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Cuando Kiev despertó, las pesadillas lo hicieron saltar, en un grumoso pantano verdoso de olor fuerte estaba su hermano Maiken, con el tajo abierto y la carne blanca expuesta. Poco a poco se transformaba en Maley con el trozo de metal negro en el cuello y Kiev trataba de arrancarlo, pero era como una raíz fuerte aferrada a la tierra.

Sus manos llenas de sangre se deslizaron del metal y cuando cayó en el suelo dio un salto sobre el lecho duro en el que estaba apoyado, pero no era en la tienda de la enfermería, era un lugar donde el pasto alto le rodeaba el cuerpo, las pequeñas pajas verdosas se ondeaban con el viendo, como si tuvieran vida propia y cada una quisiera acariciarlo. Se sintió parte del lugar, como si fuera una hebra más del océano de pasto.

Kiev estaba bajo la sombra de un árbol dorado, tan dorado y brillante que parecía tener vida propia, como si la luz que despedía se convirtiera en brazos que lo arroparon del frío. Las ramas del árbol se extendieron hacia Kiev y lo tomaron de la cintura con fuerza, las hojas transparentes como el cristal le apuntaron.

—Los he esperado tanto —le dijo, era una voz sin voz, como si le hablara en la cabeza, con amor y miedo, mucho miedo.

Cuando despertó, tenía la nariz metida en en el pecho de Bastian, con los pies enredados en los suyos y lo abrazaba con una fuerza brutal por la cintura, era ese abrazo el que tenía en el sueño.

Tratando de librarse del agarre del rubio movió la cabeza hacia los lados y rozó la nariz con los pelitos del pecho de él y se quedó a propósito un ratito, sintiéndolo. ¿alguna vez lo habían abrazado? La respuesta era clara: No, nunca lo había abrazado alguien que le gustara, aunque fuera un poco, así que se quedó ahí hasta que el abrazo fuerte comenzó a hacérsele insoportable.

Se movió para apartarse y logró verle la cara, tenía los labios apretados al igual que los ojos. Soñaba.

—Bastian — le dijo, pero el joven no despertó. Incluso con normalidad era difícil sacarlo de los brazos del sueño, así que Kiev intentó salir de él, pero Bastian lo rodeó con la otra mano y lo apretó contra si tan fuerte que le arrancó el aire. Una picazón muy fuerte le invadió la planta del pie e intentó rascarse, pero las pesadas y fuertes piernas de Bastian tambien lo tenían sujeto.

—Ya te alcancé, ya estoy aquí —dijo el rubio entre sueños y Kiev levantó el mentón con fuerza, se movió entre el agarre de Bastian y cuando llegó a su oído sopló con fuerza en él, eso siempre le había servido para molestar a Maiken que daba un salto en la cama.

Toda la fuerza del agarre se aflojó y Kiev no había entendido con que tanta fuerza lo estaba abrazando hasta que pudo respirar.

Los ojos azules de Bastian se abrieron, pero no saltó como Maiken. Lo miró fijamente, sus alientos acelerados y sus labios separados por apenas un suspiro.

—Lo siento — le dijo el rubio, de seguro había alcanzado a sentir como lo apretaba. Kiev asintió despacio con la cabeza, pero la picazón de la planta del pie lo estaba matando — mierda me pica el tobillo.

Bastian se apartó para rascarse y Kiev sintió como se fue el calor con él, la luz del sol apenas comenzaba a verse por la clara tela de la tienda.

—Kiev, ¿Qué es esto? — Kiev se rascó con los dedos la planta del pie, pero sintió algo ahí, como tela.

Se sentó y trató de jalar el pie, pero algo lo tenía sujeto al suelo y eso lo asustó.

Por la bruma de la mañana no pudo ver con claridad lo que lo tenía agarrado hasta que se restregó los ojos. Una raíz lo tenía enganchado por el pie, como una telaraña de hilos muy delgados que le cubría toda la planta.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2023 ⏰

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