Capítulo 5

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Al día siguiente.

— Madre Teresa, ¿tienes un momento para hablar?

— Claro Mikel. Dime qué es lo que quieres saber — le dijo con aires de superioridad.

— Em, bueno, era una pregunta en realidad, ¿cómo murieron mi padre y mi madre?

— ¿Por qué quieres saber eso ahora de repente? Nunca antes te has interesado por tu familia. ¿Por qué ahora? — Le respondió cambiando su falsa sonrisa por una mirada amenazante y acusadora.

— Bueno, no lo sé. En realidad es solo que... sentía curiosidad — respondió Mikel intimidado por la presencia de la Madre Teresa.

— Tu padre y tu madre murieron en un accidente de coche, punto y final. No sigas curioseando, que como bien dice el refrán, "la curiosidad mató al gato'' — dijo tajante, dando así fin a la conversación.

Tras esto, Mikel volvió a su asiento junto a sus amigos para desayunar. A diferencia de los demás días, la Madre Teresa no les quitó el ojo de encima ni un solo segundo, lo cual los mantuvo inquietos todo el rato. Tras desayunar, se fueron al cuarto, y para su sorpresa Gorka se encontraba en él. Tenía el ojo morado y su brazo izquierdo escayolado, además de una furtiva mirada que desprendía una ira increíble hacia ellos.

— ¡Vaya! No esperábamos verte por aquí hasta mañana, ¿a qué se debe esta pronta aparición? — le preguntó Zac con un leve tono de temor en su voz.

— Esta mañana ha aparecido la Madre Teresa y me ha dicho que debía volver inmediatamente — respondió irascible.

— Pero qué te han hecho — dijo Eider con un tono de voz más bajo mientras se le acercaba y le agarraba de la escayola.

— Quítame tus sucias manos de encima, cerda — dijo al compás de un golpe que la alejaba de él.

Tras eso Gorka salió escopetado del cuarto, empujando a los tres amigos, pues se encontraban junto a la puerta.

— ¡Quién se cree ese imbécil! — dijo Zac. Se giró y fue a salir tras él, pero Julia le agarró del brazo.

— No merece la pena, déjalo estar — le dijo acto seguido.

Mikel se acercó hacia Eider y le miró el brazo. La zona de impacto se le había puesto roja, y tras mirarle a los ojos unos segundos, Mikel bajó la cabeza y le dio un beso en el brazo. Ambos se miraron y se sonrieron, y acto seguido los cuatro se sentaron sobre las camas inferiores de las literas.

— Entonces qué, ¿qué te ha respondido? — le preguntó Julia.

— Es un poco raro — dijo Mikel.

— ¿Cómo que un poco raro? — respondió Zac.

— Lo que me ha dicho no tiene nada que ver con lo que sueño, y aún menos con lo que se me dijo de pequeño.

— ¿A qué te refieres con que no se parece a lo que te dijeron cuando eras pequeño? — preguntó nuevamente Julia.

— Bueno, cuando apenas tenía cinco años pregunte sobre mi familia y me dijeron que habían muerto asfixiados en un incendio. Siempre creí que era una manera de decirlo muy cruda para los oídos de un niño de cinco años, pero no sé... las versiones no se sostienen.

— ¿Qué es lo que te ha dicho la Madre Teresa esta vez? — preguntó Eider.

— Un accidente de coche, me ha dicho que murieron en un accidente de coche — dijo Mikel llevándose las manos a la cabeza.

— Eso es más bien lo que estás soñando, pero no tiene nada que ver con la versión inicial — dijo Eider.

— No es ni parecido, no fue un accidente, alguien echó de la carretera el coche de mi familia, les estaban persiguiendo ¿no lo entendéis? Alguien mató a mi familia — dijo mientras rompía en llanto.

— Tranquilo, tranquilo — le dijo casi en un susurro Eider mientras le rodeaba con sus brazos.

— No entiendo por qué ocultarían la forma en la que murió tu familia — dijo Zac.

De pronto la puerta se abrió y la Madre Teresa entró a la habitación.

— ¿¡Qué andáis tramando!? — dijo la Madre Teresa.

— Nada, ¿por qué íbamos a estar tramando algo? — dijo Zac.

— Cuidadito con lo que hacéis — dijo la Madre Teresa mirándolos amenazadoramente.

Acto seguido cerró la puerta y se marchó.

— Deberíamos ir al sitio del sueño — dijo de pronto Eider.

— ¿Cómo que al sitio del sueño? — preguntó Mikel.

— Es obvio ¿no? Al lugar del accidente — respondió Zac.

— ¿Y cómo vamos a saber dónde es? — preguntó nuevamente Mikel.

— Es más fácil de lo que parece. Teniendo en cuenta que te trajeron a este orfanato, podemos suponer que pasó a unos 10 kilómetros a la redonda de aquí. Solo tenemos que buscar en Google Maps un lugar que se asemeje con el de tu sueño — le respondió Eider — ¿Por qué no dibujas más o menos el sitio?

Mikel cogió un lápiz y un papel, y se puso a dibujar su sueño. Inmerso en el recuerdo de su sueño, dibujó una carretera solitaria rodeada de campo. Tanto a la derecha como a la izquierda, dibujó invernaderos. A la izquierda un camino sin asfaltar dando acceso a un caserío.

— Teniendo en cuenta que está como en el medio de la nada, tiene que ser al sur — dijo Julia.

— No hay duda — dijo Eider. Acto seguido buscó en Google Maps.

— ¿Encuentras algo? — le dijo Zac.

— No, de momento nada. ¿Qué más aparece en el dibujo? — dijo Eider.

— Emmm, invernaderos y un caserío rojo — le dijo Zac.

— Okay.

Tras unos minutos buscando, Eider se puso de pie y se dio un cabezazo con la litera.

— Ey, ¿qué haces? ¿estás bien? — le preguntó Zac.

— Lo tengo — le respondió agarrándose la cabeza.

— ¡A ver! — dijo Mikel acercándose a ella de un salto — ¡Es ese sitio, tenemos que ir!

— Decidido — dijo Zac.

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