Extra 11

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VEGAS

Mi corazón murió pero mis pies siguieron a Porsche durante todo el trayecto hasta el patio de la ex-casa mayor. No había dicho una sola palabra y eso me estaba carcomiendo vivo, por primera vez en mi vida no tenía idea de nada.

Nop a mi lado me miraba de reojo, casi tan tenso como yo; ambos con las manos sobre el mango de nuestras armas por si Porsche intentaba uir; sabía que le había prometido respetar lo que eligiera pero, el solo hecho de pensar no tenerlo a mi lado me era impensable, no podía perderlo, no después de como Macao y yo nos habíamos moldeado con su presencia.

Aún sentía el sabor a nicotina en mi boca.

Había estado en una junta con unos importantes compradores coreanos cuando de repente uno de mis hombres irrumpió en el bar, totalmente agitado y con su teléfono extendido hacia mi. Nunca antes había agradecido tanto no ser Kinn y haberle pegado un tiro por interrumpirnos, porque de no ser por ello no me había enterado, no habría sabido que Porsche había escapado.

Me disculpé entre dientes aceptando su muy baja oferta por uno de nuestros cargamentos de Miniguns M134 y salí disparado hacia la puerta rezándole, por primera vez, a Dios porque Porsche no hubiera ido muy lejos. No podía creer que realmente estuviera haciendo esto, repasando mis peticiones, pidiéndole cosas a Dios como si realmente creyera en él y confiara en que si pedía con suficiente fuerza todo saldría bien. Jamás me había importado toda esta mierda de doblegarse ante un ser supremo, muy a pesar de los muchos intentos de mi madre por llevarnos como familia a las iglesias de Chiang Mai para expiar nuestros pecados, que de por sí, eran demasiados, hasta ahora, sintiendo el miedo recorrer en mi cuerpo calentando mi sangre.

Estaba por mi segundo cigarrillo cuando caí en cuenta de lo que realmente estaba haciendo. Si Porsche se iba, con todo y la pulga que cargaba, yo me quitaría un gran peso de encima. No tendría que darle parte de mi patrimonio, sólo seríamos yo y Macao como siempre había querido; incluso tendrá a Pete para mí y no habría ningún obstáculo de por medio. Era simplemente ridículo e inaudito que yo hubiera aceptado menos del setenta porciento del trato por ir detrás de uno de los berrinches de Porsche, simplemente debía decirle al chófer que parara y mandarlo al diablo. Seguramente se iría corriendo con Kinn y por fin me libraría de esa molesta sabandija. Dos pájaros de un tiro.
Palm me había informado que estaba en la casa de la familia principal por lo que no pregunté más, era obvio lo que hacía allí, y aún así, con mi increíble paciencia e dotada inteligencia no pude evitar subirme al auto para cometer otra estupidez por él. ¡Maldito seas Porsche!

Me acuerdo haber mirado mi chófer que parecía casi tan preocupado como yo lo cual era raro, Palm jamás mostraba ninguna expresión, siempre manteniéndose en lo profesional y tratanzo un línea conmigo cuando recordé; él había estado durante el desayuno, había entrado con las llaves del auto en mano cuando Porsche los había parado, a él y a un grupo de guardaespaldas que estaba haciendo su ronda, preguntándoles con la voz más dulce "si ya habían comido". Porsche literalmente le había hablado a lo que mi hermano y yo considerabamos como la «chusma» como si fueran uno de nosotros, con genuina preocupación y luego había mandado a la señora Cherry a traerles uno de los yogures que le había comprado a Macao y se los había entregado. Palm aún traía el suyo en el porta vasos, no tuve que inclinarme para notar que estaba vacío.

¿Por qué aún no había tirado el envase? Me pregunté, y ahí fue cuando mi cerebro decidió volver al trabajo entendiendo todo.

Comprendí el porqué aún no le había ordenado a Palm que volviera para renegociar, porqué mi pierna no dejaba de moverse ansioso por llegar a esa molesta casa, porqué dentro de mi la ansiedad me iba consumiendo poco a poco; Porsche era la pieza que yo necesitaba para llegar lejos y mantener el poder, Porsche era alguien agradable por naturaleza; no necesitaba fingir para poder agradar a la gente, con un solo yogurt se había ganado hasta cierto punto el cariño de mi chofer que aún después de dos años de servicio seguía sin hablarme sin él «Khun» en cada oración que me dirigía como un molesto robot.

AT THE END [VegasPorsche] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora