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"—¡¿Qué carajos?! ¡¿Cómo se les ocurre dejarme en un planeta como este?! ¡¿Están locos?!

—No, experimentarás una vida humana ahora.

—¡Me niego rotundamente a hacerlo! ¡Devuélvanme a la nave ahora mismo! ¡Es una orden!

—General Garrelk, usted no sólo vivirá una vida humana ahora, sino también sentirá como uno.

—¿Qué?

—Aprenderá lo que son las emociones."

Se mordió el labio inferior, sintiendo que sus ojos se cristalizaban. ¡¿Por qué demonios los humanos hacían películas tan triste que involucraba perritos?! ¡Malditos hijos de putas!

—Amor, la cena ya está lista.

—Okay mujer, ahora voy —gruñó dándole la espalda, secándose los ojos.

La rubia lo miró curiosa, antes de sonreír divertida y rodearlo, para estar frente a él.

—¿Estabas llorando?

—Deja de decir estupideces y ve a servirme ¿Okay?

Rio divertida al verlo de ese modo y lo abrazó, acariciándole suavemente la espalda.

—Te dije que no vieras Hachiko.

—Tú no me ordenas.

—Sí lo hago, abrázame.

La abrazó y ella sonrió contra su pecho, depositando un pequeño beso antes de levantar la cabeza y mirarlo.

—Eres lo más lindo que la vida ha puesto en mi camino.

—De eso no tengo dudas.

—¿Cuándo aprenderás un poco de humildad, eh? No te vas a ir si no lo consigues.

—Ya bastante tengo con los sentimientos de mierda como para aprender de esa tal "humildad".

Sonrió, mirando sus ojos verdes.

—¿Qué pasa, Bárbara?

—Me dolerá cuando te vayas, te extrañaré mucho cuando ya no pueda verte ni sentirte.

Él la miró también a los ojos, apretando los dientes al comenzar a sentirse afligido.

—¿Tú podrías ser feliz lejos de tu hogar?

—Si me prometieran estar contigo, sí, podría ser feliz —sonrió.

—En Kerlak no soy como aquí, Bárbara. Tú... Amas a un hombre que no existe en realidad.

—Yo amo a la persona que me tiene entre sus brazos en este momento, un hermoso hombre de un metro noventa, ojos verdes y cabello rubio. Un hombre que todas las noches me demuestra con pasión cuánto me desea, y todos los días con pequeños detalles, cuanto me ama. Un hombre... Qué no olvidaré jamás.

Los ojos de ella se cristalizaron y él bajó a sus labios, para besarla, al sentirse también angustiado.

—No voy a irme aún, no pensemos en eso —le dijo entre besos, abrazándola con fuerza a él, para poder sentirla un poco más.

—S-Sólo prométeme que pensarás en mí algunas veces, cuando no tengas nada importante por hacer ¿Sí? Porque tú estarás siempre en mis pensamientos, Garrelk —pronunció cediendo a las lágrimas.

—Demonios, n-no llores —le pidió sintiéndose desesperado—. Sabes que yo aún no puedo controlar todo esto de las emociones y me desbordan. ¿Qué debo hacer para calmarte? Dime y lo haré.

—Nada, solo abrázame y dime qué me amas.

—Te amo —le dijo hundiendo su rostro en el hueco entre su hombro y cuello—. Es un sentimiento que jamás había sentido antes, pero que ahora que lo conozco, es sólo tuyo, y será siempre tuyo, sin importar que ya no esté en la Tierra, ¿De acuerdo? Te amo, Bárbara, tú jamás lo olvides.

***

Ya llevaba viviendo en la Tierra un poco más de un mes, sí, su vida se había vuelto un caos en muy poco tiempo, pero es lo que tenía por haber viajado a un planeta desconocido.

Y haber sido traicionado también, no se suponía que él terminaría allí.

Había conocido a Bárbara en su primer día como hombre humano, ya que lo habían dejado en medio de un campo sin reparo alguno. Ella justo pasaba de casualidad por allí, luego de cerrar su tienda y regresar a su hogar.

Vivían en un pueblito muy pequeño, dónde todos se conocían, y es por eso qué la llegada de Garrelk rápidamente se hizo eco en cada rincón del mismo.

No le gustaban los humanos, le molestaba el timbre de su voz, pero con su mujer era diferente, era la única que toleraba al comienzo, y le agradaba actualmente.

Había sido sincero desde el segundo uno con ella, contándole la verdad, quien era, de dónde venía y como había terminado en esas circunstancias... E increíblemente, ella le había creído todo sin cuestionarle nada.

Y un tiempo después entendió porqué, ya que en aquel lugar era normal tener "avistamientos" ovnis.

No sabía que la había enamorado, estaba seguro que su aspecto físico, ya que su temperamento no podía gustarle a nadie.

Y aunque él se mostrara frío y hasta intolerante con ella, Bárbara sabía que en el fondo, Garrelk la quería también.

Había algo que no podía negar ni ocultar, y esa era la mirada de amor que tenía sólo para ella.

—¿Seguro no somos compatibles genéticamente, no? No quiero que te desaparezcas un día y me dejes con un bebé híbrido alienígena —pronunció con cierta diversión, abrazada a su pecho desnudo.

—No, ya te dije que no, esto que ves es sólo un medio que utilizo para estar en tu planeta, no es mi cuerpo real.

Bueno, evidentemente Garrelk no estaba ni enterado del maravilloso contenedor orgánico que su civilización había construido.

...

KerlakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora