¡! escenas explícitas.
MILENA NUEVAMENTE SE encontraba frente a su puerta, pero esta vez, golpeó con confianza y esperó a ser atendida por Leandro. Pronto, el chico abrió la puerta y sonrió, fingiendo interés. Su plan era pasar una última noche con ella y luego, borrarse por completo; vendiendo el departamento y yéndose del país junto con su familia.
—Hola, Leo. —musitó la rubia y se acercó hacia él, dejando un beso en la comisura de sus labios. Sabiendo perfectamente que el contrario odiaba que la chica hiciera tal gesto. Por lo tanto, ella lo seguía haciendo.
Leandro, por su parte, chasqueó la lengua y la agarró suave y posesivamente de la cintura, acercándola por completo a él. Sin un gesto y ninguna palabra por decir, la besó. Milena, no tardó en corresponderle, sintiendo como su cuerpo comenzaba a estremecerse entre sus brazos.
No fue obstante, que en cuestión de segundos, ya se encontraban dentro de la casa, adentrándose ciegamente a la habitación donde siempre ocurrían sus encuentros íntimos. Leandro, torpemente impulsó a la rubia suavemente hacia arriba, sosteniéndola de los muslos, o un poco más arriba de ahí, podría decirse.
Milena en cambio, comenzó un camino de besos desde los labios del morocho hasta su cuello, mordiendo levemente su piel, sin dejar alguna marca, porque Leandro odiaba los chupones.
—Me encantas. —musitó con voz ronca el chico, volviéndola a besar y juraba internamente sentir como el cuerpo de la chica, se volvía débil en sus brazos, como ella se entregaba a él en cuerpo y alma, Y muy, pero muy en el fondo, se sintió mal por ella y la ilusión que había creado ciegamente en su cabeza.
No tardaron en llegar a la habitación, donde la ropa había comenzado a sobrar entre ellos. Leandro recostó suavemente a la chica en el colchón y bajó sus besos por su clavícula, mientras se dedicaba a sacar torpemente su top, a la par que comenzaba a dejar chupones en su piel. Él odiaba que se los hicieran, pero le encantaba hacerlos. Irónico.
Milena, suspiró y una vez que se despojó de su prenda, llevó sus manos hacia el abdomen del mayor, deshaciéndose de su remera. Admiró el cuerpo del chico y mordió suavemente su labio inferior.
Pronto, y en cuestión de minutos, la pareja se encontraba sin sus prendas y disfrutando del momento otorgado por ellos mismos. Leandro paseó lentamente y de forma suave, sus manos por la silueta de la chica, robándole suspiros y súplicas por un poco más de tacto, ese tacto que a ella tanto le encantaba.
—Te extrañé tanto. —murmuró el mayor sobre los labios de la chica, a la par que dejabas cortos besos sobre los mismos y terminaba su recorrido de caricias, en la pelvis de la fémina.
—Yo también, y no te das una idea. —respondió Mile, sintiendo como un pequeño cosquilleo recorría su estómago. Posicionó una de sus manos, en la nuca del chico y unió nuevamente sus labios, y sintió como el chico comenzaba a bajar la yema de sus dedos en esa zona, sobre la tela de su ropa interior. Un escalofrío placentero recorrió su espina dorsal y suspiró sobre su boca. Y juraba haberlo sentido a Leandro, sonreír victorioso.
No fue obstante, Leandro se deshizo de su ropa interior, la última prenda que le quedaba a la chica y luego se despojó de su bóxer. Luego, buscó torpemente y ciegamente entre la oscuridad, un preservativo.
Milena, por su lado decidió tomar el "control" y se posicionó de un movimiento, sobre él. Leandro se limitó a sonreír y una vez que se había colocado el preservativo, puso una de sus manos en la nuca de la chica y la besó, enredando sus dedos en las hebras rubias de su contraria. Al sentir el tacto de su intimidad con la de la chica, suspiró y Milena, no tardó en realizar leves movimientos.
Esa noche, fue la única donde sus preocupaciones e interrogantes sucumbían en sus mentes. Fue ese momento donde, Leandro no se sintió tan miserable y culpable por la farsa que le había montado a Milena. Y por el lado de ella, su intuición había dejado de hacer presencia, aunque sea por unos momentos.
¡! 22.07.23