✨ Primer año ✨

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Mamá, ¿me das una moneda? - la señora miró a su hija mayor con curiosidad antes de finalmente abrir su monedero, sin poder negarse a su petición - ¡Gracias!

Vio a la pequeña correr lejos, en la misma dirección que habia tomado en los últimos minutos, y se pregunto seriamente qué juego había viciado a su pequeña como para que esta haya repetido la acción seis veces consecutivas. Suspiró, girándose a su hija menor que estaba entretenida en un caballito mecánico que se mecía al ritmo de una melodía infantil, y se sobresalto cuando un minuto más tarde unas manitas tiraron de su pantalón, exigiendo su atención una vez más;
Freen estaba ahí de nuevo.

- Mamá, ¿me das otra moneda? - pregunto, haciendo su mejor sonrisa angelical.

- Amor, dentro de poco nos iremos, ¿lo sabes? - le recordó, dándole otra monera, y la niña asintió eufórica antes de salir corriendo nuevamente.

La señora Chankimha giro hacia su otra hija, tomándola en brazos para ayudarla a bajarse cuando la máquina se detuvo y sostuvo su mano para dirigirla al encuentro de su hermana mayor.

-Mami, ¿por qué Freen te ha pedido tantas monedas?

- No lo sé, cariño, probablemente tu hermana encontró un juego que le ha gustado muchísimo - sonrió dulcemente en su dirección, alzando su vista para buscar a su hija - Oh...
No era difícil encontrar a Freen, sin embargo, le sorprendió encontrarla junto a las máquinas de regalos sorpresas, pues por lo general la niña solía pasar de ellas. Caminó hasta ella, deteniéndose a su lado, y la ternura la invadió cuando su hija abrió el huevo que ha obtenido recientemente y hace un puchero, inconforme con el contenido.

Freen - llamó, obteniendo su atención - ¿Qué buscas, hija? - pregunto al comprobar el resto
de sorpresas abandonas a su suerte en el piso.

- Un anillo - ella la miro sin comprender - Una niña ha echado una moneda aquí y de uno de los huevos ha salido un anillo, ¡un anillo, mamá! - exclamó, abriendo sus ojos mientras hacia énfasis en sus palabras - ¡Pero yo no consigo ningún anillo! - refunfuño, viendo como su hermana pequeña soltaba la mano de su madre para comprobar los regalos que había obtenido, siendo la mayoría figuritas de plástico.

- Freen ¿me los puedo quedar? - Freen asintió desganada, extendiéndole el último huevo
comprado, y la señora Chankimha la miro con empatía ante su evidente pena.

- Si te doy una moneda más y no lo obtienes, ¿prometes que no insistirás y nos iremos a casa?. Tengo que ir a preparar la cena, hija.

- ¡Lo prometo! - su rostro se iluminó por completo cuando otra moneda más llegó a sus manos.

La pequeña pelinegra giro hacía la máquina, su mirada tornándose sería. Junto sus manos e hizo una pequeña oración esperando que al menos una divinidad o un superhéroe tuviese piedad de ella y pusiera el universo a su favor. Inhaló, colocando finalmente la moneda en la ranura, y siguió conteniendo el aliento mientras tomaba el huevo obteniendo.

- Si no es un anillo, ¿me lo puedo quedar? - escucha la voz de su Song, su hermanita, pero la ignoró por completo para verificar el contenido.

Exhaló. Sus ojos se iluminaron una vez más y un pequeño grito lleno de júbilo escapó de su boca. Un anillo, ¡ella había ganado un anillo!
Su madre quería preguntar el porqué de su deseo por obtener ese anillo, pero la vio tan feliz en su propio mundo, que se dijo así misma que luego ya tendría tiempo para averiguarlo.

Becky se asomó por la puerta de su aula, comprobando que Freen aún no había llegado.

Suspiró aliviada y camino hasta su escritorio mientras intentaba mantener su perfil bajo. Desde que ingresó a la escuela, aquella extraña niña no había dejado de seguirle y ella siempre estaba harta de ser el centro de atención. Como si fuera poco, debido a que siempre tenía que estar escondiéndose de su molesta acosadora, aún no había sido capaz de hacer amigas. Su timidez ya era suficiente desventaja para ella, ¿así que por qué Dios le había mandado también una compañera tan extraña como Freen?.

All these years- Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora