진태- ᴍʏ ʟᴏᴠᴇʟʏ ᴘʀɪɴᴄᴇ ♔︎

♔︎ ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2 ♔︎

Tae
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Con los brazos extendidos sobre la mesa y las manos atadas a las esquinas, no puedo moverme. Quiero verlo, pero la cuerda negra me roza las muñecas cuando intento darme la vuelta.

—Por favor —le ruego, pero no reacciona. ¿Quizá no me ha oído?—. ¡Por favor, SeokJin!

—¡Silencio! No se te permite hablar —dice con frialdad.

Sus manos se deslizan por mis muslos desnudos y contengo un gemido. Se me ocurre entonces, que si me quedo callado, puede seguir tocándome. Quizá sean las reglas del juego. Quizá si me quedo callado, me folle. «Oh, por favor, ¡fóllame!»

Una fuerte bofetada aterriza en la mejilla de mi culo y grito, incapaz de contener el sonido. ¿Es que acaso me escuchó rogar?

—¡No está permitido!

Siguen lloviendo duros golpes en mi culo desnudo, y grito con cada fuerte bofetada, aunque no me duele en absoluto. Mi polla está tan dura que me duele, mis pelotas hormiguean de placer y mi agujero se afloja. Dios, nunca había estado tan mojado por dentro. El lubricante corre por mi entrepierna. Y me siento avergonzado pero también desafiante. «Que lo vea. No me importa. Que sepa lo que me está haciendo. Que lo huela»

Entonces, una carne caliente y dura se desliza entre mis nalgas, untando la humedad. SeokJin agarra mi piel ardiente y empuja su erección, sin intentar penetrarme. Su polla es gruesa y larga. Y está caliente. Mi culo palpita. Lo quiero dentro de mí, lo necesito. Y aunque la paliza no me ha dolido, el vacío es insoportablemente doloroso. Las lágrimas se me agolpan en los ojos.

—Por favor... —Gimoteo. Pero él da un paso atrás. Y en su lugar, vuelve a azotarme.

—Tú. Sucia. Zorra —gruñe entre los golpes, y yo me estremezco en las ataduras. Ahora lo siento. Las bofetadas ardientes me hacen vibrar la columna vertebral y me hacen temblar los dientes. Tal vez todo esté en mi cabeza, pero el dolor me produce alegría. Gimo con cada golpe, y el calor se extiende por mi cuerpo. Cuanto más me golpea, más tranquilo estoy.

De repente rodea la mesa y por fin lo veo. Está sin camiseta, con su pantalón negro abierto, y acaricia lentamente su magnífica polla, justo delante de mi cara, provocándome con lo que no puedo tener. Es tan hermoso. Enorme, poderoso y peligroso. Su mano se acelera. Y veo cómo el semen sale de la raja y corre por su grueso eje. Una cascada de semen. Más. Burbujea en oleadas. Hay tanta crema blanca y espesa que parece antinatural... Mi estómago se retuerce de hambre.

Quiero probarla. Comérmelo todo y luego rogarle que me pegue un poco más. Que me insulte y me golpee el culo hasta que me corra de dolor. Soy su sucia zorra. Su juguete. Seré bueno para él, y cuando me desate, seré libre y quizá podré tomar el control sobre él.

—No tienes permiso, TaeHyung. No hasta que te lo ordene.

Pero...

Me levanté empapado de sudor, con mi agujero goteando. Sin pausa, me revolqué y busqué el cajón más bajo de la mesita de noche. Encontré mi consolador favorito, grueso y realista, y me arrodillé en la cama, sujetando el cabecero con una mano, con las piernas bien abiertas. No pensé. La humedad se deslizaba por mi entrepierna. No necesitaba lubricante. Me obligué a volver al sueño, sólo que esta vez podía controlar la fantasía. Con los ojos cerrados, me di una palmada en el culo tan fuerte como pude una vez más. Picó, y luego el calor se extendió, inexplicablemente calmante.

SeokJin no pregunta, no espera. Simplemente me toma con fuerza. Me penetra hasta el fondo de una sola vez, y yo grito por la sensación. Me folla sin piedad, con movimientos largos y seguros sobre mi glándula.