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Mark ríe a carcajadas, sus piernas tiemblan y cae al suelo arrodillado, lleva sus manos al pecho para seguir riendo.

—Mira, idiota. Te voy a enterrar la espada en el lomo —Donghyuck habla molesto.

El mayor limpia el sudor de su frente y saca la espada enterrada en el tronco del árbol que el menor atoró después de una pequeña práctica.

—Te das cuentas que si yo fuese un ladrón te hubiese matado, ¿Verdad?

—¿Me crees incapaz de usar una espada? —Donghyuck pregunta.

—Te creo incapaz de aprender usar una espada —Mark corrige.

—¡Soy capaz de aprender! —Donghyuck avienta el cuerpo ajeno ligeramente.

—¡No eres capaz! —grita Mark fuertemente.

—¡Cállate, imbécil! —Donghyuck vuelve a empujar el cuerpo.

—Mi alteza me lo ordena y obedezco.

—¡Estás siendo un idiota!

Mark ríe burlón. Muestra toda la hilera de pequeños dientes y clava la espada del Príncipe sobre la tierra.

—Nos vamos a lastimar. No quiero que te encuentren muerto y me condenen a muerte.

Donghyuck empuja una vez más a Mark, el caballero toma los hombros del moreno y lo acerca a su cuerpo.

—Deja de empujarme.

—Uhm —Donghyuck mantiene la mirada en la de Mark—, lindos ojos.

Mark evita parpadear para observar y apreciar la forma en la que el Príncipe mira sus ojos.

—¿De verdad te parecen lindos? —Mark pregunta haciendo chocar su respiración con el rostro del moreno.

—Bueno... Jaemin tiene pestañas largas. Pero los tuyos son del todo bonitos.

—¿Sí? —Mark levanta las cejas acercando su rostro al del pequeño.

—Uhmh —afirma Donghyuck aceptando la cercanía.

—Tú también tienes cosas bonitas.

Las manos de Mark viajan hasta la cintura de Donghyuck, acomodan sus posturas sin alejarse.

—¿Qué cosas?

Mark tiembla, lame sus labios rápidamente y rompe el contacto visual.

—Tus lunares en el rostro, tus labios gruesos y yo creo que eres muy bonito.

Donghyuck no puede evitar dejar de mirar a Mark y sonrojarse. Este último parece no querer soltar el cuerpo del moreno y el menor no parece importarle.
Mark sonríe por lo tímidos que ambos están.

—Mírate, diciendo todo eso para que no entierre mi espada en ti —Donghyuck rompe el momento —. Tan idiota.

Donghyuck toma la iniciativa en acostarse sobre el pasto recién cortado por su yegua.

—¿Tú crees que algún día me encuentren? —Donghyuck pregunta mirando desde abajo al caballero.

—¿Por qué? ¿No te gusta estar conmigo? —Mark pregunta dramático, con una mueca de tristeza haciendo compañía al moreno y tomando lugar a su lado.

—¡No es eso! —patalea—, si el reino no cuenta con un heredero mis padres adoptarán a alguien para tomar las riendas. No me molesta para nada, pero otro reino será quien tome el territorio hasta apoderarse de él.

—Te aseguro que están buscándote. Y no dejarán de hacerlo hasta dar contigo, si ellos no te encuentran de alguna manera, no pueden actuar.

Donghyuck asiente no muy convencido. Ambos se dedican a mirar el cielo y burlarse uno de otro, pequeños empujones por parte de Donghyuck que hacen que la cara pálida del caballero se ensucie de tierra.

—¡Donghyuck! —Mark restriega sus ojos llenos de tierra. Termina por ponerse de pie y escuchar las disculpas apenadas del príncipe —, debería patearte o encerrarte.

—Estoy seguro que no lo harías —comenta Donghyuck riendo por ver los ojos rojos y llorosos del caballero—, ¿Te das cuenta que yo te he hablado de todo lo mío y tú jamás me has hablado sobre ti?

—¿Qué quieres saber?

—Lo que sea. Algo de ti.

Mark asiente pensativo.

—Claro. Ya sabes mi nombre, mi apellido no es del otro mundo —Mark esta vez toma asiento a lado del menor, sin costarse—. Mi madre murió cuando yo tenía cuatro años, fue asesinada por algunos soldados que la desconocieron, quedé a cargo de mi padre. No es muy interesante mi vida.

—¿Qué delito cometiste?

—Es un delito para las monarquías, pero no para mí.

Donghyuck frunce las cejas, confundido mira a Mark, dándole invitación a seguir.

—El padre de Lee dio la orden de matar a la mitad de su pueblo. El reino no estaba en las mejores condiciones para tener un buen sustento, eso dicen. Pero, por ello mismo tus padres buscaron a Lee para pedirle que se uniera a ti —Suspira—. El reino Alab tiene más dinero que todos los reinos que puede existir, no sólo de estos tres, sino de todos. Lo que el padre de Lee buscaba era tener más riquezas a base del trabajo, las mujeres comenzaron a embarazarse a gran magnitud, así las necesidades de estas familias eran más grandes y buscaban trabajo a cambio de pocas monedas, ¿Y sabes? El ahora Rey Lee fue el primero en darse cuenta que esas mujeres eran violadas.

Donghyuck levanta las cejas y hace una mueca de asco y horror.

—Mi madre también fue víctima de una violación y yo soy producto de eso. Lee es el único heredero del reino, por eso mismo cuando el padre de Lee cumplió setenta años, le fue otorgado el reino. Los soldados fueron quienes violaron a las mujeres, el padre de Lee no estaba dispuesto a tener otro heredero.

Mark para de hablar, mirando a los ojos al moreno.

—¿Cuál fue tu delito? —vuelve a cuestionar.

—Maté al padre del Rey Lee —se avergüenza—. Lee es el menos culpable a todo esto, su madre también fue violada, pero por su propio padre, así él podía ser el único heredero.

—Sí... Escuché sobre el asesinato, la gente divagaba sobre que fue un asalto.

—¡Ah, sí! También robé una parte de oro y se lo di al pueblo.

—Siento mucho lo de tu madre, pero ella sabe que tiene un buen hijo por hacer justicia, no estoy diciendo que esté bien, pero...-

—Estás hablando en tu postura de monarca —interrumpe.

—¿Qué ganaste con todo esto?

—Paz. El pueblo ahora está bien, me fui porque no quería ser juzgado a una pena de muerte. No soy cobarde, me faltan muchas cosas por arreglar, después de eso, aceptaré mi muerte.

—Mark. Tenemos unos cuantos meses de conocernos, creo que, eres la persona más justa y gracias por cuidar de mí, tú podías irte de aquí y abandonarme, pero estás aquí esperando a que mis soldados vengan por mí.

Mark sonríe, acaricia el pelo castaño del hombre que parece romperse a llorar en cualquier momento.

—Está bien, no es nada.

—¡Tal vez yo puedo hacer que te perdonen! Si hablo con mis padres y Jaemin ellos-

—Definitivamente no. Me bastará saber que estarás bien, te casarás y tienes que aprender a amarlo. Ahora tú eres un nuevo propósito que tengo antes de morir.

Donghyuck no vuelve a hablar. Ambos habían logrado encariñarse que imaginar la ausencia del otro, su corazón dolía.






Royal Lover - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora