Intenciones ocultas (parte III)

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Advertencias: Semi AU, What if, Ooc, violencia típica del canon.

Rated: M

Pairing: Doukoto

Género: Terror/Suspenso/Familiar

Disclaimer: los personajes son propiedad de su respectivo creador.

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Intenciones ocultas

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Los pies del demonio se movieron en dirección a su objetivo, sus pasos firmes contra la madera resonaban plúmbeos al mismo tiempo que las cuentas de sus tobillos. Y su mirada, vacía de algún atisbo de piedad, no se apartó ni un segundo de quién tenía al frente.

No obstante, antes de que pudiera seguir avanzando, algún tipo de fuerza lo obligó irse hacia delante, fue entonces que notó el montón de enredaras que envolvía su cuerpo jalándolo hasta que finalmente estuvo frente a frente.

—Lamento mucho el imprevisto —sonrió Kotoha—pero he pedirle que comprenda mi actuar—

Akasa solo pudo mirar con hostilidad a la mujer demonio mientras con enojo se quitaba la hiedra tirando los pedazos al piso.

—Usted estaba con mi hijo en su habitación y bueno.—apretó su labios con aprensión—El león juzga por su condición ¿No es así? Disculpe, pero...—su expresión denotaba timidez, pero el demonio de ojos amarillos se mantenía inmutable—¿Puedo saber su nombre? ¿Usted vino buscando a Douma-san?—

—No estoy aquí por ese imbécil—masculló con la evidente molestia que le producía el solo nombre de la superior dos—Mira, no me gusta hacer esto, pero al igual que yo sabes que órdenes son ordenes—

La mente de Kotoha se movió a toda velocidad al entender sus palabras, ese tipo fue hasta su casa con el único fin de lastimarla muy probablemente por órdenes del maestro. Sus pies se movieron hacía atrás al verlo adoptar una posición de ataque, pero fue lo único que pudo hacer. Su cuerpo entró en un estado casi catatónico, no pudo hacer otra cosa más que quedarse ahí; viendo como su puño se dirigía directamente hacia ella.

Él era muchísimo mas fuerte, no había nada que pudiera hacer al respecto, su voz se quedó atorada en su garganta y ni siquiera pudo gritar.

Cerró los ojos esperando su destino, maldiciéndose por ser incapaz de al menos poder rogar por su vida. Pero antes de que aquél puño se estrellará contra ella arrebatándole la vida, una brisa fría y un sonido mojado y rimbombante la hizo abrirlos.

Lo primero que sus ojos ginkgo captaron fue el inconfundible rojo de la vestimenta de Douma, de forma mecánica su cabeza se movió, está vez buscando el origen de aquel sonido particular.

La pared estaba manchada de carmesí y en el piso un brazo cercenado con marcas de tinta en los dedos, su mirada no se apartó hasta que la extremidad y la sangre se desvanecieron del mismo modo que un papel luego de ser consumido por fuego.

—Akasa-dono, finalmente ha decidido visitarnos —la voz de Douma reflejaba una ilusoria felicidad, una que solo uno de los presentes creía real—¿No eso algo que celebrar, Kotoha-chan?—pregunto mirando tras su hombro.

Pero la mujer solo atinó a encogerse tras su espalda escondiéndose de la "visita" mientras aferraba a su ropa.

Douma hizo un gesto desubicado —Oh, has asustado a mi dulce Kotoha-chan. No es algo de lo que deba sentirse orgulloso, Akasa-dono. De todos modos usted- —

𝑳𝒂 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒐𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora