tres.

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Karina se alegró de que ninguna de sus compañeras había intentado seguirla. Ella había cruzado la calle al pequeño parque. Karina siempre vino aquí cuando necesitaba pensar. Y chico, tenía mucho en que pensar.

Sabía que debía darle una oportunidad a Winter, pero eso era demasiado difícil. Cuando miraba a la chica, veía la misma cara que había leído sus mensajes de textos privados delante de toda la cafetería. Eso es una razón para estar así con ella, ¿cierto?

Pero al mismo tiempo, la Winter que había aparecido de pie delante de su puerta parecía completamente otra persona. Las cuatro amigas sabían que algo iba mal pero no tenían ni idea de que era.

Karina gimió, se sentó en un banco del parque, llevando las manos hacia arriba para peinar su pelo. Levantó la cabeza pausando un momento de peinarse. Un puñado de margaritas a lo largo del camino captaron su atención. Era un milagro que siguiesen sobreviviendo, considerando como se había cerrado cuando llegó el invierno. Inmediatamente inspiró, Karina sacó su cuaderno de dibujo de la mochila y sujetó el lapicero en medio de sus dientes mientras buscaba una hoja limpia.

La razón por la cual Karina amaba dibujar era porque podía capturar la esencia de cualquier momento. Ella disfrutaba tomándose su tiempo para observar el sujeto que iba a dibujar, queria saber cada curva, cada sombra, cada parte luminosa, cada pequeña imperfección. Así era como encontraba la belleza en las cosas.

Empezó con el tallo curvo de las margaritas, asegurándose de que los puntos de luz provenientes del sol estuvieran rodeando las flores. Su lápiz que rasgó contra aquel papel grueso, trabajando a una velocidad impresionante. Su pelo colgaba delante de su cara y se tomó el labio inferior entre los dientes en forma de concentración.

Su mano se congeló cuando miró hacia arriba. Su vista de las flores había sido tapada por una figura. Karina instantáneamente reconoció su camisa.

"Winter, ¿que estás-?" La voz de Karina se apagó cuando Winter se dió la vuelta agarrando un ramo de flores. Las flores que Karina estaba dibujando ahora estaban recogidas en la mano de Winter. La chica más pequeña parecía más que satisfecha de sí misma y alzó las flores para que Karina las viese.

"Las encontré." Winter sonrió ampliamente, caminando hacia Karina y prácticamente llevandole las flores a la cara. Karina espetó empujando las manos de Winter fuera de su cara, lo que causó que las flores cayeran al suelo.

"Ouch." Winter murmuró agachándose y recogiendo cada flor una a una, levantándolas al sol como si estuviese comprobando que estuviesen bien. Karina cruzó los brazos y se colocó delante de la chica.

"¿Por qué elegiste esas?" Karina resopló cerrando su cuaderno de dibujo y llevándolo de nuevo a su mochila. Winter se puso de pie y se llevó las flores al pecho, abrazandolas.

"Eran bonitas." dijo mirando las margaritas y riendose.

"Si, ¿sabes qué?" Karina preguntó sin esperar ninguna respuesta. "Las has matado." la chica de ojos marrones señaló el trozo de césped en el cual habían estado las flores.

"¿Qué?" Winter murmuró. "Oh." murmuró de nuevo sacudiendo su cabeza.

"Algunas veces necesitas mirar las cosas bonitas desde lejos." Karina suspiró. Como si no estuviese ya frustrada, esto hacía las cosas peor.

Winter levantó la mirada del césped y miró a los ojos de Karina por un momento. "¿Cómo tú?" Winter preguntó inclinando la cabeza como un cachorro confuso.

Karina simplemente rodó los ojos. "Adiós, Winter." murmuró. Agarró su mochila y alejándose sin que la chica pudiese responder. Winter miró a Karina alejarse hasta que la chica no era más que un punto en la distancia.

yellow - winrina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora