Intenciones Ocultas (parte II)

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Advertencias: Semi AU, What if,

Rated: T+

Pairing: Doukoto.

Disclaimer: los personajes son propiedad de su respectivo creador.

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Intenciones ocultas

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—Eres un pequeño engendro—una ligera risa irónica osciló en la garganta de Akasa luego de decir aquello.

Inosuke negó con la cabeza en desacuerdo con el demonio—No digas eso, recuerda que ahora somos amigos.—

—Cállate—mordió las palabras mientras se ponía de pie —además no has cumplido tu parte—

Inosuke escondió sus manos tras su espalda y se balanceó de un lado a otro con una sonrisa contenta—¡Está bien! Pero tienes que darme tu mano—estiró su manita hacia el demonio

Akasa miró críticamente la regordeta mano durante algunos segundos antes de finalmente tomarla.

—Es por aquí—anunció ahora guiándolo por los largos pasillos.

Eso era algo de lo que iba a avergonzarse toda su vida, un mocoso humano guiándolo, más aún; la mascota de Douma.

Finalmente, llegaron a lo que parecía ser el final de un pasillo, un camino ciego.

—Es aquí—anunció Inosuke con seguridad

—¿Me estás tomando el pelo?—£

Las cejas del niño se fruncieron con indignación—¡Yo no digo mentiras! Mama y papá siempre desaparecen justo aquí—

—En este lugar no hay nada, ni siquiera una puerta—

Inosuke puso una expresión enojada —Ya no me estás gustando, me llamas engendro, mentiroso y me pides que me calle.—lo miró de una manera tan fulminante que le desconcertó

—Escucha bien, mocoso, tú eres el que no está haciendo las cosas bien—

Los labios de Inosuke fruncieron y miro hacia otro lado suspirando, luego hizo una mímica con sus manos que dejaba un espacio y miro a través de este.

—¿Y ahora que estás haciendo?—cuestionó mirándolo

El niño de ojos ginkgo hizo mueca desdeñosa regresándole la mirada—Una ventana del zorro—dijo con obviedad.

—¿Una qué?—

—Una ventana del zorro, con ella puedes ver fantasmas, pero creo que también puedes ver cosas que no están a simple vista—miro una vez más a través de su mano, luego se volvió hacia él—mira, pon las manos así—le indicó tomando las suyas acomodando sus dedos.

𝑳𝒂 𝒎𝒂𝒍𝒅𝒊𝒄𝒊𝒐́𝒏 𝒅𝒆𝒍 𝒍𝒐𝒕𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora