Sangre.
Se me congeló, (la sangre).
La muchacha hermosa que tenía frente a mí no era ninguna desconocida como había estado pensando durante todo ese periodo de tiempo desde que la había conocido.
Ella era... era mi hermana. ¡Tenía una hermana! Toda mi vida tuve una hermana y nunca lo supe. A decir verdad, tampoco me lo cuestioné jamás.
- ¿Cómo supiste que era yo? Me llamaste Selene nada más mirarme - quise saber.
- Porque unos segundos atrás vi a Yuli, de hecho, ahí sigue su coche - sonrió moviendo la cabeza de lado a lado y arqueando las cejas como agradeciendo que se esfumara para dejarnos a solas. - yo sabía que si Yuli venía con alguien solamente podías ser tú. Su misión era encontrarte y cuando estuvieras preparada, traerte.
- Eres mi hermana - repetía una y otra vez con apenas un hilo de voz.
- Tenemos tanto de qué hablar - me retiró un mechón rebelde - Tanto tiempo perdido por recuperar.
- Si lo hubiera sabido antes - me lamenté tocándole una onda dorada.
- Tranquila, no tenías como saberlo, y yo debía esperarte - dijo.
- ¿Por qué...? - no me salían las palabras - ¿por qué no me buscaste?
- Porque tú no sabías quién eras... No sabías ni tu nombre. Ni de dónde venías... ni quién eras ni qué eras.
- Bueno, no te creas que ahora sé mucho más que antes - me reí.
- Se comienza por el principio - sonrió - iré resolviéndote las dudas que estén al alcance de mi mano, y las que no, tendrás que averiguarlas tú misma, pero siempre estaré dispuesta a ayudarte.
Me abrazó. Su melena serpenteó con el movimiento dejándome un aroma a jazmín y lavanda alrededor de mis fosas nasales, realmente embriagador. Me dejé refugiar en su abrazo, con la suficiente calidez que se necesita en enero, y la suficiente frescura que se necesita en agosto. Sentí que mi sangre congelada volvía a fluir, como si la cercanía con la suya, la hubiese activado. Sentí mi corazón palpitar con fuerza. Suponía que de alegría al tenerla tan cerca. Bueno, el mero hecho de tenerla. Poco a poco empecé a sentir cómo un no-sé-qué subía desde mi estómago hacia mi garganta. No. No iba a vomitar. Lo que sentía era una sensación extraña y amarga que me erizaba la piel. Sentía que cada músculo de mi cuerpo se encogía hasta hacerme diminuta. Toda aquella sensación helada y volcánica al mismo tiempo terminó desembocando en los lagrimales de mis ojos. Enseguida noté el cosquilleo de la primera lágrima deslizándose por mi piel. Seguidamente, una lágrima siguió a otra. Ya no podía parar. Mi respiración comenzó a entrecortarse causándome nervios de encontrarme en tal penoso estado en sus brazos. Se descontroló por completo. Ya no eran suspiros, era aliento sesgado como por cuchillos finalizando en una especie de chillidos apenas perceptibles causados por aquella sensación extraña que se había instalado en mi pecho. Me retiró. Me daba vergüenza mirarla en esas fachas.
- Selene... - me volvió a apretar contra su pecho - suéltalo.
Ella sabía lo que me pasaba incluso más que yo misma. Pero si sabía que esas lágrimas eran distintas a todas las que había derramado durante toda mi vida. Eran como si hubieran estado muchísimo tiempo dentro de mí esperando. Esperando para brotar, para salir. Como prisioneras en su primer día de libertad. Como si la hubieran estado esperando... a ella. Lo motivos no los tenía demasiado claros. Era una mezcla. De rabia, rencor, tristeza, nostalgia, alegría, emoción, agradecimiento, amor, odio.
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Selene✧
FantasyLya era una chica normal. Con una vida normal. Con un nombre normal. Y con un drama romántico normal... Lo había dejado recientemente con su novio Dann. Pero la muerte de su madre, lo cambió todo... A ella. Su vida. E incluso su nombre... Ahora ell...