Capítulo 9

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oOo Tres semanas después oOo



Los hermanos Uchiha se encontraban ante la borda. Itachi tenía las manos cruzadas y apoyadas sobre ésta, su espalda estaba recta; Sasuke se hallaba encorvado y recargaba los antebrazos en la borda de madera. Sin disimularlo, el menor le echó una mirada acusadora a la comadreja.

"Bastardo. Y pensar que me preocupé por ti" le transmitió el muchacho con sus ojos.

Itachi tuvo la decencia de mostrarse avergonzado...por un rato al menos. La neblina que empezaba a hacerse espesa, en lugar de deprimir su ánimo, lo reavivó. Kirigakure no estaba muy lejos.

—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Sasuke. Tenía curiosidad por los detalles y es que ni siquiera él fue capaz de ver su plan cuando se estaba gestando. Itachi se había mostrado perturbado por un tiempo, jamás le pidió su ayuda y a él le pasó de noche su estrategia, hasta que un día la comadreja dijo "Hokage-sama tiene una misión para ti, debes ir al país del agua. Yo te acompañaré". Ahí las cosas se pusieron sospechosas y Sasuke se enteró de las generalidades: Su hermano iba a ver a Kisame.

Encorvándose a su vez sobre la borda, Itachi suspiró y habló: —Supongo que no tiene caso ocultarlo ahora. Te lo diré: Cuando me sentaba en el jardín era para planear o esperar noticias, cuando desaparecía de casa era para hacer algo importante. Un día hablé con Hokage-sama y le dije lo que quería; no tenía nada en mi contra, pero me pidió que regresara a las misiones a cambio de su ayuda, cosa que haré después de esto.

En efecto, la comadreja vestía sus ropas usuales, en contraste con Sasuke, quien llevaba el uniforme de la aldea y un rollo que debía entregar a la Mizukage. Si los dos viajaban juntos era por casualidad. Tsunade tenía que enviar el rollo e Itachi concretó sus planes por esas mismas fechas, así que los dos hermanos fueron enviados el mismo día.

—Mizukage-sama fue otra historia —continuó Itachi—. Era a quien debía convencer y la que tenía poder para otorgar o negar. Independiente a la decisión de Tsunade-sama de apoyarme, la Mizukage era quien tomaría la decisión. Es una mujer fuerte y decidida; además, el escape de Kisame el mes pasado no le sentó demasiado bien. Me tomó tiempo convencerla; tiempo y recursos.

—¿La compraste? —preguntó Sasuke un poco sorprendido. Cuando Itachi hablaba de convencer, no le sonaba a proferir discursos sentimentales, sino a negociar algún beneficio mutuo.

—Más o menos —admitió la comadreja—. Los años en Akatsuki me dieron conocimiento y contactos extra. Mientras Hokage-sama no tuviera objeción, le ofrecí a Mizukage-sama algunas cosas hasta que alcancé a sonarle de provecho.

—¿Q...?

—No me preguntes qué cosas. —Algunas se tambaleaban en el gris espacio entre lo legal y el crimen, otras fueron ofertas rechazadas y había incluso algunas francamente vergonzosas. No quería hablar de eso, no con Sasuke. Se contentaba con saber que su trato era un éxito y podría ver al tiburón de la niebla.

—Aunque no sepa lo que te pidieron a cambio, adivinaría que fuiste estafado —le enfrentó Sasuke—. Considerando lo mucho que tardaste en conseguir el trato, cualquier cosa a cambio sólo de verlo debe ser un robo.

Itachi no lo creía así. A los prisioneros de la categoría de Kisame nunca les visitaban, no había quién y no había cómo. Además, su pago por el nimio detalle de verlo no era tan elevado. Mei no era ninguna aprovechada, jamás abusó de su condición, sólo le pidió lo que le hubiera pedido a cualquier otro: Un pago razonable por el derecho de ver a un criminal rango S.

Esa temporada del añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora