25- La traición

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Los días eran menos extensos ahora que me había quitado la carga de llevarme mal con mi familia.

Seguía viviendo con Aiden, no quería dejarlo solo y quería pasar tiempo con Buck antes de tener que llevarlo a Clovelly. Incluso así, visitaba todos los días Grimmauld Place. Brianna y el cachorro se llevaban de maravilla y para mí eso fue lo mejor que me pudo pasar.

Seguí intercambiando cartas con Harry para ver el progreso de Ron de cerca. Estaba mucho mejor aunque permanecía supervisado por Poppy en la enfermería. Habló de lo mucho que Lavender y Cormac lo estaban atosigando, y de lo mucho que le estaba costando enfocarse en el partido contra Hufflepuff ahora que todo estaba empezando a ponerse cuesta arriba, incluso dentro de Hogwarts. No mencionaba a Draco, nunca lo hacía porque sabía que iba a reprenderlo, pero sabía que esa era una de sus preocupaciones tanto como Snape, por quien había preguntado en su última carta y opté por no dar mayores detalles de lo ocurrido en la misión.

Severus había discutido con Albus, y eso explicaba muchas cosas.

La paz duró poco, claro, porque la próxima carta que llegó a mis manos no fue de Harry, pero de Mione. El partido no pareció ir del todo bien, los tejones habían destrozado a Gryffindor por la necesidad de McLaggen de tomar todos los papeles juntos, y Harry terminó, tal como Ronald, tendido en una cama de la enfermería. Así que mi día consistió en ir a ver a mi ahijado, y reírme un rato de sus penas.

Aunque, cuando al fin crucé la puerta de la enfermería, no fue nada divertido lo que escuché, ni mucho menos de mi agrado. Más no hizo otra cosa que confirmar lo obvio.

-Te estás obsesionando, Harry, no ir a un partido para seguir a Malfoy... -le decía Ron.

-¡Quiero atraparlo in fraganti! -le respondió él.

-Tal como te dije que no hicieras -me metí, a lo que volteó descolocado de molestia totalmente. Me acerqué a donde ambos esperaban echados, y suspiré sonora-. ¿No me cansé, acaso, de decirte que dejaras de meterte en el asunto de Draco?¿No te dije unas mil veces que tenías cosas más importantes de las que ocuparte que seguir a ese chico?¿Cómo debo decirte las cosas, Harry?¿Qué es lo que tengo que hacer para que acates, ni siquiera una orden, pero un pedido?

-Me ganó la tentación, ¿si? -relinchó de mala gana.

-No, no me importa la tentación ni tus motivos ni lo que sea que creas tan meritorio de tu tiempo e integridad física -espeté, y sus ojos verdes chocaron con la sábana sobre sus piernas-. Te dije que me ocuparía del tema y que te hicieras a un lado, que te enfocaras en lo que Albus te está enseñando, y necesito que me obedezcas. ¿Puedes comprenderlo?

-Sí.

-Entonces ahora cuéntame de ese partido horrible -dije sentándome a su lado tras depositar un beso en la coronilla de Weasley y uno en el dorso de la mano del hijo de James.

Me quedé un rato largo con ellos, escuchando sus quejas de lo mucho que odiaban que Severus diera mi materia y lo mucho que me extrañaban en el colegio. Ron, por su parte, estaba nervioso por el examen de aparición que tendría lugar en unos pocos días. Harry ya había logrado hacerlo, algo de lo que estaba muy orgullosa, pero el pelirrojo no podía decir lo mismo. Pasé a saludar a Ginny y a Herms antes de irme, cruzándome en el camino a Dean y a Seamus, que se acercaron a saludarme tal como Luna y Neville, pero no habían rastros de Draco. Me sorprendió la cara larga de Dean, supuse que algo había ocurrido con Ginny pero no quise meterme. Se me ocurrió visitar a Albus pero algo me dijo que no era una buena idea, por lo que opté por ver a Minnie e irme.

Me sorprendió lo vacío que estaba el colegio, los pasillos estaban cada vez más desiertos e incluso los profesores hacían notar su ausencia.

Giré en la esquina al final del corredor y eché a caminar rumbo a la salida, escuchando, sin desearlo, la voz del director hablando por lo bajo. Me sorprendía que estuviera allí, por lo general, era una zona poco concurrida hasta cuando el colegio era multitudinario.

obliviate--- (Sirius Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora