Capítulo 2

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— ¡Andrea, coge tú al bebé! — escuchó Mikel de una voz lejana que apenas entendía.

Parpadeó Mikel.

«Brummm»

— ¿Le has atado?

— ¡Si, listo!

Parpadeó nuevamente.

— ¡Cuidado! — dijo la voz femenina — ¡Ve por la derecha!

«Ñiiiiiiiiiiiiiiii»

Parpadeó por tercera vez.

— Cuatro coches — dijo la voz femenina al mirar a los lados.

«CRASH»

Parpadeó de nuevo.

— Tranquilo pequeño, con nosotros todo va a estar bien — dijo una nueva voz femenina.

— «AH AH AH» — respiraba Mikel.

Se había vuelto a despertar de un salto, y se agarraba la cabeza tras volver a sentir el dolor punzante que le provocaba esta especie de sueño.

— ¿Otra vez? — le preguntó Eider.

Mikel, que aún no había recuperado el aliento y tenía el corazón a 100 pulsaciones por minuto, se limitó a asentir con la cabeza.

— ¡Oye! ¿Qué hacéis vosotros despiertos? — dijo de golpe Gorka.

— La pregunta no es esa Gorka, la pregunta es ¿Por qué tú también lo estás? — respondió Eider.

Gorka la miró directamente a los ojos con puro desprecio y odio brotando desde sus ojos. Acto seguido, se dio media vuelta para volver a dormirse o aparentar que lo hacía. Poco después, Mikel y Eider procedieron a hacer lo mismo.

Ese mismo día, después de comer, los cuatro amigos salieron del orfanato junto al sonido de las campanas de las 16:30h, pues estas eran la señal de que podían salir del orfanato, y los amigos no podían desperdiciar ni un solo minuto del tiempo libre que tenían hasta las 20:00h.

Como de costumbre, fueron camino a la cafetería L'AMANT. El dueño de esta cafetería era amigo del padre y de la madre de Zac, y tras la trágica muerte de sus padres, fallecidos en un incendio, fue cuidando como pudo a Zac hasta que tuvo que llevarlo al orfanato. Como siempre, los tortolitos iban de la mano y un paso por delante de Eider y de Mikel. De pronto, Eider agarró violentamente de la sudadera a Mikel y estiró de él hasta llegar a un callejón oscuro y solitario.

— Oye, ¿qué te pasa? Me haces daño — le dijo Mikel al detenerse — ¿El disco de "Metallica" que te compraste anteayer te ha sentado mal a la cabeza o qué?

— Ja, ja, muy gracioso — le respondió Eider en tono irónico.

— ¿Qué querías?

— ¿Cómo que qué quería? —dijo bajando la voz Eider — es obvio, estamos aquí para que me cuentes lo del sueño.

— Ah, eso... — dijo Mikel evitando mirarla a los ojos.

— ¡De - ja- de e - vi - tar - me! — le dijo Eider propinándole un golpe en el pecho a puño cerrado por cada sílaba que pronunciaba.

— «Hmmm» — Suspiró Mikel — A ver,

Justo cuando Mikel se disponía a empezar a contarle el sueño, un hombre entró al callejón y empujó a Eider hacía él para poder pasar. Eider acabó en brazos de Mikel y este se calló cuando de pronto Zac y Julia se asomaron al callejón.

— Uy uy señoritos, no hacía falta que os escondiéseis — dijo Zac vacilón mientras se reía.

— No es eso estupido — respondió Eider separándose del torso de Mikel sonrojada.

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