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CAPÍTULO 6
Los hombres que eligen a las mujeres que aman demasiado
Ella es la roca en la que me apoyo,
Es el sol de mis días,
Y, digan lo que digan de ella,
Señor, ella me aceptó y me convirtió en todo lo que soy—
Ella es mi roca
¿Cómo funcionan las cosas para el hombre involucrado? ¿Cuál es su experiencia de la atracción que se produce en los primeros momentos en que conoce a una mujer que ama demasiado? ¿Y qué sucede a sus sentimientos mientras la relación continúa, especialmente si él empieza a cambiar y se vuelve más sano o más enfermo?
Algunos de los hombres cuyas entrevistas aparecen a continuación han ganado un grado inusitado de autoconocimiento, además de un considerable discernimiento de los patrones de sus relaciones con las mujeres que han sido sus parejas. Varios de estos hombres que están recuperándose de distintas adicciones tienen el beneficio de años de terapia en Alcohólicos Anónimos o en Drogadictos Anónimos y, por lo tanto, son capaces de identificar la atracción que ejercía sobre ellos la mujer co—alcohólica mientras ellos se hundían o ya estaban atrapados en la telaraña de la adicción. Otros que no han tenido problemas de adicción han participado en tipos más tradicionales de terapia, la cual los ayudó a entender mejor tanto sus relaciones como a ellos mismos.
Si bien los detalles difieren de una historia a otra, siempre está presente la atracción de la mujer fuerte que, de alguna manera, promete compensar lo que falta en él o en su vida.
TOM: cuarenta y ocho años; sobrio desde hace doce años; su padre murió de alcoholismo, al igual que un hermano mayor.
Recuerdo la noche en que conocí a Elaine. Fue en un baile en el club campestre. Los dos teníamos poco más de veinte años, y ambos estábamos acompañados. La bebida ya era un problema para mí. A los veinte años me habían arrestado por conducir en estado de ebriedad y dos años más tarde tuve un grave accidente automovilístico, que ocurrió porque había bebido demasiado. Pero, claro, yo no creía que el alcohol me estuviera haciendo daño. Sólo era un muchacho que sabía divertirse.
Elaine estaba con un conocido mío, que nos presentó. Era muy atractiva y me alegré mucho cuando cambiamos de pareja para un baile. Naturalmente, aquella noche yo había estado bebiendo, entonces me sentía un poco audaz; como quería impresionarla mientras bailábamos, probé unos pasos que eran bastante estrafalarios. Me esforzaba tanto por no parecer brusco que literalmente me llevé por delante a otra pareja y dejé a la mujer sin aliento. Me sentí realmente avergonzado y no pude decir mucho, salvo mascullar una disculpa, pero Elaine salvó la situación. Tomó a la mujer del brazo, se disculpó con ella y con su pareja y los acompañó a sus asientos. Se mostró tan dulce que quizás el marido se haya alegrado de que hubiera pasado todo eso. Luego volvió, muy preocupada por mí también. Otra mujer podría haberse enfadado y no habría vuelto a hablarme. Bueno, después de eso no pensaba dejar que se apartara de mí.
Su padre y yo siempre nos llevamos de maravillas, hasta que él murió. Claro que él también era alcohólico. Y mi madre adoraba a Elaine. Siempre le decía que yo necesitaba alguien como ella para que me cuidara.
Durante mucho tiempo Elaine siguió haciendo de pantalla para mí como aquella primera noche. Cuando finalmente buscó ayuda para sí misma y dejó de facilitarme el hecho de seguir bebiendo, le dije que ya no me amaba y me escapé con mi secretaria de veintidós años.
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Robin Norwood Las mujeres que aman demasiado
Después de eso comencé a decaer muy rápido. Seis meses más tarde asistí a mi primera reunión en A.A., y desde entonces no he vuelto a beber.
Elaine y yo nos reconciliamos un año después de que dejé de beber. Fue muy duro, pero aún teníamos mucho amor. No somos las mismas personas que se casaron hace veinte años, pero ambos nos gustamos mutuamente y a nosotros mismos, más que entonces, y tratamos de ser sinceros el uno con el otro todos los días.
La atracción de Tom hacia Elaine.
Lo que ocurrió entre Tom y Elaine es típico de lo que sucede entre un alcohólico y una co—alcohólica al conocerse. El se mete en problemas y ella, en lugar de ofenderse, busca una manera de ayudarlo, de disimular las cosas y hacer que él y los demás se sientan cómodos. Proporciona una sensación de seguridad, que para él es una atracción poderosa puesto que su vida se está volviendo inmanejable.
Cuando Elaine ingresó a las reuniones de familiares de alcohólicos y aprendió a dejar de ayudar a que Tom siguiera enfermo al encubrirlo, el hizo lo que hacen muchos adictos cuando sus parejas comienzan a recuperarse. Se desquitó en la forma más dramática que pudo y, dado que para cada hombre alcohólico hay muchas co-alcohólicas que buscan alguien a quien salvar, no tardó en encontrar una reemplazante de Elaine, otra mujer que estaba dispuesta a continuar la clase de rescate que ahora Elaine se rehusaba a darle. También se enfermó mucho más, hasta el punto en que sus alternativas se redujeron a dos; comenzar a recuperarse o morir. Sólo entonces aceptó cambiar.
En la actualidad la relación está intacta, debido a la participación de ambos en los programas de Anónimos, A.A. para Tom, familiares para Elaine. Allí están aprendiendo, por primera vez en su vida, a relacionarse de manera sana, no manipulativa.
Charles: sesenta y cinco años, ingeniero civil retirado con dos hijos; divorciado, vuelto a casar, y ahora viudo.
Hace dos años que murió Helen, y finalmente comienzo a tratar de corregirlo todo. Nunca pensé que consultaría a un terapeuta, no a mi edad. Pero después de su muerte me puse tan furioso que me asusté. No podía dejar de sentir que quería lastimarla. Soñaba que la golpeaba y despertaba gritándole. Creí que me estaba volviendo loco. Finalmente reuní el coraje para decírselo a mi médico. El tiene mi edad y es tan conservador como yo, por eso cuando me dijo que me convenía consultar a un profesional me tragué mi orgullo y lo hice. Me puse en contacto con un terapeuta que se especializa en ayudar a la gente a sobreponerse al dolor. Bueno, trabajamos con mi dolor y éste seguía aflorando como ira, entonces finalmente acepté que estaba completamente loco y, con la ayuda del terapeuta, comencé a examinar por qué.
Helen fue mi segunda esposa. Mi primera esposa, Janet, aún vive aquí, en la ciudad, con su nuevo marido. Creo que es gracioso usar la palabra "nuevo".Todo esto sucedió hace veinticinco años. Conocí a Helen cuando trabajaba para el municipio como ingeniero civil. Ella era secretaria en el departamento de planeamiento y yo solía verla a veces en el trabajo, y tal vez una o dos veces por semana a la hora de almorzar, en una cafetería pequeña del centro de la ciudad. Era una mujer muy bonita, siempre vestía muy bien, y era un poco tímida pero amigable. Sabía que yo le agradaba por la forma en que me miraba y sonreía. Creo que me halagaba un poco el hecho de que me prestara atención. Sabía que era divorciada y tenía dos niños, y me daba un poco de pena que tuviera que criarlos sola. Un día la invité con un café y tuvimos una charla agradable. Dejé en claro que yo estaba casado, pero creo que me quejé demasiado por algunas de las frustraciones de la vida matrimonial. Aún no sé como se las ingenió ese día para transmitir el mensaje de que yo era un hombre demasiado maravilloso para ser infeliz, pero salí de esa cafetería sintiéndome como si midiera tres metros de altura y con ganas de volver a verla, de sentirme como ella me había hecho sentir; apreciado. Tal vez era porque ella no tenía un hombre en su vida y echaba eso de menos, pero después de nuestra charla yo me sentía grande, fuerte y especial.
Aun así, yo no tenía intenciones de comprometerme. Nunca antes había hecho nada así. Había salido del ejército después de la guerra y había sentado cabeza con la esposa que me
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