-.¡Oye!, ¿Has oído del chico lindo que vive en el orfanato ayudando a su padre? .-Preguntó de manera interesada a su amiga.
-.¿Chico lindo?, querida, si hubiera un chico lindo ya hubiera ido tras de él.-bufó su amiga revisando su celular tratando de enviar un mensaje.
Su amiga por su parte suspiró aburrida por la falta de interés de Midori, pero su expresión cambió por completo cuando noto a alguien a la lejanía.
-.¡Mira Midori!, Ahí está.-chilló la chica en voz baja a su amiga sonrojándose completamente.
Midori levantó la vista y en efecto, pudo notar a un chico lindo, no, decirle lindo a esta persona sería quedarse corto y faltarle el respeto.
Era un chico albino con la piel más blanca que se pudiera ver por ahí, llevaba una sombrilla que le cubría de los rayos del sol aún cuando algunos rebeldes acariciaban sus hombros; labios rojos como cerezas y mejillas levemente pintadas de carmín.
Ambas chicas bajaron la cabeza cuando el paso al lado de ellas, con nerviosismo corrieron riendo como las adolescentes que estaban por ver a alguien guapo.
Atsushi volteo hacia atrás algo confundido por las risas de las chicas, mirándose así mismo no encontró ninguna mancha de comida en su ropa, encogió sus hombros y siguió su camino.
-.Tengo que prepararle la comida a mis hermanitos…uhm..¿Qué tendré que hacerles ahora? .-susurro pensando en las posibilidades mientras recorría un sendero que poco a poco se llenaba más de pasto y el pavimento del camino desaparecía.
Pensó en tal vez servirles algo como Chazuke pero ellos están hartos de su platillo favorito, el albino apachurro sus labios sin entender la razón de sus hermanos.
El Chazuke es un plato muy rico, su padre siempre lo elogió por su perfección a la hora de hacer ese plato.
Por estar perdido en sus pensamientos chocó hombros con un vecino, pidiendo mil disculpas y haciendo una reverencia trato de no hacer enojar a la otra persona.
Pero esa persona ni siquiera escuchó sus disculpas, solo le dió una mirada fría que hizo temblar a Atsushi; era un hombre amenazante sin cejas y pelo cortado de manera extraña.
-.Mantente fuera de mi camino cabeza de trapeador.-Casi le gruño el hombre, quien sin esperar respuesta se fue dejando a un albino algo indignado.
Maldito perro negro, gruño internamente Atsushi, mi papá dice que mi pelo es genial, y yo le creo, umph…
Atsushi suspiró, rindiéndose con la pelea mental que tuvo, el hombre ya se había ido, ya no había razón para estar molesto e indignado.
Tal vez es la primera vez que ve a un albino…
Con ese pensamiento en mente el peli-blanco comenzó a subir las escaleras que dividían al pueblo con el orfanato, ignorando la colina en el que el orfanato estaba instalado, mientras sudaba solo podía maldecir a su padre.
Maldita sea, padre mío, ¿me ves tan resistente?; Sollozo internamente mientras subía cada escalón con pesar, solo había subido 10 y ya se había estresado.
-.Esto no va a funcionar…-murmuró apoyando sus manos sobre sus rodillas bailando del cansancio, sostenía como podía su sombrilla con su cuello y hombro mientras gotas de sudor caían de su bella frente.
Miro discretamente hacia los lados y al ver que no había nadie allí su cuerpo comenzó a convertirse lentamente en el de un tigre, tomó la sombrilla con su boca y subió corriendo las escaleras.
Una vez estuvo en la reja del orfanato volvió a su forma humana apurándose en tomar su sombrilla para que su piel no sufriera daños.
No había niños afuera, algo verdaderamente extraño en un orfanato con muchos niños; Atsushi trato de no darle importancia y abrió la reja cerrándola una vez dentro para caminar a la entrada de la mansión.
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S.O.S: ¡TENGO QUE HUIR!
FanfictionAtsushi era un chico normal, si, tenía poderes pero era una persona normal, trabajaba ayudando a su padre en el orfanato donde su papá era de echo el director; su paz fue alterada después de la visita de un hombre sospechoso que buscaba hacerle daño...