Lo primero que cruza por mi mente al despertar es que hay un olor a café por todos lados, intento abrir mis ojos lentamente acostumbrándome a la claridad proveniente del exterior, una brisa fresca pero no fría se adentra desde la puerta del balcón y me eriza la piel, los pocos recuerdos de la noche anterior, sus besos bruscos, sus caricias tan suaves, su olor impregnado en la almohada.
Tallo mis ojos temiendo porque él esté justo enfrente de mí pero afortunadamente no es así, ahora que ya estoy un poco más despierta noto el carrito con comida al lado de la cama, hay una taza de café de la que sale vapor y al lado un pan francés con frutos rojos. De fondo puedo escuchar una suave melodía que reconozco de inmediato, es la voz de Ed Sheeran.
Podría simplemente amanecer así todos lo días de mi vida.
Me giro en la cama al sentir su presencia detrás de mí, está leyendo un libro, ladea su cabeza asomando su cara sin mover el libro pero mirándose tan tierno.
—Buenos días bella Cyn —arrugo mi nariz tapando mi cara con una parte de la almohada.
—¿Cómo puede ser algo bueno despertar? —gruño antes de bajar la almohada de mi cara.
—¿Te molesta despertar casi a medio día? —Abro mis ojos con sorpresa al enterarme de la hora.
—Me molesta despertar a cualquier hora en general —me tapo con las sábanas mientras me recargo en la cabecera de la cama igual que lo hace él.
Soplo un poco al café antes de darle un pequeño sorbo y ofrecerle al chico a mi lado, él lo toma y mientras bebe yo tomo una fruta del pan.
—¿Ya desayunaste? —le preguntó pasándole un pedazo de pan.
—En realidad estaba esperando a que despertaras, para desayunar. Y luego viene la parte de bañarnos, y luego en la que me maquillas, después miramos una película acurrucados.
—Y después me llevas a mi casa —él asiente de manera lenta dando un mordisco y continuando su lectura.
Me parece extraño que no comente nada de lo ocurrido anoche, quizá para él fue solo un suceso de nuestra relación fingida más, pero yo no sé qué pensar así que prefiero preguntar.
—Gian, lo que pasó anoche... ¿Fue parte de lo de fingir, cierto? —lo veo posar sus ojos en el libro dejando de leer, a mi me comen los nervios, siento que vomitare depende de su respuesta.
—Claro, ¿por qué habría otro motivo?
—No lo habría, solo preguntaba para confirmar —termino el desayuno de manera rápida compartiendo cada vez que su lectura le permite comer algo.
Me pongo de pie cubriéndome con una sábana en busca de mi ropa interior hasta que recuerdo la manera tan brutal en que se deshizo de ella. Prefiero no pensar en eso porque sé que querría repetir la ocasión y no puedo permitirme eso.
Resoplo caminando resignada por la habitación y observando cada detalle mientras mi esposo sigue leyendo, hay fotografías donde aparece un Gian muy pequeño como de tres años con varias personas a su alrededor, una alarma suena espantandome, pero como si se tratara de un milagro el chico deja el libro de lado y se acerca a mí.
—Ve preparando la ducha, ahora te alcanzo con ropa para ti —le doy una simple mirada de reojo hasta caminar al baño.
Antes de entrar levantó el enorme vestido, lo pongo sobre la cama, al entrar lo primero que encuentro es mi sostén tirado lo levantó y lo acomodó de manera decentemente sobre el lavado, después camino hacia la tina que está cerca del jacuzzi para comenzar a llenarla. Los pétalos que dejamos aquí anoche ya se ven un poco marchitos pero yo tenía planeado echarlos a la tina, así que al final termino haciéndolo, se ve medianamente bien.
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Imposible que sea para mi
RomanceUn trato, un acuerdo, una alianza o quizá un convenio, no importa. Lo que Gian y Sophia tienen es una relación, aunque debajo de todas esas reglas saben que no es así. Ambos quieren pareja, ambos están solos, y ninguno sabe que quiere con otra perso...