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Las luces de diferentes colores se mezclaban y
creaban distintos tonos que el reconocía, sin embargo no sabía identificarlos del todo. Su cabeza explotaba y comenzaba a sudar haciendo que los mechones platinados se oegaran a su frente. Podía jurar que cargaba con un aura pesada.

Los gritos y el portazo que se habían desatado de su casa unos minutos antes de salir, se reiteraban en su mente casi como la secuencia de una película. Estaba cansado; de su papá y de las personas que traía al hogar que compartían, de su mamá la cual parecía poco interesada en su estabilidad, de las discusiones diarias, de todo lo que lo rodeaba.

Su pulso aún seguía acelerado ante el recuerdo de la mirada desaprobadora de su papá en cuanto le dijo que saldría, de nuevo. Este le repitió por milésima vez en el mes que ya no tenía caso alguno, que le recordaba a su madre la cual sólo huía de sus problemas. Sus pies solo pudieron apurar el paso ante esa respuesta, y corrió en cuanto el hombre mayor amago a tomar el vaso que se encontraba sobre la mesa, olvidándose de llevarse su amada caja de cigarrillos. Le dolía eso, pero más la respuesta de su papá.

La idea de parecerse a alguien como su mamá lo
agobiaba a diario, no deseaba ser de esos que dejaba abandonado todo, sin embargo admitía que aquellas actitudes que había adquirido con el tiempo se presentaban cada vez más en él. Más aún en situaciones como ésta en las que casi lograba escuchar voces en su cabeza, las cuales reproducían escenarios propios de la "casa" en donde vivía.

Su papá gritando, parte de las cosas volando, la mujer que le dio la vida aterrorizada ante ello, los sonidos del hombre de la casa y sus acompañantes, los mensajes presentes en su celular con preguntas por parte del número de su mamá las cuales no eran contestadas. Todo se mezclaban con el sabor del tercer vaso de lo que sea que estuviera tomando.

Allí lo distinguió, llevaba una vestimenta apagada a diferencia de otras veces, pero aún venía con su amada mochila. Cuando los orbes del chico se encontraron con los propios, reconoció algo de miedo en ellos. Lo comprendía, el tampoco esperaba encontrárselo en esa situación, no de nuevo. Cosa poco importante en ese instante, en el que solo deseaba que Alejo se acercara debido a la situación pasada.

Notó como cortaba la distancia, y junto a él su acompañante se aproximaban a su vez. La tranquilidad parecía voverle al cuerpo ya que sabía lo que vendría a continuación. Aguirre se había ofrecido a ser el que llevara esta vez, según él tenía un primo que las conseguía a un precio bajo. Entre ellos acordaron probar algo nuevo, y el aprovecharía la situación para ver si tal cosa lo aislara de todos, incluyendo de la última pelea que tuvo con Alejo.

Se dirigieron al patio de la casa, tampoco era ningún secreto para sus conocidos lo que ellos hacían, pero seguían manteniendo la práctica de apartarse casi ocultarse. El de mochila lo observo, Matías le hizo un gesto dándole a entender que pese al monto que debía pagar ahora, esta vez sí podría pagar todo, incluyendo lo que le debía. La plata de la mensualidad le llego temprano y parte del dinero de su chico seguía en su billetera.

Sin muchas palabras el efectivo fue entregado junto con el monto que debía. Brian no sonrió ni tampoco gesticuló demasiado, era consciente de lo poco expresivo que era. Solo le entregó la pastilla que se encontraba en un pequeño envoltorio de papel, se llevó la suya y la otra para un amigo hacia adentro.

Luka lo observó de una manera cálida, intentó pensar que la idea de esa acción sólo era reflejo del presente que llevaba, no porque hiciera su aparición. Le agradaba la creer que el chico era alguien incondicional, que le ofrecería una ayuda sin importar qué, un refugio que no juzgaba. A pesar de ello, estimaba que todas esas convicciones eran totalmente falsas, casi como su amistad.

-Gracias, Mati. Uno de estos días te doy la otra parte, sos un grande.- Un palabrerío de poco valor salió de allí, a sus ojos se veía como unas palabras buenas y sinceras.

Asintió poco convencido y sólo colocó la pastilla en su boca. No necesitaría agua, su organismo ya conservaba la costumbre. El efecto llegaría en unos minutos, y mientras tanto se apoyó en una pared del lugar y dejo caer su peso por completo.

Lo que parecían ser espejismos de lo sucedido hace unos días volvían una vez más a él. La supuesta ruptura con su pareja esta vez, fue algo que lo azotó en mayor medida.

Especialmente en ese momento cuando lo vió junto a otro chico, días después de las discusiones. Conocía a Alejo y supo que no estaba atándose emocionalmente con el desconocido, ni mucho menos tenía un interés demasiado profundo en la otra persona. Solo era utilizado para que el despecho propio desapareciera, siempre hacía eso. Incluso en situaciones en las que ellos no dieron tal quiebre. Su cerebro no las interpretó nunca como infidelidades, pero ciertamente lo eran.

Aún recordaba cuando Ilevo a Alejo a una fiesta entre amigos. Pasado el rato, un pibe el cual no conocía demasiado, se le acercó para comentarle que conocía a Alejo y que habían tenido algo antes. Le estimó una fecha la cuál ya no recordaba pero que en ese momento identificó como una en la que él y Véliz comenzaban a mantener algo, o más específicamente cuando tuvieron un desliz.

Con todo y eso, el se quedaba con Alejo porque lo amaba. Ambos soportaban esas cosas, pese a que en situaciones algo críticas éstas le presentaran inseguridades muy grandes. Matías se quedaba junto a él porque era lo más cercano que tenía al amor, él y los momentos en donde estaban bien.

Sabía que muchas veces era malo con su novio y creía que éste también lo era, pero de todas formas se quedaba ahí para poder salvarse a sí mismo y cuidar de Alejo como nadie lo hacía, aunque se decía a sí mismo que nunca podría lograrlo.

Lo consumido comenzaba a hacer efecto, podía
sentirse enérgico y la sensación de una extraña
felicidad empezaba a invadirlo. Ya todo lo que lo atormentaba lograba silenciarse.

Ya estaba completo, de nuevo.

﹋﹋﹋﹋﹋﹋

enfiestado || véliz x souléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora