Capítulo I. Un nuevo comienzo

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Todas las noches hablo con las pocas estrellas que hay en el cielo, su brillo es cada vez más tenue parece como si fueran a desaparecer en cualquier momento, eran mi única compañía en el inmenso mundo, un lugar desconocido del que yo formaba parte. Hacía tiempo que mi vida se fue acostumbrando aquí, a oír todas las noches a las estrellas y a comenzar a cuestionarme quien soy, me duele la cabeza de solo pensarlo. A veces con hacerlo parecía que el tiempo de mi alrededor se detenía y el aire de mis pulmones se disipaba o al menos esa horrible sensación se hacía presente, llevo mis manos directo a mi pecho y tengo que parar para poder calmarme.

Suspiro profundamente, mi cuerpo temblaba, cada vez me cuesta más calmarme.

-Estrellas, necesito su ayuda, no se que hacer-susurre desesperada me abrazo a mi misma tomando bocanadas de aire con desesperación, desde el cielo ellas titilaban muy lentamente, las mire en silencio escuchando lo que tenían que decir.

-¿Hacer un viaje?-la confusión se sembró en mi rostro-¿Para que?-pregunte dudosa mientras mi mirada iba de una a otra estrella a veces hacer eso me causa mareo y algunos dolores de cabeza, parpadee varias veces mientras oía los susurros del cielo.

-No es mala idea. Quiero decir es mejor que tener esa fea sensación, los temblores, el miedo...¡ahg! No quiero ni pensarlo-murmure pensativa, no es como si tuviera muchas opciones.

-Bien...Esta bien ¿Cuando creen que debería comenzar ese viaje?-ellas brillaban tenuemente titilando de nuevo-¿Lo más pronto posible? ¡¿Mañana?!-sobresaltada por esa respuesta me levanto del suelo-¿No les parece demasiado pronto?-ellas hablaban, suspire-¿Ustedes serán mis guías en este viaje?-confiaba en ellas aunque de día no se veían estaban ahí y me acompañan donde quiera que voy.

-Gracias, deseen me suerte para mañana-sonreí al cielo acostándome sobre el césped, poco a poco mis ojos se fueron cerrando hasta caer completamente dormida.

...

Me desperté tapando mi cara con mi brazo para bloquearme de los rayos solares de aquella mañana. Sentandome sobre el pasto donde hace minutos había estado recostada, rasque un poco mis ojos para acostumbrar mi vista, mire a mi alrededor soltando un suspiro, era momento de comenzar mi viaje me levanté con cuidado del suelo sacudiendo un poco mis ropas para quitar el polvo que había en ellas, acomode correctamente mis prendas y mire el campo lleno de flores en el que estaba, comencé a caminar hacia la cueva donde he estado viviendo todos mis días en los últimos meses, observando todo a mi paso me adentro en la cueva buscando las pocas cosas que obtenía de la naturaleza guardándolas dentro de mí bolso que había hecho con hojas. Algunas hierbas que había recolectado, no se para que sirven exactamente pero seguro me son útiles en algún momento y algunas frutas, eso es todo lo que tengo.

Salí de la cueva estirándome un poco haciendo sonar mis huesos, miro a un lado y al otro No sabía hacia dónde ir, nunca había salido de mi cueva y más allá del campo.

¿Hacia dónde voy? Me pregunte soltando otro suspiro comienzo a tomar rumbo campo a través. Mientras camino sentía el aire fresco golpear mi rostro, oía el sonido de las hojas de los arboles moverse, me daba una sensación tranquilizante. Luego de varios minutos de estar caminando me detuve a descansar sentándome sobre un pequeño tronco, ahí me di cuenta de que estaba perdida. Miré hacia todos lados, solo veía campo y flores.

Me levanto de aquel pedazo de madera y me acerco a una de las flores con curiosidad, era muy extraña tenia hojas largas de color celeste con manchas rosadas, era bastante peculiar, había varias de esas flores por todo el prado, tomo una con cuidado y la guardo en mi bolso, sonrio y sigo mi camino.

-Quizás si sigo derecho encuentre algo-Me autoanimaba hablando sola mi camino termina en una arboleda densa y dos caminos que no se a donde me llevaran-siempre hay que ir a la derecha ¿no? ¿O era a la izquierda? No, seguro es la derecha-mencione al aire mientras caminaba hacia el camino de dicha dirección-Espero...-me aliento a mi misma mientras me adentraba entre los arboles. Ajusto bien mi bolso para mantenerlo seguro cerca de mi cuerpo y observo las hojas de los arboles que danzan al son del viento al igual que mi corto cabello.

Astard I Las Tierras PrometidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora