Capítulo 4: El Enigma de la Estación

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El viento gélido soplaba a través de los desolados andenes de la estación de tren, mientras Thomas se encontraba sumido en la oscuridad y el silencio. La única luz provenía del reloj gigante frente a la puerta, que marcaba las doce en punto de la noche. Thomas se sentía exhausto después de una semana de noches sin descanso en aquel lugar incómodo y desolado. Sus párpados pesados luchaban contra el sueño.

En medio de su cabeceo y somnolencia, Thomas sintió una mano fría y helada que tomó su cabeza y gentilmente la apoyó en el regazo de alguien. Sobresaltado, abrió los ojos para encontrarse con una niña de ojos negros como la noche y una mirada triste. Una sensación de temor y curiosidad se apoderó de él.

Tomando una bocanada de aire para reunir valor, Thomas decidió confrontar a la niña. "Niña, te he estado buscando. Tengo que preguntarte algo", le dijo con voz temblorosa pero decidida. La niña bajó la cabeza y, con una voz suave y temblorosa, respondió: "Por favor, quiero mi oso de peluche. Mi madre me lo regaló. ¿Puedes conseguirlo para mí?"

Thomas hizo caso omiso de la pregunta de la niña y persistió en su búsqueda de respuestas sobre la desaparición de Sofía y Valeria. "Niña, necesito saber dónde están Sofía y Valeria. Tú las tienes. Dime, ¿dónde están?", inquirió con desesperación, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho.

La niña se quedó en silencio por un momento y luego, con una expresión inexpresiva en su rostro, comenzó a caminar hacia una dirección específica en la estación. Thomas, lleno de intriga y determinación, la siguió cautelosamente, cada paso resonando en el ambiente silencioso.

Finalmente, llegaron al lugar exacto donde Sofía y Valeria fueron vistas por última vez, el área del riel. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Thomas mientras recordaba los traumas que había sufrido en ese mismo lugar. Sin embargo, su sed de respuestas superaba cualquier temor.

La niña se posicionó frente a Thomas, sus ojos oscuros fijos en él. Con un gesto de su mano, señaló hacia el imponente reloj gigante que adornaba la estación. "Faltan 5 minutos para que venga el tren", murmuró en un tono inquietante.

Thomas sintió un nudo en el estómago ante las palabras de la niña. ¿Cómo era posible que el tiempo se detuviera en ese momento crucial? Una sensación de terror lo envolvió, pero sabía que debía mantener la calma para llegar al fondo del misterio.

Mientras el tren se aproximaba, con su luz brillante y su estruendo ensordecedor, Thomas giró hacia la niña, exigiendo respuestas con desesperación. "¡Dime dónde están Sofía y Valeria!", gritó, su voz llena de angustia y desesperación.

La niña permaneció en silencio por un instante, y luego, con una mirada penetrante y un tono de voz más sombrío que antes, respondió: "No estamos ni arriba ni abajo, estamos exactamente en ningún lado. Estoy siempre aquí. Pero eso no me preocupa. Lo que quiero es mi oso de peluche, y yo no puedo tomarlo. Pero ustedes sí pueden. Al tomarlo, el tiempo volverá a fluir y no tendrás oportunidad de escapar. Tómalos por mí, por favor."

El horror se apoderó de Thomas al comprender la situación en la que se encontraba. ¿Quién era esta niña y cómo estaba conectada con las desapariciones de Sofía y Valeria? Las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar en su mente confusa.

Sin embargo, su compasión hacia la niña era abrumadora. A pesar de sus dudas y temores, Thomas tomó una decisión audaz. "Te ayudaré. Te daré tu oso de peluche, pero debes esperar dos días. No hagas daño a Sofía y Ana", anunció con voz firme, esperando que esta apuesta valiera la pena.

La niña asintió con la cabeza y, con un movimiento de sus manos, el tiempo volvió a fluir. El tren pasó como si nada hubiera sucedido, y la estación recuperó su aparente normalidad. Thomas sabía que había comenzado una carrera contrarreloj para descubrir la verdad oculta y encontrar a las niñas desaparecidas.

La noche envolvía la estación de tren en un abrazo oscuro y silencioso. El miedo y el suspenso flotaban en el aire, creando una atmósfera opresiva y lúgubre que hacía temblar el corazón. Thomas estaba decidido a enfrentar los horrores desconocidos y adentrarse en los abismos de la estación para rescatar a Sofía y Valeria.

La Niña En El AndenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora