Capítulo 1

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 Unos meses después...

— ¿En serio, otra vez?

— Tranquilo cariño, si el niño se ha vuelto a hacer caca, limpiale, cámbiale y ya está, no te hagas malas sangres. Es solo un bebé, no tiene malas intenciones ni capacidad de hacerlo a propósito — dijo su madre.

— «Aggg», ven aquí pequeño monstruito — dijo su padre cambiando el tono completamente.

El bebé soltó una carcajada y empezó a gatear por toda la casa a una velocidad endemoniada.

— Oye Mikel, ven aquí, no seas malo — le dijo su padre.

El padre de Mikel lo persiguió por toda la casa hasta que lo atrapó bajo la mesa.

— ¡Ja! ¡Te tengo monstruito! — dijo tras 5 minutos de persecución.

El padre agarró a su hijo y éste instantáneamente rompió en llanto, un llanto agudo que más bien parecía un chirrido en vez de unos lloros. Jon, el padre, puso a Mikel sobre el cambiador y procedió a cambiarlo. Según Jon, le abrió el pañal al bebe, y éste le meó en la cara.

— «AAA» «Pfff», qué asco joder — dijo mientras volvía a taparlo con el pañal — ¡Andreaaa!

— Dime cariño, ¿Qué pasa?

— El niño me ha meado en la cara, me tiene harto.

— Tranquilo cariño — dijo tras una leve carcajada — ve a lavarte mientras yo le limpio.

— Hmmmmmmm, este niño...

Jon se fue al baño a limpiarse mientras Andrea procedía a limpiar a Mikel.

— Eres un niño muy travieso, pequeñín — dijo Andrea mirando con una sonrisa en la cara a Mikel.

Este la miró a los ojos y se metió el dedo gordo en la boca como si de un chupete se tratase.

16 años más tarde...

— Pfff — Exhaló fuertemente Mikel tras despertarse de un bote — Otra vez ese sueño... — dijo tras bajar el tono y llevándose las manos a la cara.

Mikel se sentó en su cama cuando un fuerte dolor de cabeza lo golpeó por sorpresa. Este cerró los ojos fuertemente y se echó la mano a la cabeza.

De pronto Mikel se vió encerrado en el cuerpo de un niño muy pequeño.

— ¡Andrea, coge tú al bebé! — escuchó Mikel de una voz lejana que apenas entendía.

— ¡Ya voy cariño! — escuchó esta vez. Pero esta a diferencia de la otra, era una voz femenina y más cercana.

— Hola monstruito — le susurró la voz de una mujer apresurada.

Mikel, encerrado en el cuerpo de un bebé, parpadeó y mientras abría los ojos se vio envuelto en otra escena. Estaba en un coche que iba a toda velocidad. Él estaba sentado y llorando aterrorizado.

— ¡Cuidado! — dijo la voz femenina — ¡Ve por la derecha!

El coche giró bruscamente y se salió de la carretera entrando a unos campos de maíz. El coche andaba a botes por ese terreno irregular, lo cual le dificultaba ver qué pasaba a Mikel. Pero aun así, pudo discernir cuatro coches que los seguían a toda velocidad por el maizal justo antes de parpadear nuevamente. Esta vez, se vio llorando en los brazos de una mujer a la cual no distinguía, dado que apenas veía con los ojos cubiertos de lágrimas.

— Tranquilo pequeño, con nosotros todo va a estar bien — dijo una nueva voz femenina.

Mikel reconoció la voz, era la de la Madre Teresa y se dispuso a mirarla para reafirmar su creencia de que era ella cuando volvió a parpadear, y esta vez, abrió los ojos en el aún oscuro cuarto de las literas.

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