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-¿Qué? ¿Ahora si me vas a llevar a la cárcel, Policía de pacotilla? -habló el Omega de manera firme. Si lo iban a llevar a prisión, que lo hicieran, honestamente no le tenía miedo, sin mencionar que, tenía un plan -. Adelante, apuesto que al comisionado le encantaría escuchar una anécdota de un oficial abusando a una pobre prostituta -se paró enfrente de él y lo vió fijamente y de manera desafiante. Leónidas sonrió, que chico tan gracioso -. Incluso puedo golpearme en el rostro y decir que tú lo hiciste, SEÑOR -El alfa bufó, sin duda el Omega era demasiado creativo con sus amenazas.

-¿De verdad golpearías ese hermoso rostro tuyo solamente para acusarme injustamente? -habló en un tono burlón. El Omega con el rostro serio asintió, claro que lo haría de ser necesario.

-Solo si decides arrestarme -habló de manera firme -. Soy una prostituta, no me avergüenza... pero tampoco quiero que mis padres lo sepan... -lo vió fijamente -. Si me dejas en paz, yo no intentaré perjudicarte... -a decir verdad, temía ser arrestado otra vez.

-Tienes 17 años....si me das el nombre de la persona que te contrató, podría arrestarlo a él en vez de a tí-insistió, Apolo negó, podía ser una maldita prostituta, pero jamás un soplón -. ¿No? Entonces comienza a golpearte, veremos a quien le cree el comisionado... si a tí ó a mí -el Omega se tensó, a decir verdad, no quería hacer eso -date la vuelta -sacó un par de esposas de su bolsillo, Apolo tembló, no, esto no le podía estar pasando.

No quería ir preso, no quería avergonzar a su madre (su padre le daba igual). Leónidas soltó una risita burlona, a decir verdad le causaba gracia las expresiones de temor del Omega.

-Vete a casa, ya. Segunda advertencia. La próxima vez si te llevaré a la estación... -mencionó, haciendo a Apolo suspirar de alivio, a decir verdad, estaba aliviado -. Y no vayas a fumar, que le hará daño al bebé... -Apolo abrió los ojos como platos ¿Bebé? ¿Cuál bebé?

-¿Qué? No estoy embarazado... -comunicó.

-¿No? -Leonidas se acercó a él de manera amenazante y comenzó a olfatearlo -. Entonces ¿Por qué hueles a uno? Mi hermano se ha embarazado tres veces, y durante sus embarazos, siempre a olido muy dulce, tan dulce que me da náuseas, y tú... -comenzó a caminar a su alrededor -. Hueles tan dulce como un postre de arándanos ó miel pura... -le susurró en el oído, haciendo a Apolo temblar ¿De verdad estaba embarazado? Pero si se había estado cuidando bien, siempre bebía esas pastillas caras que Artemisa le conseguía de la farmacia donde trabajaba por las tardes -. Felicidades, mamá... -el Omega había comenzado a sudar frío, Apolo de inmediato agarró camino y comenzó a caminar lo más rápido que pudo de ese hotel, de esa calle, de ese maldito barrio.

-Estoy embarazado... -habló mientras estaba sentado Sobre la cama, abrazando sus piernas, mientras su espalda tocaba la pared.

-¿Qué? -habló Artemisa mientras se quitaba uno de los auriculares de su oído, ella estaba sentada enfrente de una pequeña mesa haciendo su tarea.

-Estoy embarazado... -repitió, mientras tenía la mirada perdida. La alfa pestañó varias veces ¿Qué demonios le había dicho Apolo? Ella de inmediato se levantó de su silla y se aproximó a su hermano menor, la cabello negro se sentó en la orilla de la cama.

-¿Pero cómo? ¿Has estado bebiendo los medicamentos? -Apolo asintió, tal vez se trataba de una maldita falla, pero no, no podía ser; la comida apenas alcanzaba cómo para que Apolo le saliera con eso-. No... -se lamentó, esto no les podía estar pasando -. Apolo, sabes muy bien que... la comida no alcanza y... que... tampoco hay mucho dinero, lo que ganamos apenas alcanza para la renta, el agua y la electricidad... y ahora tú, con un bebé... ¿Quién es el padre? -tal vez podían hacer que el sujeto se hiciera cargo del bebé. Apolo negó, sabía perfectamente quien era el padre, pero sabía que no se haría responsable por esto.

Incroyable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora