UN RAMO PARA FUMAR [Bellamione]

37)

"¿Qué es esto?"

Hermione observó a Bella levantar la vista de la olla que estaba mirando. En su mano estaba la portada rasgada de uno de sus libros de bolsillo, un mensaje garabateado en el interior de la portada. Ella puso los ojos en blanco ante el método de entrega, empujó a través del pequeño espacio debajo de su puerta.

"Una invitación", respondió Bella, "¿nunca has recibido una antes de ahora?"

"¿Rompiste uno de mis libros para enviarme una invitación?" ella preguntó.

"No me has proporcionado ningún pergamino", dijo, "improvisé".

"Vivimos en el mismo piso. Si querías invitarme a cenar, podrías haber llamado a mi puerta", dijo exasperada, "o haberme escrito con la marca del alma".

"Bueno, eso no es nada romántico", dijo, volviendo a la olla. Parecía estar simplemente mirándolo, sin hacer nada con él.

Hermione parpadeó. Abrió la boca y luego la volvió a cerrar. Se preguntó si se las había arreglado para entrar en una dimensión alternativa como en esas películas de ciencia ficción que su padre siempre había disfrutado.

"¿Romántico?" logró tartamudear.

"Sí, romántico", dijo, "a menos que nunca hayas necesitado saber la definición de la palabra".

"¿Así que me estás cocinando la cena?" preguntó ella, patinando sobre la idea del romance. Ese fue un paso demasiado lejos para ella en este momento.

"Puedo ver por qué te llamaron la bruja más brillante de tu edad", dijo, con sarcasmo en cada palabra.

Hermione se hundió en una de las sillas de la mesa, escondiendo su rostro entre sus manos. Ni siquiera un minuto y ya había perdido el hilo de la conversación. Dejó escapar un largo suspiro, tratando de calmar las campanas de advertencia que sonaban en su mente. Estaba esperando a que cayera el otro zapato.

"Si no quieres cenar conmigo, eso es todo lo que tienes que decir, cariño", dijo Bella, tratando de ser indiferente, pero la joven bruja podía escuchar lo quebradiza que se volvió su voz con la última palabra.

"No estoy diciendo eso", dijo con un suspiro, "a veces me resulta difícil seguirte el ritmo".

"¿Qué tiene de difícil, mascota?" Su voz se volvió suave como el terciopelo, recorriendo su piel, "Solo estoy siendo una buena alma gemela".

"Pero no somos este tipo de almas gemelas", dijo, "romance y cena y ser dulce. Así no es como nosotros... interactuamos.

"Podría ser." Su voz era pecaminosa, hablada con los labios rozando el caparazón de su oído. Ni siquiera la había escuchado acercarse, "podría ser exactamente como soñaste que podría ser".

"¿Qué sabes de mis sueños?" preguntó, girándose para mirar a su alma gemela.

"Tienes todos esos libros muggles y sigues viendo las mismas películas", dijo, "piensas que no he estado prestando atención, pero me he dado cuenta".

Un escalofrío recorrió su espalda. Ella pensó que había sido la única que estaba prestando atención. No se había dado cuenta de cuánto la había notado esta mujer. Largos dedos apartaron el cabello de su cuello, cálidos labios presionando su punto de pulso. Se puso de pie y la silla cayó al suelo con un estrépito.

"No", dijo, "simplemente... no lo hagas".

"¿No qué, mascota?" ella preguntó, "¿no te doy todo lo que tu corazón desea?"

"No intentes manipularme", espetó, "No sé qué es esto, pero detente ahora".

"¿Estás diciendo que no deseas cenar conmigo?" Sus hombros se habían tensado y su mandíbula estaba apretada.