(Historia corta)
Arisha, una joven de 19 años, asiste a una elegante fiesta de jardín. Justo cuando esta por recibir una propuesta de matrimonio, aparece un conejo blanco con ropa, lo sigue a través del bosque para terminar en un mundo donde todo es...
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Sin importar cuanto lo quería, aquella pesadilla no se iba. No soñaba eso todos los días, pero si era muy seguido. Ya me había acostumbrado a la sensación de ir cayendo hacia el vacío, sentir como mi estómago se encogía mientras ahogaba un grito.
Mi padre fue el que siempre me ayudaba en las noches cuando me despertaba asustada de la caída o de alguna de aquellas criaturas, algunas más grandes y feroces que otras. Sabía que mi padre era más imaginativo, como yo, mi madre siempre fue centrada y con los pies en la tierra. Con ella a mi lado, me veía como una niña loca.
Un tiempo pasó y empecé a tomar cierto cariño y apego hacia aquél lugar y a aquellas criaturas de mis sueños. Dejó de ser una pesadilla para ser un mundo al que me gustaba ir, uno en el cual me divertía, un lugar donde me permitía imaginar más allá de todo lo imposible.
Unos años más pasaron y la pérdida de mi padre se llevó todas mis ganas de diversión he incluso parte de mi creativa imaginación, con él se había ido la mitad de mi corazón. Aquél mundo se volvía cada vez más borroso hasta que un día, simplemente lo olvidé.
Tenía pesadillas que no me dejaban dormir, mi madre se preocupaba pero ni yo misma podía decir de lo que se trataba ya que al despertar, sabía que había tenido una pesadilla pero, no recordaba absolutamente nada de ella.
Estiro mi mano hacia la pequeña mesa de luz que hay a un lado de mi cama, abro el cajón, intentando no hacer ruido y saco una foto de mi padre, la cual está en un pequeño marco ovalado.
Sonrío al verlo allí y recuerdo la última vez que me ayudó ante la pesadilla.
—¿Tu crees que ya perdí la cabeza?
—Temo que si, te has vuelto loca, demente, chiflada, pero te diré un secreto, las mejores personas lo están
—Pero...
—Solo es un sueño, Arisha, nada de ahí te puede herir, pero si te asustas mucho, solo tienes que despertar así —Me pellizca.
Siento una mano en mi hombro y me percato de que mi madre está a mi lado.
—Aún conservas eso —Le sonrío y guardo la foto. —, métete a la cama, mañana es un día importante
—Aún no me has dicho el por qué
—Descansa, Ari
—Buenas noches, mamá
La mujer me sonríe una última vez y se va de la habitación, apagando la luz y cerrando la puerta. Me tapo con las cobijas, me acomodo he intento dormirme, pidiendo al universo que no me castigue con una pesadilla esta noche.
Arisha, vuelve.
Me despierto sobresaltada y miro alrededor, solo veo mi habitación a oscuras, entonces vuelvo a dormirme.
