CAPÍTULO 4

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ALEC

Estoy terminando un trabajo que Zach me ha reclamado esta semana dos veces cuando me aporrean la puerta.

—¡Alec, espero que te estés poniendo tu mejor traje porque te recuerdo que has quedado en diez minutos! —La voz de Damion grita al otro lado de la puerta.

Frunzo el ceño y miro la hora en el portátil.

—¡Joder! —Doy un golpe en la mesa y me levanto corriendo, haciendo volar la silla de ruedas hacia atrás hasta que se choca con la cama.

Cojo lo primero que veo en el armario y me cambio corriendo. Salgo de la habitación y me encuentro con Damion en el marco de su habitación, de medio lado en dirección a mi habitación mientras se mira un reloj imaginario en su muñeca.

—Vete a la mierda —digo entredientes mientras lo paso de largo.

—Me tomaré eso como un: Gracias, Damion, eres el mejor agente que podría haber tenido en mi equipo. Gracias por recordarme que tengo una cita en menos de ocho minutos.

Entro al lavabo y me baño en colonia antes de salir y bajar las escaleras corriendo, yendo al comedor.

—Steven, ¿podrías acabarme el trabajo del caso del hombre asesinado hace ocho días por la mafia rusa? —pregunto, mientras me pongo los zapatos a toda velocidad y luego me escondo un micrófono oculto en el interior de la chaqueta.

Todo está preparado encima de la mesa para que los agentes puedan escuchar las charlas de esta noche en la tranquilidad de casa.

—Claro, lo que sea para que el señor don citas vaya a buscar a su cita —sonríe sin apartar los ojos de la televisión. Ryan, sentado en la mesa mientras trabaja en algún asunto, se ríe.

—Esto es una mierda. Es mi único día libre de trabajo en más de dos semanas, y lo tengo que malgastar saliendo con una chica que ni me va ni me viene.

—Recuerda porqué lo haces —dice Damion, entrando al comedor mientras ojea unos papeles.

—Cada vez que lo recuerdo, tengo más ganas de matar a Zach por no haberme dejado interrogarla como es debido.

—Deja de enfadarte y ensaya esas sonrisas —aconseja Bret con tono burlón—, que esta noche vas a tener que fingir muchas, guapetón. 

—Una burla más y os juro que os traslado a otro Agente Especial al Mando.

Veo como Bret levanta los brazos en señal de rendición y como Ryan hace como que se cierra la boca con cremallera con los dedos. Damion se centra en los papeles mientras se sienta al lado de Ryan y mira también los suyos, poniéndolos en común. Steven, sin embargo, parece muy ocupado viendo su serie favorita.

—No me toques —advierto cuando Bret se me acerca a colocarme bien el pelo negro. Él sonríe como un santo y estoy seguro de que se le ha pasado por la cabeza estrujarme los mofletes como una vieja.

***

En menos de media hora llego al vecindario de Gracie Hunter. No he podido llegar antes. Vivimos a una hora de distancia, así que la suerte es que no me haya estrellado por el camino.

Aparco de un frenazo en la puerta de su casa y la veo sentada en las escaleras que dan a ésta. Estampo la frente en el volante, replanteandome la vida. No me apetece para nada esto.

Al final, me obligo a salir del coche y cerrar la puerta de un portazo.

—Perdón, perdón, perdón —digo, mientras me acerco a ella.

EL ÚLTIMO CASODonde viven las historias. Descúbrelo ahora