Dudas de cafeína

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Una figura esbelta retocaba su cabello y perfumaba su cuello y pecho mirándose con detalle en el espejo asegurándose de que no hubiera alguna imperfección, habían pasado unas horas y se encontraba mucho mejor luego de la ajetreada noche.

Saldría con el hombre de al lado por la tarde, este le había dejado una nota de la hora y el lugar por lo que solo debía arreglarse e ir hacia donde indicaba. Quedaba cerca así que no le molestaba caminar unos metros, parecía que al hombre le quedo como anillo al dedo su oferta.

La cafetería era de su viejo amigo, mismo que le propuso reunirse en su local el fin de semana, mucho del lugar había cambiado y le gustaba, lucia sofisticado y elegante, pareciese que el esposo del rubio ayudo en la nueva imagen.

Recordó con cariño la boda, fue el único evento al que asistió luego de irse del Estado, fue muy difícil convencer a Tweek de que no dijera que se encontraba allí, tan solo lo podían saber él y sus amigos y a pesar de no dar muchas explicaciones al respecto todos ellos aceptaron su petición sin chistar demasiado.

Sus amigos eran de las pocas razones que existían en Colorado para que extrañara un poco ese lugar.

Tweak&Tucker, un nombre dulce el cual le hizo reír de ternura, el amor era tan hermoso de ver.

– ¡Eric, Dios mío no me has dicho que venias hoy, no he preparado suficientes magdalenas!

Y ahí estaba su mejor amigo, tan exaltado como siempre viéndolo entrar desde la recepción.

– Oh no, Tweek. Déjalo respirar. – Pidió a su esposo, quien iba corriendo rápidamente de un lado a otro entrando y saliendo de la cocina con una bolsa de harina y huevos.

Craig lo miro riendo con ternura por la reacción adorable y dramática de su esposo, sabía de la relación cercana de ellos desde el colegio y nada le hacía más feliz que ver a Tweek feliz.

– ¿Si le digo que vine por un amigo se tranquilizará? – Inquirió a Craig, este solo encogió los hombros.

– No.

El rubio detuvo en seco su carrera al oír el susurro de su amigo hacia su esposo, no podía creer que al fin Eric tenía una cita luego de varios años, incluso ya pensaba que se quedaría solo como Stan.

– ¡Oh Dios mío, al fin decidiste salir con alguien, estoy tan feliz por ti! – Empezó a hablar, despertando también la curiosidad de su marido sobre la identidad de esa persona. – ¿Es el rubio de Gran Bretaña del que me hablaste? O ¿El castaño del musical? – Apenas eran descripciones que podía recordar que le había contado de algunos compañeros de la universidad, no eran muchos candidatos a decir verdad. – Si me dices que es el de cabello anaranjado no lo creeré.

Se sonrojo por los detalles de esas personas y se tapó el rostro con vergüenza, mientras, Craig había empezado a reír bajito.

Menciono a tres amigos de su facultad a Tweek y ya lo estaba casando con cada uno de ellos.

Miro el reloj del lugar y noto que pasaron diez minutos desde que había llegado, debía apresurarse a su cita con Mark.

Un segundo, ¿Dijo cita?

– Ninguno, a él lo conocí aquí. – Esbozo sin despejar sus manos de su rostro. – Es un tipo alto, de cabello café ondulado y tipo de vestimenta como abuelo. – Resoplo más tranquilo mirando al matrimonio. – ¿Lo han visto?

La pareja pensó un poco.

– Me parece que hay alguien así en la parte de arriba. – Respondió Craig. – Enseguida Tweek te atenderá, tiene que terminar algo importante.

Tweak quito su vista de Cartman y miro confundido a Tucker, este lo miro con una expresión pícara alzando las cejas y sonriendo con perversión.

– Eso no es cierto.

Craig se burló.

– Lo será.

Fue hacia la planta alta riendo por lo divertida que era su pareja favorita de amigos, incluso en el trabajo no podían evitar mostrar afecto el uno por el otro.

Lo más bello siempre se mantiene longevo. – Pensó.

Busco entre las mesas a Mark, pasó un buen rato y empezaba a dudar de que estuviera aun esperándolo, pero tan pronto como diviso su cabellera en una de las mesas cercanas al ventanal una sensación de calma y emoción albergo su pecho, agradeciendo que siguiera esperándolo cuando ya no debía.

El castaño oscuro lo vio a lo lejos y le saludo alzando su brazo y agitando su mano de un lado a otro con entusiasmo, en su mesa había un café helado y un libro casi por la mitad.

Ese hombre era tan... Pacífico.

– Eric, me da gusto verte, pensé que te sucedió algo y no podrías venir. – Hablo el peli marrón con preocupación en sus palabras, pensó que seguía mal de la cabeza.

Cartman se sonrojo por el interés del hombre en su bienestar, luego de su madre y amigos, él era el primero en mostrar autentica consternación.

No como otras personas, mismas que declaraban su amor en una noche y al siguiente día desparecían.

Antes de seguir pensando en el pelirrojo, Cotswolds se levantó de su asiento y lo insto a pasar a su asiento con la intención de ayudarlo.

Era caballeroso, eso lo hacía alguien atractivo.

Un pelinegro y un colorado ingresaban a la cafetería de los Tucker, de vez en cuando iban allí por sus cafés favoritos y se sentaban a platicar por largo rato aprovechando el tiempo libre que tenían. Los dueños no solían atenderlos personalmente pero mantenían la cordialidad de saludarles.

Tweek no tenía algún tipo de disgusto por ellos que pueda justificar su distancia con el par, y a Craig le daba completamente igual su presencia o existencia, pero nunca fueron tan cercanos a ellos ni se les apetecía serlo, estaban bien así.

– Nelly, por favor ve.

Dijo Craig a la mesera, esta estaba desocupada mirando su celular mientras reía.

La castaña fue y la pareja se miró el uno al otro un rato, hasta que se dieron cuenta de algo.

– Creo que eso va a resultar en una cita doble. – Burlo el rubio, siendo correspondido por la risa de su esposo.

– Jijiji. – Siguió riendo el moreno, hasta detenerse y tomar aire.

– Cariño, ¿no has notado que Eric bajo un poco de peso?

El rubio lo pensó.

– Ahora que lo dices, ha bajo mucho desde que lo vimos en nuestra boda. – Recordó la apariencia del castaño hace años. – Casi no lo reconocí en la reunión.

El moreno abrazo al rubio con cuidado y deposito un beso en su cabellera rebelde, sonriéndole con dulzura.

Su intención no fue preocupar a su esposo.

– Puede ser que haya decidido bajar por su salud. – Susurro aun entre los brazos de su marido. – Después de todo aún conserva sus caderas y piernas anchas, ¿no? – Pregunto mirándolo.

El interrogado lo miro con incredulidad.

– No lo sé, amor. No me ando fijando en esas cosas.

Tweak besó a Tucker y luego de unos segundos continuaron con su labor.

Demonio rojo |Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora