6. Campamento.

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—Se que odias que te diga los planes en último momento, los bosques y todo eso, pero en mi defensa ya te había avisado de esto —ruedo los ojos al atender la llamada de mi novio.

—Va un solo día sin verme, me llamaste ayer al amanecer y antes de dormir, ¿qué quieres? —su risa entre dientes me hace sonreír de lado porque sé exactamente la cara que acaba de poner.

—Se que recuerdas el bar para ti solita... —lo interrumpo cuando se el resto de la historia.

—¿A qué hora salimos?

—Mañana al mediodía —espera en silencio a que le haga la siguiente pregunta.

—No tengo casa de campamento, ni repelente para insectos, ni nada de eso —espero a que diga que el lo compra para sonreír complacida—. A, y, no pretendo dormir en un suelo duro, consigue un colchón o algo así.

—¿Mi pecho te parece cómodo? —suelto una risa sarcástica.

—¿Haces ejercicio?

—No.

—Está perfecto.

—Uy, como que estaba planeando empezar en un gimnasio y hacer que se me marquen todos los músculos.

—Cállate, qué asco —él se carcajeó un poco.

El día que salimos a caminar platicamos sobre las cosas que odiamos. Me dijo que odia a Simon Cowell, las pelinegras y la lechuga, de ahí en más prefiere no odiar nada más así no se complica la vida, yo lo aprendí fácilmente, él no tuvo tanta suerte.

Odio la fresa, los músculos, despertar temprano, el color naranja, los insectos del bosque, no el bosque, los planes a ultimo segundo, tener que improvisar, el pollo, el sol, salir de casa, las sombras cafés, el té helado, los pasteles, los bellos de la nariz, que hablen demasiado, que se rían por todo, que sean cariñosos, que no se irriten con facilidad, básicamente lo odio a él.

—De paso, ¿no quieres venir a arreglar mi maleta de una vez? —escucho una puerta cerrarse.

—¿Y él que te extraña soy yo?

—¿Quién más va? —le cambio el tema de conversación para que no se siga burlando de mi.

—Su prometida y ya —una idea enorme me cruza por la cabeza.

—¿Puede ir Jazmine? —Espero una respuesta inmediata pero no llega, lo que si escucho es el motor de un auto encenderse—. Es que ama los campamentos pero nunca he ido a uno con ella.

—Claro, si se consigue su propia casa, porque con nosotros no va a dormir —chasqueo la lengua.

—¿Y es necesario que duerma contigo? —me siento en el sillón y subo los pies.

—Era parte del trato —resoplo fingiendo molestia—. Iré a comprar las cosas y luego voy contigo, ¿qué te parece?

—Bien, ¿crees tardar el tiempo suficiente para que pueda dormir? —De nuevo está su corta risa entre dientes.

—Y más, que tengas buena siesta Blancanieves, al rato te despierto con tu beso de amor verdadero —decido responderle cortando la llamada.

Pongo un poco de música en mi teléfono y me acomodo de manera más cómoda en mi sofá, en cuestión de minutos me quedo dormida.

⚓️☀

Llevamos más de cinco minutos esperando a que salga Jaz de su casa, vive muy cerca de mi piso, y le avise hace más de diez que ya veníamos para acá, al parecer aún le falta un buen tiempo.

Imposible que sea para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora