quién es éste? ¿Un estudiante de último año?
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The ABC's of kissing boys
RomanceTitulo: The ABC's of kissing boys Autor: Tina Ferraro