Complicidad y complejidad

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Así paso un largo rato hasta que el castaño decidió voltear a verlo con los ojos húmedos y enrojecidos, intentando regular su respiración mientras asimilaba todo lo que había ocurrido en tan poco tiempo.

Lo escudriñaba y examinaba de pies a cabeza, como si algo en su interior le dijera que algo no estaba bien con Kyle, que mejor era alejarse y huir de ahí para olvidar su amor de toda una vida.

Y lloro de nuevo, porque cuán difícil era dejarlo ir.

– Por favor... Snif... Ya no me lastimes...

Broflovski corrió a abrazarlo, sosteniendo su cuerpo con fuerza y protección, pegando su cabeza a la de él y dejándose llevar por su calidez, a la par que le sobaba la espalda despacio.

– Eres el único al que siempre he amado... No me tortures más...

Esas palabras fueron las cadenas del castaño, unas que por más fuerte que lo ahorcaran, le encantaba llevarlas.

El principio del fin había comenzado.

Luego del incidente con su nuevo amigo, pasaron unos días hasta que lo pudo ver de nuevo, supo que salió del hotel a la casa de uno de sus amigos el día siguiente de su cita, y recién ahora hablaría con él.

De cierto modo, se sentía un poco triste. Eric no era su mejor amigo y no era el único que tenía, pero era el mejor entre todos por el simple hecho de que estar con él le hacía sentir bien, como si la vez en que hablo por una escaza media hora lo liberara de su burbuja y podía ser el mismo sin temor a ser juzgado.

Quería volver a sentir eso, y sobre todo, quería volver a verlo.

Estaba en el parque central del pueblo, sentado en un banco un poco alejado de lo concurrido frente a una fuente donde nadaban dos patos.

La sensación de no saber si lo vería de nuevo puesto que no sabía cuándo se iría de South Park calo tanto en sus huesos que fue corriendo velozmente hacia él, sin importarle quien se atraviese en su camino.

Cartman lo vio, y casi de inmediato se levantó.

– Eric, pensé que no te vería de nuevo...– Agradeció en su interior haberlo encontrado, porque de algo estaba seguro y es que, no lo dejaría ir de nuevo.

Pero el castaño no le respondió, mantenía su cabeza hacia abajo y usaba un parche en su mejilla izquierda de tamaño grande.

Más allá de causarle intriga, le preocupo.

– ¿Qué pasa, Eric? – Le hizo la pregunta con sutileza. – No he sabido nada de ti estos días y me preocupe mucho.

El susodicho lo miro.

– No tienes que hacerlo...– Apaciguo a su amigo. – Me mude con un amigo y no he salido mucho últimamente.

Mark suspiro comprendiendo a Eric y fue a sentarse al banco instando al castaño a hacer lo mismo, sentía la necesidad de hablar de varias cosas con él y saber que le pasaba en su mejilla, pero decidió dejar ese asunto hasta el final.

– Tengo prisa, no puedo quedarme. – Excuso Eric, sintiéndose mal en el interior porque extrañaba de manera irracional a Mark y quería estar con el todo un día si era posible.

– Oh, en ese caso podemos ir juntos donde tu amigo y en el camino te compro KFC, este pueblo es muy pequeño pero siempre hay uno cerca. – Comento divertido, pero Cartman no reía.

Se veía triste, apagado.

– Un auto vendrá por mí, mi amigo vive en el barrio de los ricos algo lejos de aquí.

Mark bajo la mirada con aflicción.

– Entiendo si no deseas pasar tiempo conmigo, Eric. – Sonrió a fuerzas, pretendiendo serenidad y comprensión. – No necesitas excusarte, no te preocupes.

El castaño miro a su alrededor, casi no había gente por la temporada y estaba un lugar favorable para que nadie pudiese verlo solo con Mark.

Se desmorono en los brazos del castaño oscuro agotado de los días que estuvo en la mansión de Kyle y se contuvo de decirle más evasivas.

– Pronto volveré a mi trabajo en Washington, Mark. – Le comento acomodándose en el banco y acostándose en él, colocando su cabeza sobre las piernas delgadas de Cotswolds.

– Oh, ¿estas así porque no quieres irte?

Al contrario, estoy así porque no puedo esperar a irme como lo hice hace doce años.

Pensó Cartman, pero modifico su respuesta.

– No realmente, amo mi trabajo, es solo que volver a tu pueblo natal luego de tantos años y ver que no ha cambiado demasiado y mantiene su esencia es algo... Nostálgico. – Era cierto, el creció en Colorado y nadie podía quitarle esa parte de su vida.

Tuvo una vida allí antes de la que tiene ahora, vivió cosas buenas y cosas malas, tenía recuerdos que jamás olvidaría y había creado momentos en cada rincón que permanecían frescos cada vez que pasaba cerco de ellos.

South Park formaba parte de él, así como quienes estuvieron junto a él.

– No sabía que naciste aquí...– Esbozo Mark. – Debe ser genial crecer en un pueblo tan tranquilo como este.

Cartman se rio con gracia, ese pueblo era de todo menos tranquilo, y apostaba a que era peor teniendo como alcalde a Clyde.

– ¿Puedo preguntarte algo?

Eric asintió.

– ¿Qué te paso en el rostro?

Dubitativo de que respuesta darle se quedó callado, era de esperarse que le preguntara eso cuando tenía un parche enorme cubriéndole la mitad de la cara.

Esa fue la razón para querer irse, y al mismo tiempo una nimiedad que no le importaba, todo respecto a su herida no valía la pena recordar, todo estaba perdonado con el que la hizo y ahora pese a las circunstancias estaban mejor que antes.

Mientras no viera que tipo de trauma era, no había de que preocuparse.

– Me golpee cuando salí de la cama. – Mintió con temor. – Cuando los chicos se fueron intenté levantarme y no pude.

En contra de todo pronóstico, el semblante estoico e inquisitivo del moreno no le dio credibilidad a su explicación. Mark no estaba convencido.

Ahora si estaba jodido.

– Eso es la marca de una mano.

El peli marrón pasó delicadamente su mano alrededor de la herida, el parche se había despegado en una esquina y dejo espacio suficiente para que pudiera verse.

El golpe que tenía era extraño, singular.

No parecía ser un accidental, era contundente y certero, fue hecho intencionalmente con la palma de alguien delgado, lo sabía porque sus huesos debían estar considerablemente más visibles para abrirle aunque sea un poco de piel.

Abrazo al castaño sin previo aviso, provocando una reacción de defensa por parte del más bajo.

Lo empujo de si cuando sintió sus brazos rodear sus hombros, desde su abuso no concebía algún contacto físico que no fuera dicho con antelación, y aun así, las veces que era avisado podía sentir que era Kyle quien lo sujetaba para que no pudiera escapar.

Rehuía de ser consolado de esa forma, pero Mark no lo alejo y lo apego aún más a él.

– Dime quien te hizo esto, Eric. – Pidió separándose para no estresarlo. – Puedo ayudarte.

Rio cabizbajo.

– Tú no puedes ayudarme.

El más alto bajo la mirada.

– Pero aprecio tus palabras. – Sonrió con dulzura.

Un largo y profundo silencio se instaló entre ambos, Cotswolds sin saber que más decir o hacer y Cartman pensando si debería contarle su situación. Su interés y desasosiego por él lo había conmovido.

Demonio rojo |Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora