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Para cuando el príncipe Donghyuck y su ejercicio van a la mitad del camino, aquel joven moreno ya ha vomitado tal vez cuatro veces a consecuencia de los nervios, pero incluso Renjun se rehúsa a volver.

—Mi caballo se está alterando, deberíamos volver —dice el príncipe y recibe miradas penetrantes por parte de los soldados—, es en serio, joder.

Para cuando siguen en marcha, una flecha es impactada en uno de los cuerpos de un soldado.

Mirando atónitos la manera en la que el cuerpo cae al piso y el caballo se inquieta.

—¡Protejan al Príncipe! —Anuncia Renjun sacando su arco.

—¡Protejan a los caballos! —Donghyuck es golpeado en el hombro por su amigo —, ¿qué? Yo cómo sea, ¿Pero y los caballos?

Los soldados rodean al Príncipe, todos mantienen su arco y flechas preparados.

Ni Donghyuck sabe cómo pasó, pero dos soldados más ahora están muertos, porque lo que inconscientemente deduce que sólo quedan cinco de ellos sin con contar a su amigo.

—No logro ver de dónde son.

Las piernas de Donghyuck tiemblan, los caballos se han inquietado tanto que dejan de estar en un solo lugar para comenzar a correr y que otro soldado sea asesinado por una de las flechas que no se sabe de dónde provienen.

Y en total ahora son seis personas, una de ellas sin arco porque nunca aprendió a usarlo.

Donghyuck deduce que sus soldados han acabado con sus flechas porque dejaron de dispararlas. Y cuando aparecen las personas con su arco y flechas se quiere desmayar.

—Queremos al príncipe. Es su vida o entregarnos al príncipe —brama una de las tres personas.

—Elijo la muerte antes de entregar al príncipe.

Donghyuck no es capaz de voltear para cuando dicho soldado en asesinado. Pero observa la perfecta puntería de Renjun hacerle justicia al soldado que arriesgó su vida por él.

—Maten a otro de los nuestros y yo los mataré a ustedes.

Los soldados restantes abandonan el lugar y ahora sólo son Renjun y el príncipe.

—Idiota.

—Hagamos esto... Sin armas, yo contra ustedes —Renjun propone.

Los dos delincuentes sonríen complacidos y aceptan la propuesta. Sueltan sus armas abandonándolas lejos de ellos.

—¡Vete! ¡Vete!

Donghyuck abre fuerte los ojos cuando Renjun golpea su caballo fuerte y este es impulsado a correr. Apenas logra sostenerse cuando este no deja de correr y observa a lo lejos a su amigo siendo golpeado por aquellos dos sujetos.

Y no es mucha la distancia que recorre para cuando los dos sujetos han tomado a los caballos pertenecientes a su reino y comienzan a seguirlo.

—Corre, por favor, corre un poco más —Donghyuck súplica casi a lágrimas.

—¡¿Huyes de nosotros, príncipe?!

Donghyuck tiembla un poco más y supone que están más cerca de lo normal. Y aún si está en ese problema, no deduce cómo la estúpida corona permanece sobre su cabeza.

El caballo sigue corriendo sin signos de querer parar, y sigue así hasta que uno de los hombres se encuentra a la par suya, aventando al caballo con el propio para lograr hacer caer al príncipe de forma repentina.

—No te atrevas a huir porque...

Donghyuck corre aun cuando la caída la ha llevado su rodilla izquierda. Su capa atorándose por las ramas de los árboles le impiden correr como él quiere, pero sigue corriendo lejos.

Su cuerpo es impactado sobre uno de los grandes árboles.

—Te advertí que no huyeras.

—¿Quieren la corona? Pueden tomarla.

Los dos hombres se ríen burlones.

—Escuchamos que eres el prometido del príncipe Na. Tú corona es lo de menos cuando podemos obtener más que esa estupidez y algo tuyo.

—Yo no tengo nada —Titubea.

—Tienes más de lo que podemos imaginar. Date la vuelta.

Donghyuck mira con los ojos abiertos, en un intento de sacar su espada es golpeado en la mejilla y cae al suelo abruptamente.

—Sólo era una orden y no la supiste acatar.

Uno de los hombres sube al cuerpo y Donghyuck, el príncipe se incómoda por la posición y no deja de moverse.

Araña el rostro de aquel hombre que le abre las piernas y patea su entrepierna.

—¡Eres un maldito hijo de puta!

El hombre logra ponerse de pie en ayuda del otro, pero Donghyuck grita en cuando de nuevo este cae sobre él, pero ahora con una flecha atravesada sobre su cráneo.

Y por si fuera poco el otro hombre corre lejos, intento huir del lugar, Donghyuck cierra los ojos, intentado quitarse el pesado cuerpo de encima. Cuando lo quita y logra ponerse de pie, el otro hombre también ha muerto.

Patea infinidad de veces la tierra. Pues la corona sigue en su cabeza.

—Malditos bastardos. Casi arruinan mi belleza.

—¿Después de lo que acabas de pasar te atreves a decir eso?

Donghyuck salta y evita voltear hacia la proveniente voz.

—Al menos di "gracias"

Las pisadas se hacen presentes.

—Si me vas a matar hazlo ya.

—Estás perdido —Afirma.

—Sé que estoy perdido, por eso mátame y ya.

Donghyuck escucha la risa más fea del mundo en ese entonces, voltea fastidiando y aquel hombre tiene yelmo puesto y la babera le impide ver el rostro del sujeto.

—¿Puedes apresurarte a matarme? Quiero morir con dignidad.

—No te voy a matar. Sería estúpido de mi parte matar a un Príncipe.

Donghyuck se aleja con pasos discretos.

—Tienes que quedarte aquí. Estás herido de tu pierna, a penas puedes mantenerte de pie, corriste mucho, si es de ayuda, tú yegua no te abandonó.

—Es... Niño.

—No, es niña.

—Es niño.

—Es niña.

—Niño.

—Niña.

—Es niño.

—Por supuesto que no, a puesto que jamás le has visto salir una quinta pata.

Donghyuck frunce las cejas y asiente inconscientemente.

—Permanece sentado, no me iré, pero tampoco tú puedes irte. Volveré para curarte.

Lo único que Donghyuck puede hacer, es mirar al cielo y hacer compañía a los dos cuerpos inertes. 

Royal Lover - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora