Tiroteo (5)

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• Álvaro Morata

Los labios de Pablo eran increíbles, se adaptaban tan bien a mi boca que era imposible no gemir cuando le besaba. Desde que subió de la cantera no había ni un solo día en el que no pensara en hacerle mio. Y por más que me controlaba era imposible. Escuche como un jadeo escapo de sus labios mientras yo le mordía la piel de su cuello.

— Ah, dios — Jadeo

Después del beso que habíamos comenzado nos dirigimos a mi habitación y nos dimos unos cuantos besos más acabando el debajo mia y boca bajo.

Yo baje un poco sus bóxers y él soltó un gemido rozando su trasero con mi entrepierna haciéndome gruñir.

— Chupa mis dedos, Pablo — Le ordenó y él niega riendo

— No — Me responde y yo pongo los ojos en blanco

Yo mordi el interior de mi mejilla y negué riendome

— ¿Entonces como quieres que haga ya sabes...?

— ¿Tienes lubricante?— Me pregunta  y yo asiento quitándome de encima de él.

Yo abro el cajón y sacó el lubricante después lo vuelvo a cerrar y me colocó encima de él

— ¿Ya? — Me pregunta mirando de reojo y yo le sonrió

— Si

Abri el lubricante y me extendi un poco en los dedos, lo cerré y diriji mis dedos a su entrada. Comencé a rozarlos y Pablo solo se mordía el labio inferior un tanto incómodo.

— Metelos ya porfavor — Me ruega y yo sonrio

Introduje el primer dedo dentro de él y lo deje quieto, comencé a introducir el segundo dedo y comencé a hacer movimientos de tijera.

— Oh, Dios — Suspiro Pablo apoyado con su rostro en el colchón

— Te vas a hacer daño en el cuello — Le digo y él se pone rojo

— Cállate Álvaro Morata

Yo meto el tercer dedo y comienzo a hacer embestidas nada más lo introduzco.

— Oh Dios mío — Gime en pequeños susurros — Oh, así... Sigue, no pares... ¡Ah!

Sus gemidos se volvieron más fuertes cuando comencé a subir el ritmo de mis dedos. Yo necesitaba decírselo, iba a explotar si no lo hacía.

— Pablo siéntate en mis piernas

— ¿Que-? — Un jadeo se escapa de sus labios cuando quito los tres dedos de su interior.

Yo me bajo rápido los pantalones y de un momento a otro Pablo estaba encima mia con sus piernas enrolladas en mi cintura.

— ¿Y ahora que hago? — Me pregunta con picardía y yo muerdo su labio inferior

— Muévete Pablo — Le ordenó y noto como el comienza a moverse

— ¡Ah! ¡Morata! — Gime y yo dejó besos en su cuello mientras agarraba su cintura fuertemente

No aguantaba

Yo puse a Pablo contra el colchón y yo me quedé encima de él. Agarre el lubricante y baje un poco mis calzóncillos extendi el lubricante por toda mi entrepierna y me quite los calzóncillos.

— Te voy a hacer ver las estrellas Pablo — Le dije y coloque sus piernas en mi cintura

Posicione mi entrepierna en su entrada y entre en él robándole un gemido de sorpresa.

Por fin...

Por fin podía hacerle mio y escuchar sus gemidos que yo provocaba.

Su cara estaba roja y sus mechones de pelo se pegaban a los lados de su cara. Él acerco su rostro al mio y unio nuestras frentes.

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