El Plan (PpoToz/YooSeo)

10

Yooyeon

Algo no me cuadraba.

Me lo pasaba demasiado bien molestando a Yoon Seoyeon. Y aunque en un momento me sentí mal por husmear entre sus cosas no podía evitar ser así cuando estaba junto a ella.

—¡Jas, nos vamos!—anunció Seoyeon antes de abrir la puerta de su casa.

Sonaron unos pasos y la puerta de su habitación se abrió.

—¿Adónde vais?

—A por un café, chismosa—respondió.

—¿Me traes?—le puso ojitos a su hermana.

—¿Por qué no te haces uno aquí?

—Porque eso no tiene nada de especial—argumentó.

—No nos cuesta nada traerle uno—miré a Seoyeon. —Recuerda que pago yo, aprovecha que no se volverá a repetir en cien años.

—¿De qué lo quieres?—cambió de idea.

Menuda aprovechada.

—Cualquiera que no sea muy amargo me gusta. Te dejo que me sorprendas. Adioooooos—volvió a meterse en su cueva.

—Lo que tiene que aguantar una—resopló Seoyeon.

—Eres la mayor, tienes que consentirla de vez en cuando.

Salimos de su casa.

—No te he pedido opinión.

Ups, por un segundo se me olvidaba que no le caía bien.

—Como se nota que te tiene que venir pronto—respondí al recordar el papelito y ver la última fecha apuntada.

—Si vuelves a sacar el tema te juro que te mato.

—Ya van dos veces que te he tumbado sin problema, no busques una tercera demostración de que puedo contigo.

—Se puede matar a una persona de muchas formas. Te podría envenenar.

—Esa es una forma de asesinar muy cobarde.

—No me importa, el resultado es lo que cuenta.

—Me estás empezando a dar miedo—lo dije en broma, pero cabía la posibilidad de que esta chica fuera una psicópata.

—Me alegro, ¿dónde estamos yendo?

—Creí que tú me estabas llevando a alguna cafetería.

—Yo pensaba que tú me estabas llevando a mí.

—Bueno, escoge tu. Estamos en tu zona residencial, conocerás algún buen sitio.

—Si, hay un buen sitio por aquí cerca.

Caminé siguiendo sus indicaciones y llegamos pronto al lugar que había elegido.

—¿Es aquí?—señalé la puerta.

—¿No te parece un buen lugar?

Esa pregunta la hizo verse vulnerable, como si de verdad le importara mi aprobación sobre el lugar escogido.

—No, no, me parece perfecto—dije rápidamente para que no pensara lo contrario.

Entramos al lugar. Era un ambiente cálido, decorado con muebles de madera repletos de juegos de mesa para que los clientes se divirtieran y muchas plantas que le daban un toque reconfortante al bar.

—¿Has estado alguna vez aquí?—me preguntó.

—Muy pocas veces. A mis amigos no les gusta tanto este ambiente, pero he estado aquí con mi familia. A Tae le encanta jugar, pero es muy mal perdedor.