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— Por último, tendrá que aplicar cada ocho horas está crema para disminuir la hinchazón — culminó dejando el ungüento al lado de los demás medicamentos, Nahoya afirmó a la vez que Ran.

Haruchiyo miró a los dos por unos segundos, su mejor amigo se encontraba con el de cabellos melocotón sentado sobre sus piernas dándole la espalda, se veían bien pero por el sonrojo en las mejillas regordetas notaba que el mayor estaba muy contento por la cercanía.

— Señorita Smiley, eso es todo, espero y tome en cuenta mi consejo — los ojos ámbar brillaron unos segundos.

— Claro doctor, le estaré informando el progreso. Gracias — la sonrisa burlona se dibujó en los labios ajenos resaltando las cicatrices, era precavido.

No sabía si le molestaba o alegraba, pero no se sentía conforme.

Solo suspiro y se despidió dejando a los dos allí solos en la habitación, tras cerrar la puerta se encontró con Souya y Senju esperando atentos — Es mejor que los dejen reposar — aunque seguro harán todo menos reposar.

Pensó con burla, esperaba la llamada pronta de su mejor amigo llorando porque se enamoró de un hombre, aunque, conociendo a Ran Haitani, seguro se enteraba primero por las noticias de que asesinó a un intruso en su hogar.

— ¿Naho está bien? — afirmó calmando al menor de todos allí, Souya suspiró aliviado.

— Solo son rasguños y moretones, sanaran pronto, mientras tú cuida de ese brazo roto — el cabello celeste fue revuelto haciendo que el menor riera y afirmará con una sonrisa en labios.

— ¿Haruchiyo quiere firmarlo? —

— Será un honor pequeño Sou —

Las manos inquietas jugaban con el borde de su camiseta y eso le ponía de nervios a Nahoya ¿Cómo era posible? Ran Haitani quería tocar sus pechos pero él no sentía aquel molesto sostén con rellenó, claramente no podía dejar que él le tocará.

— Smiley~ — ¿Quién era él? Se sentía irritado, Ran Haitani se comportaba de una forma diferente a la usual, bueno, no.

El día que chupó su pene se comportó igual, frustrado suspiró resignado, los besos del mayor le hacían cosquillas en la nuca.

— Háblame, descubrí que puedes hablar — Nahoya solo se quedó quieto en su lugar sintiendo cómo el mayor buscaba su mirada recostando su mentón en su hombro — Quiero oír tu linda voz — y, aunque trago saliva nervioso giro a encararlo.

O bueno, fue obligado, los dedos delgados sostenían su mentón y Ran detallaba el rostro ajeno con un semblante relajado.

Algunos piensan que tengo linda voz, pero estoy seguro que no es delicada ni chillona. Uhm.

— ¡Vamos! Abre esa boquita y di una lindas palabras para mí — y su rostro ya estaba colorado, Nahoya volvió a desviar la mirada avergonzado.

¡Es tan infantil!

Se levantó de sus piernas y giro está vez quedando frente a frente, Ran se encontraba con sus labios fruncidos — Te aseguro que puedo abrir mi boquita para otra cosa que te guste más — y los amatista se abrieron a más no poder cuando las juguetonas manos viajaron al cierre de su pantalón.

Con fuerza empujó el pecho de Ran para que cayera sobre la cama y pronto se subió a gatas sobre él para iniciar a juguetear con el borde del pantalón, disfrutaba del estado atónito del mayor por lo que pronto acercó su rostro al cierre del pantalón y sin dejar de sonreír abrió este para luego bajarlo junto a su ropa interior. Ran no dejaba de verle, una mirada profunda que logró encender algo en Nahoya.

Al inicio lo hacía en broma para molestarle pero en cuanto los dedos juguetones acariciaron su mentón y se arrastraban a su cabello rizado el momento se volvió tenso, el deseo en la mirada amatista mientras los labios delgados se entreabrian dejando que la punta se hundiera un poco dentro de su boca... La excitación era palpable.

Nahoya llevo su mano derecha al miembro ajeno y empezó a bombear suavemente la parte que no lograba entrar en su boca mientras su lengua jugaba con la punta del pene, haciendo círculos sobre este o frotando de lado a lado causándo espasmos en el otro.

— Ahg — con las mejillas infladas Nahoya miró hacia el mayor quien no dejaba de verle con el rostro sonrojado. La mano ajena pronto agarró de su cabello, desesperado inicio a moverle a su gusto marcando el ritmo a la vez con su cadera, los movimientos rápidos le hicieron jadear con fuerza.

Nahoya apenas pudo sostenerse contra las caderas de Ran, el ser embestido con fuerza hacia que el pene se hundiera más lastimando su garganta — ¡Uhm! — sus ojos se llenaron de lágrimas y un escalofrío recorrió toda su espalda al sentir cómo el pene se hinchaba en su boca y luego un líquido caliente corría por su garganta, agitado logró separarse del mayor ganándose una risa estruendosa y ronca.

Su mano siguió bombeando mientras él respiraba agitado, las lágrimas corrían por sus mejillas regordetas mientras el semen de Ran escurría por la comisura de sus labios y parte de su rostro sonrojado, Ran sonreía satisfecho disfrutando del desastre que era ahora Nahoya gracias a él.

Acerco su mano de nuevo a su rostro y sin más junto sus labios, saboreando y mosdisqueando los hinchados labios. El beso era tan dulce y profundo que el Kawata se sintió cálido, sus manos tomaron de igual forma el rostro ajeno y profundizó aún más el beso, luego de unos segundos se separó agitado sintiendo aún las lágrimas correr por sus mejillas sonrojadas — Temo... Que si escuchas mi voz, ya no estarás enamorado de mí cómo... — Cómo yo lo estoy ahora de tí.

Cortó, no quería seguir hablando, nunca le convenía decir lo que sentia, tenía la vista baja en las sábanas ahora revueltas cómo sus pensamientos, Ran se encontraba tranquilo, con una sonrisa en labios. Nahoya había hablado, bajo, muy bajo, pero su voz era suave, no tan dulce y fina cómo la de una chica joven, pero si era tranquila, suave y un poco... No sabía describirlo pero no era femenina cómo la de las demás.

Ran sonrío enternecido y de nuevo tomó el rostro en sus manos acercándola para besarla de nuevo — Sin importar qué, seguiré enamorado de tí pequeña, porque mi corazón late de emoción con saber que te tendré en mis brazos — y los párpados fueron abiertos, de nuevo sus orbes conectaron.

Nahoya se mostraba asustado mientras que la mirada cálida de Ran le demostraba cuan enamorado se encontraba, y, por unos segundos Nahoya se dejó envolver por aquellos sentimientos ajenos, disfrutando del amor que jamás se le había dado. Disfrutando del amor que pronto se le iba arrebatar.

Los besos y caricias continuaron, está vez no llegando a más de ello por pedido del menor.


MAESTRO HAITANI [RanLey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora