Su último año en Howgarts acababa de empezar hacia tan solo unas hora y el joven había tenido la esperanza de que la madurez hubiera golpeado a aquellos tres leones, por desgracia, sus ruegos no habían sido escuchados.
La mañana había comenzado con una tranquilidad a la que todavía no se había acostumbrado a pesar de llevar todo el verano viviendo en aquella acogedora casa. Había desayunado entre amenas palabras y había sido despedido en el andén 9 y 3/4 con un amor que llevaba tiempo sin recibir.
Había sido un comienzo de curso idílico.
Gruñó con astio. Se habría mantenido así si no hubiera decidido esquivar a Bellatrix Lestreage y esconderse en aquel vagón.
De todos los habitáculos libres del tren, ingenuamente, decidió ocultarse en aquel que se encontraba lo suficientemente lejos del territorio de las serpientes, todo simplemente por evitar la explosión de su amiga, la cual estaba seguro que ocurriría tras ver las vendas en sus brazos, vendas que no había podido ocultar debido al calor veraniego que continuaba asolando Londres. Los merodeadores entraron al mismo minutos después.
Había intentado escapar sin éxito de allí teniendo que soportar varias horas de insultos y miradas burlonas pero lo peor, sin comparación, había sido aquel líquido expeso que se deslizaba por su pelo y del que no había podido librarse hasta después de la cena, un líquido invisible pero con un olor lo suficientemente fuerte como para que los alumnos de Howgarts se alejaran a su paso.
-¿Qué coño ha pasado?- gruñó Bellatrix mientras entraba a su cuarto sin ni siquiera preocuparse en llamar a la puerta- y no me refiero al olor de hoy, estoy segura que eso ha sido culpa de esos tres gilipollas, me refiero a las vendas.
Severus miro sus brazos cubiertos. Las marcas bajo la tela no era lo suficientemente severas pero Albus había insistido en cubrirlas para evitar infecciones.
-Son pequeños cortes, nada de lo que preocuparse- quito importancia- es más, me preocupa más como librarme de este horrible olor en mi pelo.
-Luego te traigo un champú nuevo con olor a flores- ofreció- pero volvamos a lo importante, ¿qué ha sido está vez? ¿Hablaste demasiado alto o simplemente hablaste?
El joven le lanzó una mirada sería. Bellatrix se preocupaba por él, eso estaba claro, pero ciertamente no sabia tener sutileza.
-Me pillo con la maleta y no le hizo mucha gracia.
-¿Con qué?- se sorprendió- Creo que no te he entendido bien, ¿has dicho una maleta?
-Me he ido con Dumbledore, el omega de Grindelward, el que fue al funeral de mi madre con la túnica fucsia- explicó al observar el desconocimiento en los ojos de su amiga- llevaba tiempo insistiendo y después de lo del cigarro- se tomó una pequeña pausa que Bellatrix respeto en silencio- creo que ha sido una buena decisión.
-Mejor tarde que nunca.
-Mejor tarde que nunca- confirmó- me traes ya ese champú, no creo que aguante más este asqueroso olor.
La chica rio fuertemente y le dejo tranquilo, no había que ser un genio para entender que Severus quería estar solo.
-Volvere en un rato, primero tengo que vaciar la maleta. Por cierto los chicos han hablado de pasarnos por Le Tutú en la primera salida a Hosmeade, por si te quieres apuntar.
-Sabes que no me interesa- contesto con cierto cansancio, ese tema llevaba hastiandole demasiado tiempo.
-Solo digo que pasar tu celo acompañado será más llevadero, además, los omegas de allí van para lo mismo. Solo piénsatelo- continuo insistiendo- al menos ven a rellenar el formulario con nosotros, luego no tienes por qué hacerlo.
-El champú Bella- zanjó el tema- traeme el maldito champú.
Severus se quedó solo. Bellatrix era una buena amiga, la mejor que tenía pero a pesar de eso no podía cumplir su deseo, ese no. Sabía que la joven lo único que quería era protegerlo y cuidarlo, a veces incluso más que a sus dos hermanas, pero aquello era algo en lo que ni ella, ni nadie en aquel lugar podía interferir, mucho menos saber pues Severus Snape era un omega en un colegio de solo alfas.
El joven saco con cuidado las nuevas camisas y el uniforme escolar, por fin podía acceder a ropa de su talla y sin tantos remiendos que un solo movimiento podía provocar que se destrozara a pedazos.
Cuando con 8 años su género secundario se manifestó su padre no lo tomo demasiado bien, tal era el punto de su enfado que trataba al joven como un alfa dejando de lado sus necesidades y metiéndolo en la boca del lobo o, como era conocido por la sociedad londinense mágica, Howgarts el mejor colegio de alfas de toda Gran Bretaña. Durante años Severus había accedido a la mejor educación conocida mientras ocultaba su género y, ahora, a tan solo un año de su graduación y libre de las garras de su progenitor había decidido finalizar sus estudios en aquel lugar y mantener la falsa, incluso había llegado a plantearse seguir siendo un alfa por toda su vida pues, tal y como su padre decía, como omega, no conseguiría nada más allá de las desilusiones.
No debería haber sido un omega, los omegas eran hermosos y gráciles y, él, era lo suficientemente horroroso como para ser catalogado como uno de los alfas del castillo que o optaba a una prostituta o se mantendría durante toda su vida virgen.
Se sentó cansado frente al escritorio y encendió varias velas aromáticas para ocultar el olor que seguía emanando su pelo.
El no quería morir virgen. Quería descubrir aquel placer del que sus amigos hablaban, aquella sensualidad que solo se podía llegar a imaginar mientras jugaba consigo mismo. Quería, por una vez en la vida, sentirse apreciado aunque solo fuera por culpa de las hormonas y el instinto animal.
La propuesta de Bellatrix volvió a su cabeza.
Le Tutú era el lugar perfecto. Allí acudían alfas y omegas en busca de pasar sus celos acompañados y no sufrir en soledad.
Severus lo pensó. Quizás si les acompañará en aquella salida solo que, en vez de rellenar como un alfa, tendría que rellenar como un omega y rezar por no caer con ningún conocido.

ESTÁS LEYENDO
No Soy Un Omega
Fiksi Penggemar¿Qué haces cuando tus mayores enemigos descubren tu secreto? Severus estaba a punto de descubrirlo.