Capítulo°11 En esta batalla me has ganado

1 0 0
                                    


Cuando salí del hospital los paparazzi ya estaban en las puertas esperando a que saliera a hablar para contar cómo había sido el hecho pero no tenía humor para darle entretenimiento a nadie así que directamente me la pasé en casa de mi madre todo el fin de semana para no tener que ver la cara de nadie.

-¿Cariño? ¿Otra vez tirada en la cama?
Pareces un muñeco sin hacer nada productivo -estiro los pies para que tocaran el suelo como postura de gato y la mire de reojo.

-¿Qué quieres que haga? Solo quiero darle pausa a mi vida por estas semanas y luego si tengo ganas continuaré -Dio un resoplido y después escuché como se marchaba al cerrar la puerta.

Maldita vida y todos sus malditos seres humanos, porque no nací como un alien. No, de seguro también tendrían reglas que cumplir ¡Cómo me encanta quejarme de todo! Unas Piedras golpeando la ventana me hicieron levantarme de la cama de un salto para ver de quién se trataba Con pereza, ya que traía pijama. Después de prácticamente echar a Adam del hospital y pelearme con Naoko, me hice la dormida cada vez que alguien intentaba entablar una conversación conmigo porque soy una orgullosa de mierda y no quiero oír nada que sea verdad porque que dolerá. Abrí las cortinas para encontrarme con Daichi con una mirada de pocos amigos, reí al darme cuenta de que traía la misma cara que yo así que decidí prestarle atención.

-Oh Romeo, ¿Qué se le ofrece?

-Hablar con la bruja -rodó los ojos y sonreí.

Para luego salir por la ventana como si fuera un espía encubierto.

Al sujetarme del marco del vidrio hice una mala maniobra y terminé cayendo sobre las plantas de mamá, "ups", mí trasero fue el que peor quedó porque ni podía levantarme además tenía varias hojas en mí cabello, parecía una ladrona y de la vergüenza trate de poner el peso en las piernas para ponerme de pie pero eso no sirvió porque caí de nuevo como una idiota a lo que solté insultos a los cuatro vientos con rabia mientras Daichi me miraba como si fuera un pedazo de basura en el suelo que tiene que recoger para no quedar como un desconsiderado.

-Se supone que tengo que ayudarte o...

-Dejalo Dai -agarre fuerzas y pude salir del suelo de una vez-. ¿A qué venías?

-Para ver cómo estabas porque los demás están perdiendo la fe de que volverás.

-Y no lo haré.

-Sabía que eras orgullosa pero esto ya no tiene límites.

-También soy caprichosa.

-Egoísta.

-Patetica.

-Bueno eso estaba de más.

-Es que me gusta torturarme.

-Eso fue muy masoquista de tu parte.

-Gracias, lo sé por cierto ¿Sabes algo de Adam?

-¿Tu prometido? No.

-Oh, ya puedes irte entonces.

-Se dónde trabaja.

-Podrías haber empezado por ahí.

-Es que me da gracia verte dudar.

-Me parece que el egoísta es otro.

-En el hospital San Vidente.

-Que nombre curioso.

-Se la historia si quieres...

-No, ya vete.

Así fue como termine en el lugar donde Adam estaba trabajando después de mudarse a Japón para estar conmigo por ser mi prometido y que la gente no sospeche nada extraño de nosotros, después de todo era falsa nuestra relación, quería luchar por ella para que no me vean como una pobre tonta que nunca ha querido salir con nadie por no poder superar a un imbécil llamado Akemi, ojalá pudiera decir que es una estupidez y que nadie se tragara esa historia aunque soy muy evidente con mis sentimientos, así que con solo mirarme un par de minutos ya podrán leer hasta mí carta astral. Para que nadie notara que estaba aquí me puse un traje de infiltrado o peor, un intento, porque parecía una psicópata con un saco y anteojos a cuarenta grados de calor que estaba como para cocinar un huevo en la calle pero no ahí estaba la señorita entrando al lugar como si nada aunque estuviera toda sudada hasta las entrañas, una chica en la recepción me recibió con una mirada de confusión.

HeartlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora