Algunas flores son peligrosas

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Advertencias: Semi AU, What if, algunos hechos grotescos.

Rated: M

Pairing: Doukoto

Género: Terror/Suspenso

Disclaimer: los personajes son propiedad de su respectivo creador.

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Algunas flores son peligrosas

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Kotoha se miró en el espejo, mientras se quitaba los adornos del cabello dejándolo caer pesado sobre sus hombros y espalda, hacía tres años había aprendido a trasfigurar su apariencia ocultando sus distintivos rasgos demoníacos, así era idéntica a su versión humana, según la palabras de Douma. Con la yema de sus dedos rozó la piel de su rostro, desde que se transformó en demonio el tiempo comenzó a esquivarla, y aún cuando solo habían transcurrido cinco años podía sentirlo en su inmortal cuerpo.

No envejecería nunca, ninguna arruga, cicatriz o hematoma mancillaría nunca su piel.

Y ella estaba bien con eso, era feliz con su nueva vida después de todo, tenía más de que cualquiera pudiera desear. Lo único que lamentaba de su sempiterna existencia era su hijo, él crecería y si escogía no ser un demonio moriría inevitablemente con el paso del tiempo.

Algo demasiado triste y doloroso a decir verdad, tomo el peine del tocador y mientras desenredaba sus largos cabellos, se preguntó cómo haría para sobrellevar eso si llegaba a suceder.

Sin embargo esperaría hasta llegar a ese puente para cruzarlo, Inosuke aún tenía cinco añitos.

-Kotoha-sama-escuchó la voz de una mujer que llamaba desde afuera, irrumpiendo sus pensamientos, ella al igual que todos los miembros la trataban con demasiado respeto por se la compañera del líder del culto.

-Si, Sayo-san-

-Hay unos hombres afuera, están armados, quieren entrar, pero...-

Las armas no estaban permitidas en el templo.

-Esta bien, hablaré con ellos-dijo mientras salía de su habitación -sin embargo no sabemos cuáles son sus intenciones. Así que voy a pedirles que todos pasen a la sala de oraciones.-

Debido a que Douma se encargaba de una misión encomendada por el señor Muzan, era ella quien, en algunas ocasiones , tomaba ciertas decisiones en su ausencia.

-Señora, eh... Haku-san ya se marchó ¿verdad?-preguntó la mujer mientras se movían por los pasillos.

-Si, lo hizo anoche-anunció desprovista de alguna emoción -Sayo-san, infórmele a todos lo que deben hacer-pidió antes de que pudiera hacer cualquier otra pregunta.

Lo cierto es que el señor Haku ya había extendido su decisión de marcharse y Kotoha simplemente tomó su oportunidad. De todos modos, nadie nunca abandonaba el culto. Lastimosamente, Haku, era un hombre repugnante al cual ni siquiera pudo darle un solo mordisco, el asco que le generó había sido demasiado para soportar.

Recordaba como había interrumpido- con el corazón adulterado con el deseo de la lujuria- las palabras de agradecimiento que le estaba dando y se le lanzaba encima con una obvia intención, también recordaba, con demasiada lentitud; como presa del miedo tuvo que defenderse destrozándole todos los huesos de su cuerpo, usando su técnica de sangre, fue un momento desagradable y un completo desperdicio si le preguntaban, a pesar todo, Kotoha había elevado una plegaria por aquel pobre hombre desgraciado.

𝑳𝒂 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒐𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora