Capítulo 4

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— Dos días. Dos días seguidos, Mikel. Y cada vez van a peor — dijo Eider a Mikel, aún sudoroso en la cama.

— Sí, lo sé. Solo es un sueño, déjalo. En serio, no es nada.

— ¿Qué pasa aquí? — dijo de pronto Zac, que recién abría los ojos.

— Estoy harta — respondió Eider mirando a Mikel — Está teniendo una pesadilla que se repite, cada vez más a menudo y que cada vez va a peor. No le deja dormir y se despierta temblando y con sudores fríos por todo el cuerpo — dijo mirando a Zac.

— Sois muy ruidosos, no me dejáis dormir — susurró Julia mientras se despertaba y se incorporaba — ¿Qué hora es?

— Son las siete menos diez, no queda mucho para el despertador — le dijo Mikel mientras se secaba el sudor de la cara con su camiseta.

— ¿Pero qué es lo que pasa exactamente Mikel? — preguntó nuevamente Zac.

— ¡No es nada! — respondió Mikel alterado — Es solo una pesadilla, nada más.

— ¿Y qué pasa en esa pesadilla exactamente? — le preguntó Julia.

— Eso llevo días intentando saber, pero no me lo dice. Me lo iba a decir el otro día en el callejón, pero interrumpisteis y empezasteis a decir bobadas — dijo de pronto Eider.

— Ahh, a si que eso era de lo que hablabais, ¿Eso era la cosa tan secreta que no nos podíais decir? ¿En serio? — preguntó Zac.

— Sí, eso era — le respondió Mikel apartando la mirada a un lado.

De pronto sonó la canción del despertador y Mikel aprovechó para desviar la atención.

— Vamos a prepararnos rápido. Ya sabéis que la Madre Teresa anda más estricta últimamente y no es plan de que no nos deje salir el sábado.

— Tienes razón, vamos — respondió Zac.

Todos, excepto Eider, empezaron a prepararse sin rechistar, pero Eider se quedó mirando fijamente a Mikel y esta le susurro:

— Te ha salido bien, pero voy a volver a sacar el tema en L'AMANT.

Mikel la miró de reojo y sin añadir nada más siguió a lo suyo.

Tras desayunar, el grupo de amigos fue hacia la puerta, al igual que otras cuantas personas. En esta, los esperaba la Madre Teresa, y tras apuntar sus nombres iban saliendo del orfanato.

— Pasado mañana Gorka volverá a vuestra habitación, pronto volveréis a la normalidad — les dijo a los cuatro amigos.

Durante todo el camino Eider no le quitó ojo a Mikel, y este, decidió simplemente ignorarla. Llegaron hasta L'AMANT sin ningún inconveniente. Y como de costumbre, Mikaela, la chica de la barra, avisó a Marcos de que habían entrado, y este salió a recibirlos.

— ¡Hola Chers, cuanto tiempo! — dijo este emocionado.

— ¡Holaaaaa! — le respondieron Julia y Eider al unísono mientras los chicos saludaban con la mano desde atrás.

— ¿Qué? ¿Queréis ver cómo lo he puesto todo? Suponía que lo querríais poner a vuestro gusto, pero me daba pena dejarlo todo en las mochilas, así que lo he organizado un poco, pero tranquilos, sois libres de ponerlo a vuestro antojo.

— ¡Sí, sí, sí, vamos ya! — le respondió Julia ansiosa.

Los amigos entraron casi peleándose por ver quién era el primero en entrar, mientras que Marcos los miraba desde atrás con una sonrisa. Una vez dentro, quedaron fascinados con el increíble cambio de la habitación. La primera vez estaba completamente vacía, era un cuarto que no tenía más que una bombilla colgando del techo que apenas tenía fuerza para iluminar el cuarto. Pero ahora, tenía un sofá, dos pufs, tres armarios en la pared de la izquierda los cuales estaban llenos de libros, discos y figuras de sus series favoritas. Y por último, en medio del cuarto, había una lámpara con forma de cubo de rubik con una fuerte luz blanca que iluminaba cada rincón de la sala.

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