18- Draco Malfoy

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El corredor por el que avanzaba ahora estaba más espeluznante de lo usual. Ya era sitio de rufianes antes de que la inseguridad reinara las calles, y ahora era más lúgubre de lo que jamás lo hubiese visto. Me adentré más y más, optando por ponerme la capucha como muchos otros compradores. Era una auror, y era conocida. Ir tan indiscretamente era como tener un cartel en la frente que dijese "mátame".

Bajé escaleras, metiéndome en los suburbios de los que en serio esperaba salir sin más complicaciones. Pero entonces mi alma me volvió al cuerpo.

Frente a la vidriera de Borgin y Burkes, Hermione salía de lo que probablemente era la capa de invisibilidad de James, para meterse dentro del local. No me costó chocar con los tobillos descubiertos de Ron y Harry, entonces. Me apuré a encontrarme con ellos, llamando su atención tan pronto estuve cerca.

-¿¡Perdieron la cabeza!? -chillé entre susurros.

-Liv, debes ver esto, podría ser importante -murmuró el ojiverde al darse cuenta que era yo. Parecía asustado por haber sido atrapado, pero más disgustado con lo que fuese que estaba teniendo lugar dentro de la tienda de artefactos de magia negra que espiaba-. Malfoy...

-¿Otra vez? -lo regañé impaciente-. ¿Se metieron en el callejón más peligroso que encontraron, cuando empezó a anochecer, incluso después de haber oído a Maxine, ¿y todo por Malfoy? Creí que había sido clara cuando dije que no quería más conflicto con ese chico, y más aún cuando especifiqué que era importante sobreponer la seguridad de todos para evitar situaciones así.

-Nosotros... -se quiso justificar el pelirrojo, pero no se lo permití, más mi mirada lo enmudeció.

-Ustedes casi me infartan -la corté-. A mí y a tu madre, Ronald.

-Por favor, hazme caso, te prometo que no es un capricho -pidió Potter, y no pude evitar aceptar a pesar de mi molestia. Me asomé, asegurándose que mi capucha cubriese bien mi rostro, y observé varias veces todo el lugar. Las vitrinas, los estantes, el mostrador. Todo, una, dos y hasta tres veces. Pero no había nadie que no fuese el señor Borgin, esperando a atender, y Herms, que paseaba por ahí-. ¿Lo ves?¿Qué puede estar haciendo en una tienda de artículos tenebrosos si se supone que está de nuestro lado?

-No hay nadie ahí dentro -espeté impaciente. Rodó los ojos, molesto, e iba a decir algo pero no lo dejé-. Ya basta. No dejaré que sigan arriesgando el pellejo mientras los Malfoy no representen un peligro. Lucius está en Azkaban, Narcissa no usa su varita hace quince años y Bella no puede salir ni a la esquina.

-¿A quién crees que mandarán a hacer las tareas del hogar? -se burló.

-No lo vamos a discutir -espeté-. Apenas Mione salga de ese lugar, volveremos con Molly y con Ginny. Y no quiero volver a escuchar nada relacionado con Draco. ¿De acuerdo?

-Está arreglando algo -insistió, y la consternación en sus ojos fue tan sincera que sentí su desesperación. Yo también había sido la pequeña con ideas locas en la Orden en algún momento, yo también había sido ignorada y pasada por alto antes. Y, por mucho que quisiera preservarlo, prefería que contara conmigo antes de hacer una locura. Desaceleré unos cuantos cambios, dándole lugar, y eso pareció tranquilizarlo-. Dijo que enviaría a Greyback a buscarlo.

-¿No saben qué es? -cuestioné justo cuando la campanilla sonó, saliendo Borgin, furioso por ella.

-¡Fuera! -ordenó sin miramientos-. ¡Largo de aquí!

La castaña no tuvo que oírlo dos veces para abandonar el lugar. El hombre me miró, pero negué, dándole a entender que no planeaba entrar, y escupió molesto, cerrando de un portazo para voltear el pequeño cartel de "abierto" a "cerrado".

obliviate--- (Sirius Black)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora