Primera impresión

125 9 8
                                    

La madrugada de aquel día lucia tan preciosa y oscura como lo fue la noche anterior, la brisa del pueblo era gélida y húmeda, todas las casas tenían sus luces apagadas, como si ninguna alma estuviera por aquel lugar, siendo unos pocos centros comerciales los que ofrecían sus servicios a altas horas.

Había salido muy tarde del evento de Reencuentro y el sueño lo consumía poco a poco mientras intentaba llegar con anhelo al hotel a descansar.

Los dolores de cabeza llegaron sin piedad de tal manera que antes de entrar a su habitación tambaleo en la entrada, siendo socorrido por un hombre que recién se hospedaba en el hotel y su habitación era a un lado de la suya.

– ¿Estas bien?

Cuanto deseo decirle en ese momento al idiota que le hizo esa pregunta que seguro, es solo que le encantaba arrastrarse en el piso en la entrada de su pieza porque era muy recomendado para la salud.

El hombre de cabellos cafés oscuros lo levanto con cuidado sosteniéndolo de la cintura y entrando a la pieza con cuidado para recostarlo en la cómoda. Una vez hecho aquello se dispuso a retirarse, pero el castaño claro no se lo permitió.

– Gracias por ayudarme... No sé quién seas pero pareces una buena persona.

El hombre sonrió y se acercó a él, extendiendo su mano que no fue correspondida hasta unos segundos después.

– Me llamo Mark Cotswolds, acabo de registrarme. – Respondió con cordialidad.

– Oh, yo soy Eric Cartman. – Dijo, compartiendo la afabilidad. – Ya veo porque no te había visto antes.

– Un gusto, Eric. – Sonrió. – Tengo que desempacar algunas cosas ahora, pero me gustaría invitarte un café más tarde.

No sabía que tan recomendable era consumir cafeína teniendo problemas con el sueño pero sería una oportunidad amena de conocer a alguien más y distraerse.

– Claro que sí. – Acepto gustoso.

– Genial, hasta luego. – Despidió el de cabellos ondulados.

No sabía cuánto tiempo se quedaría en South Park, inicialmente planeo asistir a la reunión por encontrarse con sus viejos amigos y luego irse al día siguiente, mas no contaba que ellos harían hasta un trato con el diablo porque se quedase más tiempo, mucho peor que haya funcionado.

El alcohol definitivamente le sentaba mal, por más que solo fueran dos copas.

En el barrio de ricos del pueblo un hombre de estatura alta y cabello rizado escarlata paseaba con tranquilidad por las mansiones de sus amigos y vecinos, solía hacer ejercicio muy temprano por la mañana por lo que su rutina era conocida por varias personas que vivían allí.

Llego a su condominio y se dirigió a ducharse y revisar que pendientes tenía para la tarde, últimamente no había mucha demanda de sus servicios ni en general de los abogados, y sus ingresos los estaba obteniendo de sus propiedades rentadas o ya vendidas. Siempre supo que nunca es suficiente con una fuente de ingresos por lo que no detuvo su vida laboral en una sola cosa.

Adoraba ser como lo era, y adoraba ser lo que era, su destino era brillante y próspero desde que se graduó de la universidad con mención honorifica y obtuvo varias amistades y contactos de su carrera, todo gracias a los consejos de sus padres.

Parecía que lo tenía todo, pero siempre había un vacío que por más que intentaba llenar o ignorar este no se iba.

Supo a que se debía cuando vio de nuevo al castaño narcisista luego de doce años sin saber nada de él y con una apariencia totalmente distinta a la de antes.

Demonio rojo |Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora