(Historia corta)
Arisha, una joven de 19 años, asiste a una elegante fiesta de jardín. Justo cuando esta por recibir una propuesta de matrimonio, aparece un conejo blanco con ropa, lo sigue a través del bosque para terminar en un mundo donde todo es...
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La pequeña puerta se cierra lentamente y vuelvo a la mesa del centro. Veo una botella con una etiqueta que dice "Bébeme".
—Quizá ya estoy muerta así que no importa
Bebo un par de tragos de aquél líquido de dudosa procedencia. Siento que mi cuerpo comienza a hacerse cada vez más pequeño, entonces tomo la llave antes de que no pueda hacerlo. Me hago tan pequeña que termino debajo de mi vestido, como si fuera una simple rata. Al menos la ropa de abajo si me queda para poder taparme. Aparto el vestido verde y corro hacia la pequeña puerta, con la llave en mano.
Abro la puerta y la brisa golpea mi cabello. Salgo de la habitación, lo que veo frente a mi me deja sin habla, los árboles son enormes, tanto que sus hojas son del tamaño de mi cabeza, también hay flores coloridas y estatuas de animales, hechas con arbustos, como una jirafa, un pájaro o una ardilla. Más allá del bioma selvático y verde, en el horizonte, veo agua.
Comienzo a bajar las escaleras que me alejan de la puerta que se está cerrando. Unas libélulas pasan volando a mi lado y son enormes.
Un sendero de piedra me lleva hasta un gran arco de metal con unas columnas a cada lado y paredes muy altas. Un cerdo verde con lunares negros se cruza en mi camino, retrocedo un paso, del miedo, pero se va y yo sigo avanzando. Más adelante veo unas libélulas persiguiendo a lo que parece ser un caballito con alas, pero de esos de niños, el juguete, no uno real.
—¿Dónde me he metido? —susurro.
—Les dije que es la Alicia correcta
Frente a mi, de la nada, aparecen dos "niños", calvos y regordetes con ropa café, ambos son idénticos, a su lado tienen a un dodo azul, un pájaro bastante extraño. En los pies de ambos niños está el conejo blanco con ropa y a su lado un ratón del mismo color.
—Pues no me convence —dice la rata.
—¿A eso le llamas gratitud?... pasé semanas allá —le responde el conejo. —, seguí a cada Alicia que me encontré, casi fui devorado por otros animales, solo imagínense, andan por ahí totalmente desnudos y hacen su popo en público
Por unos segundos dejo de respirar y en mi mente aparece la palabra "demente", era la única explicación que podía darle a esta situación, no podía ser otra cosa. Me volví loca.
—No tiene nada de ella misma —Las flores también hablan y tienen rostros. Genial, ¿qué más?, ¿también hablan las rocas?.
—Es por que no es la Alicia correcta —El ratón parece enojado.
—Oh, lo sería si lo fuera —dice uno de los niños calvos.
—Pero si no es, no es —le responde el otro y empiezan una conversación entre ambos.