Capitulo 11-

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—¿Quien?
—Aquel.
—Pa', ni idea. Sera algún conocido de Alvin.
—Mmh, ¿soy yo o se le esta pegando mucho?
—No se, Riki—Se frotó los ojos—Voy a cambiarme y vamos, ¿ta?
—Bueno...

Observó la puerta cerrarse. Volteando nuevamente hacía donde se encontraba el baterista. Analizó con atención la actitud de aquel hombre. Notando que el único que se pegaba era el extraño, esto le transmitió una mala vibra. Decidió acercarse, no podía permitir que le hicieran algo a su chico.

—Eu, Alvarito. ¿Quien es tu amigo?
—¡A-ah, Riki!

Ambos voltearon a verlo rápidamente. Lo primero que fue a notar, era la expresión incomoda de Álvaro. Bajó la mirada, y se quedó atónito. Aquel hombre lo estaba manoseando.

—Hah, soy Michel. ¿Y vos serías...?
—Ricardo, mucho gusto...

El hombre extendió su mano para saludarlo. Ricardo dudó, pero finalmente aceptó. Se vio obligado a estrecharle la mano.

—Bueno, nos vamos a tener que ir. Mucho gusto...—Trató de recordar su nombre—¡Michael!
—Michel—Dijó el hombre con una expresión de disgusto, antes de regalar una sonrisa visiblemente falsa.
—Ah, si... Michel...—Le devolvió la mirada—Vamos Álvaro—Se apresuró a tomar la mano del menor, y sacarlo de ahí.
—¡Eu, esperen!—Corrió detrás de ellos.
—¿Qué pasa?
—Ustedes se estan quedando acá, ¿no?
—Si...
—¿Cuál es su habitación?—Se le encimó al batero.
—Eh...—Álvaro trató de alejarse, pero el pelimarrón lo acorraló. Su incomodidad se hizo notar, más aun para Riki, quien lo conocía muy bien.
—Soltalo.
—¿Que?
—¡Que lo soltes, Chupapija!
—Vos no me mandas. No te metas.
—Mira, boludito. ¿No te das cuenta que no le gustas? ¡Raja de acá antes de que de baje los dientes!
—¿Y vos que mierda sabes?

Ricardo se enojaba cada vez más. Trataba de contenerse, pero las ganas de darle un golpe en el medio del rostro eran cada vez peores. Respiró ondo.

—Nene, te estoy advirtiendo. Soltalo.
—Mira, "Riki". No te metas que no tenes nada que ver. Si estas celoso, no es mi problema. Deja de moles...

No terminó de dar su discurso, cuando recibió un golpe en el rostro. Deteniendo su caida apoyándose en la pared.

Álvaro, se apresuró a safarse del agarre del morocho. Colocándose detrás de el menor de los Musso. Agradecia en silencio que este hubiera aparecido.

—¡¿Y a vos que mierda te pasa, gil?!
—El que avisa no traiciona—Rio.
—Idiota—Aun desoritado, se abalanzó sobre él. Llegando a golpearle el ojo. Fue entonces que llegaron Santiago y Roberto. Quienes escucharon la conmoción, y decidieron ir a revisar.

—¿Que pasó acá?
—Este imbecil estaba molestando a MI Álvaro—Se llevo las manos a la boca instantáneamente.
—Asi que tenía razón—Rio Michel—Si estabas celoso.
—¡Cerra el hocico!
—Riki, calmate—Roberto le colocó la mano en el hombro.
—Vámonos, y ta.
—Tsk, vamos.

Tomó la mano de Álvaro nuevamente, y se alejaron. Escuchando al hombre gritarles insultos a lo lejos.

—Gracias...—Susurró Álvaro mientras se alejaban.
—No es nada, si fuera vos ya lo hubiera tosqueado. Que rabia me da ese tipo. ¿De que lo conoces?
—Éramos compañeros en la escuela...
—Pfft, es un tremendo pelotudo—Bromeó, animando a el más bajo.
—Si, pero hubieras tenido más cuidado...—Dijo observando detenidamente el rostro del menor.
—Pfft, no es nada gil.
—¿No te duele?
—No, no. Estoy lo más bien.
—No se...
—Eu, no pasó nada. Ahora me pongo algo frío en el ojo, y  vas a ver que no es nada.
—Bue...

Acompañaron a Ricardo, y Álvaro a su habitación.

—Voy a pedir en recepción haber si tienen hielo—Se ofreció Santiago.
—Yo te acompaño. De ultima vamos a algún kiosko—Dijo Roberto.
—Bah, tienen que tener, vamos.

El par observó como se alejaban. Mientras, Álvaro seguía revisando el ojo del menor. Preocupado por este.

—Alvin, te digo que no me pasa nada.
—Si, pero...
—Dale, sentate.

Permanecieron en silencio unos segundos.

—¿Qué fue todo eso...?
—¿Eh?
—Lo que él dijo, lo de los celos. ¿De que hablaba?
—Eh...—Tragó saliva, mientras loa nervios lo invadían—Que se yo, puro bolazo ese loco.
—¿Seguro...?—El chico no parecía convencido.

Ricardo suspiró.

—Mira, la verdad es que hace un rato quiero decirte alg...

Fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose.

—¡Acá trajimos!—Sonrió Roberto.

Tomo un pañuelo, y colocó el hielo dentro de este. Alcanzándoselo a su hermano. Quien, sin pensarlo dos veces, se lo llevó al ojo.

—Gracias.
—De nada, pero que yo no me entere que te volviste a meter en pleito.
—Bueno, perdón.
—Por esta vez esta perdonado, pero ya hablamos de esto. No podes seguir metiéndote en problemas, Ricardo. Me preocupas, tengo miedo de que te pase algo...
—Perdón, no era mi intención...—Bajó la mirada.
—Ya esta. No estoy enojado. No pidas perdón, solo no lo vuelvas a hacer—Colocó la mano en su hombro, otra vez.
—Bueno—Sonrió aliviado.
—Che, ¿y los gurises?
—Tene' razón. No los he visto en todo el día.

‐‐‐

Por otro lado, el par restante se encontraba en su habitación. En el sillón, mientras Gustavo miraba la televisión, y Santiago se había quedado dormido en su pecho. Topo no pudo evitar retirarle el gorro, y acariciarle la cabeza. Mientras que, Santiago se encontraba extremadamente cómodo. En algún momento se despertó, y sin siquiera moverse comenzaron a conversar.

—Che, ¿y mi gorro?
—Ah, perdón. Yo te lo sa...—Levantó la mano de la cabeza del menor para alcanzar el objeto.
—No pasa nada, era para saber donde estaba nomas—Colocó su mano encima de la del mayor, evitando que la retirara.
—Ah, bueno—Sonrió.

Ante esto, Santiago devolvió la sonrisa. Sintiendo sus mejillas calentarse rápidamente.

El Cuarteto en Mexico /Cuarteto De Nos/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora