Alexis:
—¿De a todos los que has atendido cual ha sido el más riesgoso o peligroso para ti? —Le pregunto mientras me apoyo con el codo sobre la cama.
Él está acostado con la mirada hacia arriba y el brazo debajo de la cabeza, se mantiene pensativo y luego me observa.
—Una vez... tuve que sacarle el diente a un niño.
Me rio. —¿Qué?
—Tardo horas hasta que finalmente el diente salió.
Vuelvo a reír.
—No te rías.
—¿Qué hay de ti?
—¿Qué?
—Estoy seguro que una princesa no tiene momentos peligrosos, pero algo que se acerque...
La sonrisa se me borra. —Tal vez creas que la vida de princesa es fácil...
—No lo dije.
—Lo pensaste ¿Qué te inquieta, princesa?
Me muevo sobre el colchón y pongo la mirada en el techo, siento su mano rozar la mía debajo de la sabana.
O soy yo la que los hace rozar.
—Son muchas reglas de etiqueta y códigos que aprender, apartar quien eres frente a todos, tu pueblo necesita verte saludable y fuerte, aunque no te sientas cómoda en ese momento...
—Ya veo.
—Si no fuera esta excepción, creo que difícilmente gozo de esta paz.
Acerco más mi mano, pero él se mueve, volviéndose hacia mí.
—¿Qué?
—Descansa. —Cierra los ojos. —Mañana quiero que me acompañes a un lugar.
(***)
—¿Y este es el lugar? —Pregunto al detenerme frente al lago.
El me sonríe y camina cuesta abajo, lo sigo junto a Beta y llegamos al rio, hay una catarata baja que rompe las olas cortas que se forman por la fuerza del agua y él se acerca.
—Emmet.
—Quédate ahí. —Me pide y eso hago, Beta ladra a su lado y él se inclina, poniéndome de nervios.
—¡Emmet! —Lo llamo y me inclino a ver que está haciendo cuando termina sacando una trampa para peces echa de madera.
Sonrio negando y camino a su lado de regreso cuesta abajo.
—Aquí pescamos así. —Me asegura.
—¿No era más fácil decírmelo?
—Me encanta sorprender.
Lo empujo.
Beta ladra.
—Beta, solo esta jugando. —Le asegura. —No corro peligro con la princesa.
—Asi es, Beta. —Le aseguro al perro y me vuelvo hacia Emmet. —¿Por qué Beta?
—Porque yo soy el Alpha.
Ruedo los ojos y me adelanto con Beta.
Emmet:
Coloco la fogata y pongo los peces en los palos de madera, acercándolos al fuego, pero antes de hacerlo, Beta ladra y cuando levanto la vista veo a ambos:
Beta y Alexis dentro del lago.
Pero que...
Coloco los palos con los peces incrustados en ellos asarse mientras me acerco a la orilla, voy a llamarla, pero la veo jugar con Beta, reír y chapotear mientras ambos se persiguen, que desisto.
Alexis me ve y comienza a llamarme.
Niego, pero acaba saliendo del agua, recogiendo su cabello y descuidada, ignorando lo bien que se le pega el vestido al cuerpo mojado.
Verla me obliga a apartar la mirada un nano segundo, porque después estoy viéndola.
—¿Qué haces? Ven.
—Debo vigilar que la cena no se queme.
—No lo hará. —Insiste e intenta llevarme, pero al final me suelta cerca de la mitad y retrocede sin quitarme los ojos de encima.
Resignado me quito el camisón y entro al agua con ella, corre lejos de mi cuando chapoteo y Beta se me viene encima, logrando que ella ría.
—Vamos, amigo, me vas a ahogar.
Beta se olvida de mí y sale del lago sacudiéndose, me vuelvo hacia Alexis y ella sonríe, empezando a nadar hacia atrás, no puedo evitar seguirla y lo hago.
—Hola. —Me dice cuando estoy cerca de ella.
—Hola. —Respondo y ambos sonreímos.
Miro la orilla, desde aquí se ve la fogata.
—¿Por qué estamos aquí? —Su pregunta me hace voltear otra vez.
No lo pienso y respondo.
—Después de lo que dijiste anoche, creo que necesitabas un día lejos de preocupaciones. —Soy honesto. —Me sentí mal al hacer recordar eso.
—¿Solo por eso lo hiciste?
—Cómo iba por los peces también...
Sonrio y ella empuja mi hombro, riendo, la detengo sujetándole la mano debajo del agua y la sonrisa se le borra.
Sin embargo, me quedo ahí guardando distancia, recordándome lo que somos y lo que soy.
Que debo respetarla por más...
Por más hermosa que me parezca cuanto más la vea.
Reacciono y mis dedos sueltan los suyos, noto decepción en sus ojos y cuando creo que solo me queda irme y nadar a la orilla.
Es ella la que da el paso y descontrola todo mi ser.
Los brazos de Alexis se envuelven alrededor de mi cuello y las mías le sujetan la cintura, ni siquiera tengo tiempo para pensar y recordarme que es la princesa de Arcaría.
Mucho menos cuando sentir sus labios me hacen olvidar las reglas que nos ponen distancia y el protocolo.
Pero no estoy besando a la princesa.
Beso a Alexis, solo a Alexis.
ESTÁS LEYENDO
Huyendo de la Corona (#3 Amores en la Realeza)
Historical FictionTras la sorpresiva renuncia a la realeza del príncipe Gael, Alexandra de Arcaría es la siguiente en la linea de sucesión a la corona. Pero el reino no esta seguro de su futura reina y ella menos. Motivo principal por el que tomara un camino similar...