CAPÍTULO 25

47 3 0
                                    

ALEC

Ha pasado justo una semana desde que fuimos a buscar a Thomas Hunter. No lo encontramos. Se nos escapó. Los únicos que estaban en la calle donde se le había visto era la policía local. Mis agentes los interrogaron, pero parece ser que a ellos también les llegó información de la supuesta vista del asesino y fueron en su búsqueda antes de poder avisar al FBI.

La mañana, sin embargo, pasa tranquila para todos, menos para mí, que he estado pegado a Gracie durante la última semana. Me alegra saber que a ella no le molesta en absoluto porque lo hubiera hecho igual le hubiera gustado o no. El día de su cumpleaños cada vez está más cerca y el caso de su padre está cada vez más jodido.

—¿Qué piensas hacer esta noche? —Le pregunto a Gracie mientras comemos juntos durante su descanso en el trabajo, en el banco de siempre.

—Estudiar para un examen de psicología que me he enterado esta mañana que tengo —Gracie pone una mueca de fastidio.

—¿Jade no te lo ha dicho hasta ahora?

—No vamos a todas las asignaturas juntas este semestre.

—Bueno, por suerte para ti, tengo un hueco esta noche para ti. Puedo ayudarte a estudiar —sugiero con una sonrisa mientras coloco mi brazo en el respaldo del banco.

—¿Tienes la carrera de psicología? —arquea una ceja ella, casi burlona.

—No, pero valgo para todo.

—¿Por qué tanto interés en mí últimamente? —entrecierra los ojos, desconfiada. Lleva con esa actitud unos cuantos días.

—Siempre has tenido mi atención, Gracie, no sé de qué me hablas.

—Sabes perfectamente de qué te hablo. Te recuerdo que aún no me has dicho nada sobre mi padre y, bueno, ahora estamos juntos en esto, ¿no? Creo que me merezco saber qué está pasando.

—Gracie… —comienzo en un suspiro.

—Habla.

Mis ojos se abren levemente cuando escucho su orden. Frunzo el ceño, extrañado de que alguien me dé órdenes cuando nunca nadie lo ha hecho. Siempre las doy yo. Sin embargo, no creo que me guste el final de esto, por como me está mirando, si no le hago caso.

—Solo quiero que te quedes conmigo hasta que encontremos a tu padre, ¿vale? Sospecho que la última víctima… —comienzo, pero vacilo y miro al suelo, mordiéndome el labio inferior, dudoso.

—¿Qué? ¿Quién es? Habla de una vez, por dios. ¿Es mi madre? —insiste, irguiéndose en el banco—. Oh, no me digas que es ella —Gracie se tapa la boca, pasmada.

—Tú. Tú eres su última víctima, Gracie —me atrevo a mirarla con la mandíbula tensa.

—¿Qué…? ¿Cómo coño has llegado a esa conclusión? —su tono se vuelve serio.

—¿Qué más da ahora? Lo único que quiero es que estés a salvo, así que no te separarás de mí en ningún momento, ¿entendido? —la miro significativamente, pero ella parece descolocada, pensativa.

Apoyo mi mano en su rodilla, intentando alejar esos pensamientos evasivos que tiene cada dos por tres, pero Gracie mantiene los ojos fijos en algún lugar cuando responde.

—Tengo que trabajar y luego he quedado con Jade…

—Después del trabajo te recogeré yo, como hice ayer —la interrumpo con calma, acariciándole la rodilla todavía—. Y Jade puede venir a casa si quiere.

—¿A casa? ¿A tu casa? —Frunce el ceño.

—Sí, a casa —asiento, con una sonrisa divertida por su mueca—. Solo es un edificio viejo en medio de un barrio de mala muerte, así que no es mío. No quiero tener esa cosa como algo de mi propiedad.

EL ÚLTIMO CASODonde viven las historias. Descúbrelo ahora