El Plan (Part. 2)

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A/N: ya no voy a volver a decir actualizo x día porque el universo se encarga de que al final no pueda jajaja pido perdón.

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DIEZ DIAS ANTES DEL ACCIDENTE

En la habitación sólo se oía el sonido del choque entre sus pieles, húmedo, rítmico y se mezclaba por los suspiros que ambos estaban emanando a cada embestida. Se movía con rudeza, marcando las caderas de Aegon con sus dedos por la fuerza con la que se tenía sujeto de ellas, una marca más para agregar a todas las que le había dejado esta vez. 

Y es que habían pasado semanas sin tocarse, distantes por culpa de toda la situación, teniendo conversaciones que se sentían forzadas e incómodas. Había sentido que algo estaba mal con ellos, que se estaban alejando y eso lo estaba volviendo loco por eso había llegado a su límite esa noche. Necesitaba tocarlo, y que lo tocase, que se sintieran un poco como antes de todo lo de Otto, quería sentirlo de todas las formas posibles. Y por suerte, eso pareció ser mutuo.

Lo había abordado mientras intentaban hacerse la cena, lo había besado sin más, sin explicaciones porque no quería hablar, ni Aegon tampoco al parecer, porque la forma en la que ambos se sumergieron en ese beso los acabo orillando a no poder llegar si quiera a la habitación. 

Aegon tenía los nudillos blancos por la fuerza con la que se aferraba a la mesa, intentando no perder el equilibrio. Mientras él intentaba no ceder ante el torrente de placer que le estaba provocando cada estocada, no quería que acabase, por fin se sentía como antes, por fin estaban bien. El mayor soltó un gemido lastimero cuando el ángulo cambio y empezó a tocar ese punto en su interior, volviéndose más demandante, moviendo sus propias caderas para aumentar la fricción entre sus cuerpos.

—Te extrañé tanto —acabó diciendo en un suspiro—. Jace...

Le lamió el cuello y succiono esa zona hasta dejar otra marca enrojecida, luego subió con la lengua hasta atrapar el lóbulo de su oreja, mordiéndolo hasta hacerlo gemir. Lo penetraba con ímpetu, uno del que no tenía idea era capaz. Tuvo que tirar del cabello rubio de Aegon hacia atrás para poder devorar sus labios una vez más, hambriento de su sabor, de él. 

Ambos estaban al borde, podía sentirlo en la forma en la que Aegon se estremecía a cada estocada, por cómo le fallaban las manos al punto de que tuvo que dejarse caer sobre la superficie de la mesa, sujetándose a los bordes para que no se lo llevase con cada embiste. Pero en esa posición pudo notar un objeto que había dejado olvidado en la barra de la cocina: el celular desechable. 

La pantalla se iluminaba una y otra vez con un nombre escrito en ella. 

Daemon.

No se dio cuenta cuándo empezó a bajar el ritmo, fue gracias a que Aegon se quejó, y palmeó su muslo, en un intento a que volviese a moverse de la misma manera que antes. Lo oyó resoplar al darse cuenta que ya no le estaba prestando atención y que seguía observando el móvil.

—No contestes —le dijo, incorporándose un poco para pegarse de nuevo a él—, por favor... sólo hoy, no contestes.

No quería hacerlo, pero también sabía lo importante que era seguir cada uno de los pasos de Daemon con atención, porque solía tomar decisiones propias, con buenas motivaciones, pero quizás extremistas y que podrían causar más críticas al gobierno de su madre. 

—Lo siento —acabó diciendo, enojado consigo mismo—, lo siento Aegon...

Sus respiraciones aún eran agitadas para cuando se hubo detenido del todo, permaneciendo en un silencio incómodo por lo que parecieron varios minutos. Aegon fue el primero que lo empujo con suavidad para que lo dejará libre y caminó recogiendo la ropa que habían dejado desperdigada por el suelo. 

Targaryen Royalty [lucemond]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora